Hoy por la tarde, en punto de las 18 horas, el Museo General Francisco Villa, S.C. (Donato Guerra, entre Abasolo y Ocampo) cerró su ciclo de actividades, el cual inició el 2 de abril para conmemorar la segunda toma de Torreón por el general Francisco Villa, y culminó hoy, con la rememoración del 93 aniversario de la tercera toma de Torreón por el mismo general, el 23 de septiembre de 1916.
Se contó con la presencia de su director, el señor Fernando Garza, del elenco del grupo de teatro del mismo museo, la banda de música del Colegio América, el Cronista de la ciudad hermana de Gómez Palacio, señor Pablo Amaya, la presencia del Cronista de la ciudad de Matamoros, Coahuila y Presidente de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, A.C. Profr. Matías Rodríguez Chihuahua; un público muy selecto y entusiasta, así como el Cronista Oficial de Torreón, que escribe estas líneas.
La ceremonia contó con la ejecución del Himno Nacional Mexicano, de la Marcha de Zacatecas, y nuestra polca tan regional como tradicional, “De Torreón a Lerdo”. Participaron asimismo excelentes actores del grupo mencionado, personficando a Francisco I. Madero, Emiliano Zapata, La Adelita, y La Rielera.
Este Cronista Oficial de Torreón dio lectura a un texto con su percepción del contexto político y militar en que se dio la toma de Torreón de 1916. Al final de la ceremonia, el Profr. Matías Rodríguez Chihuahua, en su calidad de Presidente de la Asociación Nacional de Cronistas, entregó un reconocimiento a este cronista, mismo que se arriba se muestra.
A continuación, el texto de nuestra participación.
“El ya muy próximo 23 de diciembre, se cumplirá el 93 aniversario de la tercera toma de Torreón por el general Francisco Villa, que fue a la vez la cuarta toma revolucionaria de la ciudad, si consideramos la Maderista del 15 de mayo de 1911. Desde luego, esta toma de Torreón por Villa no se encuentra en la historia oficial de la Revolución, porque en ese momento, Carranza y los Estados Unidos habían dejado a Villa, fuera de toda legalidad.
Para comprender el cabal significado de esta acción de armas, debemos adentrarnos un poco en el contexto de la época, y del significado de la revolución como un conjunto heterogéneo de acciones, líderes y objetivos.
El término “revolución” tiene un significado profundo de rebelión contra el Estado o contra el mandatario tirano u opresor que no cumple con su función primordial: la búsqueda del bien común. Es importante tener este postulado en mente, para poder entender los diversos procesos, momentos y lecturas de nuestra Revolución Mexicana, iniciada en 1910.
Sabemos que en general, se reconocen dos grandes períodos revolucionarios: el de la lucha maderista, y el de la lucha constitucionalista.
Mientras que Madero peleó básicamente por una apertura democrática del Estado Mexicano, los generales designados por el pueblo soberano, Villa y Zapata, representaban la lucha de grandes sectores de una población profundamente agraviada que buscaba la reivindicación de parte del Estado.
Por su parte, Carranza sería el representante de la conservadora institucionalidad porfiriana, maderista y posteriormente constitucionalista, que buscaba la legalidad y continuidad del Estado, con él mismo a la cabeza, sin la interferencia de “advenedizos” e improvisados. A Carranza se le debe la Constitución de 1917, con sus innovaciones en materia de educación y seguridad laboral y social, en buena medida inspirada en las demandas de los trabajadores torreonenses en la época en que Carranza fue gobernador de Coahuila.
Pero a Carranza se le puede imputar también, el haber pactado con los estadounidenses para luchar contra sus propios compatriotas, e incluso, el haber luchado contra los intereses y los ejércitos auténticamente revolucionarios del pueblo, representados ideológica y militarmente en la División del Norte y el Ejército del Sur. Miremos un poco más de cerca la historia de la ruptura:
El 23 de junio de 1914, Villa tomó la ciudad de Zacatecas contrariando las órdenes de Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista. Ahí derrotó al General Luis Medina Barrón. La División del Norte cobró una gran notoriedad y prestigio, y esta lucha y la toma de Torreón del 2 de abril, fueron claves para derrotar a Huerta.
Los desacuerdos entre Villa y Carranza tuvieron un breve receso mediante la celebración del Pacto de Torreón, verificado en las instalaciones del Banco de Coahuila entre la División del Norte y la División del Noreste, el 8 de julio de 1914. Se llegó al acuerdo de que Villa presentaría disculpas a Venustiano Carranza, quién seguiría como primer jefe; a Francisco Villa se le otorgaría el grado de general de división. Villa reconoció a Venustiano Carranza, pero le impuso ciertas condiciones, como asumir la presidencia interina y convocar a una Convención de generales y gobernadores revolucionarios para señalar la celebración de elecciones y formular un programa de gobierno. El pleno consenso en los términos, nunca se logró.
