El día de hoy en punto de las veinte horas, acompañé al Dr. Pedro Salmerón Sanginés a la presentación de su magnífico libro intitulado “La División del Norte. Los hombres, las razones y la historia de un ejército del pueblo”. El evento fue en el Museo de la Revolución, avenida Lerdo de Tejada en Torreón.
Mis comentarios sobre el texto de Salmerón Sanginés, los transcribo a continuación:
"Invirtiendo el orden que acostumbro en las presentaciones de libros, y como miembro del Comité Estatal de Festejos del Centenario de la Gesta Revolucionaria, iniciaré este segmento de comentarios con una calurosa felicitación al Dr. Pedro Salmerón por la profundidad interpretativa que ha logrado y por el interés que suscita la apasionante lectura del texto que ahora consideramos, “La División del Norte. Los hombres, las razones y la historia de un ejército del pueblo”.
El libro que hoy nos ocupa consiste en una adaptación literaria de una tesis doctoral, es decir, surge de un ejercicio de investigación que se realizó para generar conocimientos nuevos y con el cual el entonces maestro Salmerón acreditó sobrada solvencia —teórica y práctica— como científico social, tanto así que su trabajo fue digno de mención honorífica.
Como sucede en toda investigación, hubo en sus inicios una serie de preguntas que resultaban del mayor interés para Salmerón, y que solamente podían ser respondidas a través del planteamiento de las hipótesis, y del avance mismo de la investigación. Estas preguntas eran las siguientes:
¿Quiénes eran los villistas? ¿De dónde venían? ¿Por qué hicieron una Revolución? ¿Cómo la hicieron? ¿Qué esperaban de esa Revolución?
La exhaustiva revisión de literatura que el autor hizo, y de la cual da cuenta al mencionarla como parte de su “enciclopedia” personal, no respondía adecuadamente a esas preguntas. El estado de la cuestión o del arte no daba las respuestas. Por lo tanto, habría que construir una nueva lectura a partir de fuentes primarias y secundarias, una lectura que respondiera precisamente a esas preguntas. El corpus documental utilizado para ello lo menciona el autor en el apéndice sobre fuentes consultadas.
Como elementos metodológicos de esta construcción encontramos las correlaciones y acotaciones. La primera de ellas, es la correlación que se establece entre las brigadas que conformaban la División del Norte, y el contexto espacial, histórico, cultural, político y social del cual surgieron sus hombres y líderes. De esta manera, el todo es analizado por sus partes, la División por sus brigadas, las brigadas por sus hombres, y los hombres, por sus circunstancias.
Esta es una manera muy válida y original de entrar al estudio de la División del Norte como fenómeno social, es decir, como concretización militar de un movimiento de rebelión cuyos sujetos compartían agravios, percepciones y acciones (caso de mentalidad perceptiva y expresiva que genera un programa revolucionario).
Como fruto de esta primera acotación territorial, surge la espacialidad divisionaria: el Norte que le daba apellido a la División militar, estaba constituido básicamente por Chihuahua y La Comarca Lagunera de Coahuila y Durango. Es muy interesante que Salmerón indique que la espacialidad divisionaria corresponde a la del antiguo Reino de la Nueva Vizcaya tal y como fue entre 1732 y 1785, es decir, cuando ya no comprendía Sonora y Sinaloa, pero todavía incluía a Chihuahua, Durango y La Comarca Lagunera. No pensamos que la referencia sea gratuita. La capacidad de agravio que atribuye el autor a sus habitantes tiene mucho que ver con el sentido de dignidad personal y la mentalidad forjada a través de siglos de colonización premiada con hidalguía hereditaria, con el concepto de libertad personal y autonomía municipal, con el manejo constante de armas de fuego en las luchas fronterizas contra los indios, y sobre todo, de los bajísimos niveles de fatalismo existentes entre líderes y seguidores por igual. Los neovizcaínos siempre tuvieron consciencia de que su honor y sus vidas estaban en sus propias manos.