Agobiado militar y políticamente, Huerta renunció el 15 de julio de 1914. A pesar de la victoria, Villa estaba molesto con Venustiano Carranza, quien lo rechazaba por “advenedizo” y “bandolero”. Prueba de ello, que el Primer Jefe nunca le concedió a la División del Norte el grado de Ejército ni a Villa el grado de general de división.
Con un telegrama, Venustiano Carranza rechazó todo acuerdo con Villa. Este telegrama significaba la ruptura definitiva entre ambos líderes, entre la revolución del pueblo y la revolución desde el poder. En ese mismo año de1914, Venustiano Carranza citó a una convención de las fuerzas revolucionarias, para obtener consensos entre ellas, y de alguna manera, darle unidad ideológica, política y militar a las distintas facciones, pero siempre con la pretensión de que estuvieran bajo su mando.
Carranza no imaginó que la Convención de Aguascalientes determinaría que él renunciara como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, a la vez que Villa renunciara a su vez al mando de la División del Norte, para proceder a nombrar a un presidente de la República con carácter de interino. El designado para este cargo fue el General Eulalio Gutiérrez.
Al verse contrariado, Carranza desconoció la soberanía de la Convención de Aguascalientes y rompió con ella, aún cuando hubiera sido su propia creación. Obregón secundó a Carranza, quien se refugió en Veracruz.
En diciembre de 1914, Villa tomó la Ciudad de México, a nombre del gobierno de la Convención, junto con su aliado Emiliano Zapata, con quien celebró el Pacto de Xochimilco, por el cual Francisco Villa aceptaba el Plan de Ayala en lo relativo al problema de la tierra, y en el que acordaban llevar a la presidencia a un civil identificado con la Revolución. De esta manera, los dos ejércitos del pueblo concordaban en la importancia del problema agrario en México, que era en realidad un problema de propiedad de los medios de producción y de justa distribución de la riqueza para los mexicanos.
Sin embargo, ni Carranza ni Obregón se habían cruzado de brazos, antes bien, prepararon el contra-ataque desde Veracruz. Sabían que derrotar a la División del Norte era crucial para poder imponer su propia voz en el país. Entre el 6 y el 15 de abril de 1915, Villa fue sucesivamente derrotado por Álvaro Obregón y los constitucionalistas en la famosa sucesión de batallas de Celaya y León, donde Obregón logró derrotar a la División del Norte. Fue un enfrentamiento de armas y estrategias, la caballería de Villa contra las trincheras, la artillería y ametralladoras de Obregón. La estrategia de la coetánea Primera Guerra Mundial, la guerra de trincheras, había aparecido a la vez que llegaba el ocaso de la caballería, la cual pasó a ocupar su lugar en la historia.
Francisco Villa tuvo que replegarse hacia el norte. A fines de 1915, decidió invadir Sonora; pero ya no contaba con el apoyo de los estadounidenses, quienes le habían cortado el aprovisionamiento de armas y municiones, para dárselo a Carranza y a los constitucionalistas.
Con el gran poder de la artillería y de las nuevas tecnologías (faros antiaéreos apuntados a la caballería nocturna) los constitucionalistas de Plutarco Elías Calles lo derrotaron en Agua Prieta el 1 de noviembre, y los del general Diéguez en el Alamito.
Quienes piensen que la historia de la Revolución o de la política mexicana es endógena, es decir, generada en México para el consumo de los mexicanos, se equivoca rotundamente. La historia de la Revolución, y la de nuestra nación, se podría decir que es la historia de las intromisiones y de los intereses de Estados Unidos sobre nuestros recursos y nuestros mercados, y marginalmente, sobre nuestra ciudadanía.
En 1915, tras una serie de negociaciones, los Estados Unidos reconocieron oficialmente al gobierno de Venustiano Carranza. Con esto, Villa y sus hombres quedaron fuera de la ley. Triunfaría la Revolución que los Estados Unidos querían que triunfara. El gobierno norteamericano había cambiado su actitud hacia Villa y le impuso un embargo de armas. Carranza recibió entonces el apoyo de los estadounidenses en la forma de suministro, ahora ya de manera legal, para que derrotaran a las de Villa. Vencido militarmente, con un ejército pobre, Villa se dedicó a hostilizar al gobierno de Venustiano Carranza.