De esta manera, Salmerón establece cuatro regiones básicas en este primigenio territorio divisionario:
El país de Villa (Valles de Chihuahua) Ahí se encuentra el chihuahuense típico, que según Fernando Jordán, citado por Salmerón, es “mestizo, generoso y honrado; orgulloso, sobrio, rudo y violento”. Esta descripción cuadra bien con nuestro lagunero tal como lo describe José Ygnacio de Mixares en 1825 “activo, enérgico, intelectual, especulativo, profundo, empresario, sobrio, fiel, social, patricio, generoso”.[i]
El país de Orozco (Sierra de Chihuahua):
Tierra de Jinetes (Sur y oriente de Chihuahua, norte de Durango)
La tierra del algodón y del guayule (Comarca Lagunera de Coahuila y Durango, Partido de Cuencamé).
Otra acotación fundamental de Salmerón es la del tiempo: el estudio abarca desde la creación de la División del Norte y su jefatura asumida por Villa hasta su disolución tras la toma de Zacatecas, es decir, del 29 de septiembre de 1913 hasta el 24 de junio de 1914. Para esa última fecha, nos explica el autor, colisionaban dos proyectos de Revolución, una, popular, reivindicativa, cuya expresión militar fue la División del Norte, y otra, desde la autoridad, con carácter legalista y sin interés social ni reivindicativo, que es la Revolución Constitucionalista de Carranza.
Como elemento metodológico debemos entender asimismo la naturaleza de la narración. Salmerón no se conforma con ofrecer la enumeración de hechos y fechas, su interés es el de explicar por qué las cosas sucedieron así, y no de otra manera. Se aleja de la anécdota, del mito y del pintoresquismo —que son como lugares comunes de la historia revolucionaria— y en cambio nos ofrece una finísima trama bien fundamentada, bien trabada y eminentemente dialéctica donde, con impresionante lujo de detalles, nos brinda una visión holística de los agravios que desde 1857 padecieron las gentes de las regiones mencionadas. La constitución de 1857 y el triunfo del Liberalismo cambiaron el estatus de las tierras comunales, y abrieron un portillo para los abusos contra los pequeños agricultores. El régimen del presidente Díaz permitió que se agudizaran estos abusos mediante la práctica del darwinismo social y el laissez-faire, doctrinas políticas y económicas según las cuales, los poderosos estaban destinados a prevalecer sobre los débiles, y el Estado fungía como mero guardián y cómplice de los poderosos. Este es el telón de fondo sobre el cual Salmerón desarrolla su narración.
La primera parte del libro busca responder las siguientes preguntas. Busca cuáles son
a).- Las razones de la Revolución en el norte
b).- Los agravios
c).- Los impulsos rebeldes de los hombres que se presentarán
Para responder, Salmerón da cuenta de los antecedentes históricos, sociales, económicos, políticos, familiares y legales de lugares, comunidades e individuos que serán relevantes en el futuro de la historia y de la espacialidad divisionaria. Entre los temas estudiados están
El país de Villa (Chihuahua). Huejotitán y Balleza, en el sur, hasta San Andrés, en el norte; de San Francisco de Borja hasta Chihuahua).
El país de Orozco (Sierra de Chihuahua). Básicamente, los distritos de Guerrero, Galeana, Andrés del Río, Arteaga y Rayón.
Tierra de Jinetes (Sur y oriente de Chihuahua, norte de Durango). Bajo Conchos y desierto oriental de Chihuahua; pueblos agrícolas del Valle de Santa Rosa; porción chihuahuense del Bolsón de Mapimí; Parral y su comarca; poblaciones del norte de Durango.
La tierra del algodón y del guayule (Comarca Lagunera de Coahuila y Durango, Partido de Cuencamé).
La segunda parte del libro cuenta las vísperas o prolegómenos de la División del Norte, es decir, y como lo dice el autor, la lucha política nacional y regional, y las tres campañas guerrilleras que permitieron la acumulación de fuerzas y experiencias que permitió el nacimiento del más poderoso ejército popular de nuestra historia. En este apartado son importantes los siguientes temas:
¡Viva Madero!. La política nacional, estatal y municipal a la luz del ocaso del porfiriato; la entrevista Creelman-Díaz; La sucesión Presidencial, El Plan de San Luis y su artículo tercero; la rebelión, la caída de Ciudad Juárez (10 de mayo 1911) y de Torreón (15 de mayo 1911); el triunfo maderista con la firma del Convenio del 21 de mayo de 1911. La ascendente carrera militar de Pancho Villa. Diferentes expectativas de la revolución, de acuerdo a las percepciones de Madero (apertura democrática) y de los jefes revolucionarios del pueblo (expectativas de clase o de grupo, satisfacción de los agravios e injusticias).