Furioso por la jugada estadounidense que lo dejaba anulado, decidió vengarse atacando Columbus, Nuevo México, el 9 de marzo de 1916. En ese poblado, los villistas atacaron un destacamento de caballería del ejército estadounidense, confiscaron caballos y mulas, incendiaron el pueblo y mataron estadounidenses y mexicanos por igual.
El 16 de marzo de 1916, cruzó la frontera la expedición “punitiva” del General Pershing, la cual se prestó para un mayor lucimiento del genio guerrillero de Villa.
Francisco Villa tuvo que cambiar de estrategia en las campañas subsiguientes. Sin reconocimiento oficial y sin suministros, era imperioso el autofinanciamiento, y para ello recurrió al saqueo y a los préstamos forzosos.
A pesar de todo, Villa avanzó sobre la ciudad de Chihuahua, derrotando a su guarnición carrancista el 26 de noviembre de 1916. Se impusieron préstamos forzosos al comercio.
La toma de Torreón: diciembre de 1916
Villa avanzó sobre Camargo, siempre perseguido, y toma el lugar. Ahí ocurren los lamentables hechos relacionados con la ejecución de mujeres.
De ahí decide avanzar sobre Torreón. El 19 de diciembre de 1916 llegan sus tropas a la estación Bermejillo, y de ahí, avanzan hacia Gómez Palacio. El 20 de diciembre, los jefes constitucionalistas reciben órdenes de abandonar las posiciones periféricas y hacerse fuertes en Torreón.
Torreón estaba defendida por el General Severino Talamante, y bajo sus órdenes, estaban los generales Fortunato Maycotte, Luis Herrera, y Francisco Martínez. Al parecer, estas fuerzas se concentraron en la Alameda Zaragoza de Torreón, que era el límite oriental de la ciudad.
Los villistas eran 1,300 hombres, bajo las órdenes de los generales Pablo C. Seáñez, Julio Reza y Margarito Salinas. Estos jefes entraron a Torreón siguiendo una ruta paralela a la vía del ferrocarril desde Gómez Palacio, por el flanco oriente, mientras el propio Villa llegaba a Gómez Palacio. Es de suponerse que los villistas se hicieron visibles más o menos desde donde ahora se encuentra la colonia Los Ángeles, ya que desde la alameda, los constitucionalistas dispararon sus baterías para dispersarlos. En 1916, ese terreno estaba prácticamente despoblado.
Mi antecesor como Cronista de Torreón, Eduardo Guerra, menciona el detalle de que la imprenta que se encontraba ubicada en González Ortega y Morelos, justo enfrente de la fuente de El Pensador, se encontraba imprimiendo las noticias del 21 de diciembre al mediodía, entre el estruendo de los cañones. A la caída de Torreón, esta imprenta, como todas las demás que editaban libros o periódicos, fueron obligadas a sacar a la calle sus prensas, cajas y tipos, para prenderles fuego. “El Radical” fue quemado con todo y edificio. Se dijo que Villa no quería que ni periódicos ni libros “hablaran mal de él”.
Los hombres de Villa se apoderaron del Cerro de Calabazas. defendido por el general Juan Carrasco. Desde ahí, los hombres de Villa avanzaron hacia el sur apoderándose del Puerto del Huarache y de La Polvorera. El 23 de diciembre por la noche, las fuerzas constitucionalistas abandonaron la plaza, dejando a Torreón en manos de Villa, quien entró triunfante a las diez de la noche.
En la estación de ferrocarril, Villa obtuvo un valioso cargamento de barras de oro y plata de las compañías mineras de Santa Bárbara, Chihuahua. Otro botín fue el dejado por el general Juan Carrasco, de 400 talegas de monedas, con mil pesos cada una. Algunas casas comerciales fueron saqueadas, como El Puerto de Veracruz, la Zapatería Francesa y El Modelo. Villa le impuso a la ciudad un préstamo forzoso de dos millones de pesos, que hubo de reducir a uno por falta de circulante en la ciudad. Cada colonia extranjera fue obligada a pagar una parte de este préstamo.
Hasta la artillería carrancista cayó en manos de los villistas. Entre las bajas villistas se encontraban el coronel Samuel Rodríguez, quien murió durante el combate de la alameda, el coronel José Rodríguez, durante el asalto al cerro de calabazas, el 22 de diciembre. Por el lado de los constitucionalistas murieron el general Luis Herrera y el coronal Miguel Orozco.
Villa salió finalmente de Torreón rumbo al norte, con un botín de guerra de once trenes, artillería, parque y cuatro millones de pesos.
De esta manera y por última vez en Torreón, Francisco Villa hizo gala de la brillante estrategia militar y guerrillera que le caracterizaba, la misma que atemorizó a Huerta, a Obregón, a Carranza, y al mismo Pershing”.