Licenciados, colorados e irregulares Licenciamiento de tropas revolucionarias apenas gana el Maderismo; el agrarista Plan de Ayala, promulgado en noviembre de 1911; la rebelión de los llamados “colorados” por su bandera roja, los magonistas-anarquistas del Partido Liberal Mexicano y los inconformes agraristas en general; el Plan de Tacubaya para que Pascual Orozco continuara la revolución detenida por Madero, las escaramuzas agraristas de 1912 en Chihuahua, norte de Durango y La Laguna, la rebelión de Pascual Orozco (6 de marzo de 1912); expulsión de los maderistas de Chihuahua, entre ellos Pancho Villa; Plan de la Empacadora, con los reclamos de sus artículos 34 por el bienestar de los obreros (inspirado en la Rerum Novarum) y 35 por las demandas agrarias. El papel de los “irregulares” (milicianos). Villa escapa de su prisión en México (26 de diciembre de 1912).
La rebelión de los coroneles
El fin de la era maderista. Golpe de estado que inicia el 9 de febrero de 1913, aprehensión del presidente y el vicepresidente el 18, y su asesinato el 22. Plan de Guadalupe y la “rebelión administrada” o “legitimista”.
La tercera parte del libro cuenta la historia de la División del Norte propiamente dicha:
El nacimiento de la División del Norte. 29 de septiembre de 1913: nace en La Loma la División del Norte, con Pancho Villa a la cabeza. 1 de octubre de 1913, toma de Torreón en perfecto orden. Toma de ciudad Juárez (tren troyano), captura del resto de Chihuahua.
Un proyecto revolucionario. Villa, gobernador de Chihuahua. “Decreto de confiscación de bienes de los enemigos de la Revolución”. La revolución popular y reivindicativa de Villa.
El ejército en acción. La toma de Torreón del 3 de abril de 1914. Intento de saqueo de algunos vecinos, y su contención por los villistas. La de Torreón, la batalla más sangrienta y más importante contra el huertismo. Diferencias entre los proyectos de revolución (y de nación) entre Villa y Carranza. (La rebelión reivindicativa de Villa contra la rebelión legitimista, mas no social, de Carranza). Villa, mero advenedizo con poder a ojos de Carranza. Toma villista de Saltillo y la legendaria carga de caballería sobre Paredón. 10 de junio de 1914, la ruptura entre Carranza y Villa. 24 de junio de 1914, toma de Zacatecas.
Epílogo. El impacto de Villa, villistas y villismo en la historia y en el imaginario nacional.
El manejo de la información contenida en este interesante libro demuestra los niveles de erudición que alcanza su autor. Por otra parte, la ilusión de temporalidad está tan bien lograda, y es tan vasta la cantidad de información matizada que encontramos, que al final del texto pareciera que nuestros recuerdos no son los de la lectura de un libro, sino los de nuestras vivencias en la División del Norte. Particular mención requieren aquellas secciones dedicadas a la Comarca Lagunera, por el interés que tienen para nosotros.
¿Qué más puedo añadir a esta presentación? Que este texto muy verosímil y sumamente amigable. La Revolución villista deja de ser un problema político o militar, y toma su verdadera dimensión de reclamo armado de los habitantes de ciertos lugares, en una época dada. El mito cede paso a la historia veraz, al fenómeno social. No es Villa quien inventa el villismo, son las gentes agraviadas la que crean su propia agenda revolucionaria y colocan a Villa y a sus oficiales en el liderazgo de este ejército revolucionario surgido del pueblo.
Recomiendo ampliamente la adquisición y lectura de esta fascinante obra".
Notas
[i] Corona Páez, Sergio Antonio, “Censo y estadística de Parras [y su Partido] (1825”, Ayuntamiento de Saltillo y Universidad Iberoamericana Laguna, Torreón, 2000, pp. 43-44.