Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

sábado, diciembre 24, 2016

Nochebuena y niño dios






Las fiestas decembrinas como las posadas, las nochebuenas, las navidades y las nocheviejas suelen ser períodos de regocijo, de reuniones familiares; de despreocupadas y a veces etílicas reuniones con los amigos. Para otros, se trata de un período de salir de vacaciones, de esquiar en las nieves de Denver o en Ruidoso. Otros prefieren Las Vegas para pasar las fiestas.

Para muchos otros, sobre todo en los adultos, el sentimiento que provocan estas fiestas decembrinas es ambivalente. Alegría por los que están, melancolía por los que se han ido. De ahí que esta época del año cuente con mayores índices de depresión entre las personas, más que en cualquier otra.

Durante mi niñez, y como no aparecían aún los grandes centros comerciales que existen actualmente, las familias iban a comprar a la Alameda Zaragoza, entre el Pensador y la Juárez, por la calle González Ortega esos inefables pinos canadienses que olían a resina y a bosque. Uno solo de esos pinos importados perfumaba a navidad el hogar.

Por supuesto que existían variantes de acuerdo a la clase, posibilidades y los gustos de las familias laguneras. En muchas casas se prefería el mezquite con una capa de pintura plateada, adornado con esferas y luces eléctricas. Y por lo general, en esas casas se exponían nacimientos monumentales, con figuras de todo tipo y tamaño. En dichos hogares, era la gobernadora, arbusto del desierto, la que perfumaba de la manera más grata.   

 Aunque en muchos de los hogares torreonenses o laguneros puede haber “nacimientos” o “belenes”, la ceremonia del acostamiento del niño Dios tiende a ser más propia de las familias muy católicas de las clases medias y populares, que de las clases más acomodadas, económica y socialmente.

La celebración de este rito está asociado, por lo general, con la presencia de los mayores de la familia, como abuelos o padres. Cuando las nuevas generaciones se desprenden de las anteriores por razón de matrimonio, es común que la ceremonia se lleve a cabo con la presencia de las nuevas familias reunidas en casa de los padres, con un niño Dios por familia. A veces encontramos pesebres con varias imágenes del niño Dios, una por cada nueva familia. Es una norma popular no escrita, que la única manera de adquirir figuras del niño Dios sea por regalo, y nunca por compra.

Suele haber padrinos y madrinas de niño Dios, lo cual es una vieja costumbre franciscana-tlaxcalteca que originalmente incluía mayordomos. Los padrinos, o bien, el padrino o la madrina dotan al niño de ropa nueva cada año, durante un ciclo que por lo general dura tres. Una vez completado el ciclo, habrá nuevos padrinos.

La función de los padrinos es la de manipular al niño durante la ceremonia: vestirlo o desvestirlo, limpiarlo, arrullarlo, colocarlo en la bandeja del besamanos y circularlo entre la concurrencia, o bien, colocarlo y levantarlo del pesebre. También suelen dirigir los rezos o los cantos.

En cuanto a la cena de nochebuena o la comida navideña, había, como lo sigue habiendo, diversas posibilidades y preferencias. Los platillos más comunes son el pavo, el bacalao a la vizcaína, la pierna de puerco, la fabada, el guajolote en mole, los tamales, y mucha más variedad.

Por último, este cronista desea a sus amables lectores la más feliz de las temporadas navideñas.



jueves, diciembre 15, 2016

¿Reliquia sin virtudes?





La celebración de “la reliquia” es una costumbre originaria de Zacatecas y naturalizada desde hace mucho tiempo en la Comarca Lagunera. En la mentalidad popular, implica una promesa o manda hecha a un santo por una persona o una familia, por el año que pasó y agradecer la protección del santo, o bien para pedir su protección año tras año 

Esta manda o promesa se concretiza con la celebración anual de su fiesta en las casas, con rezos, con danzas y con una comida especialmente hecha para la ocasión, que en la Comarca Lagunera es conocida como “comida de reliquia”

Esta comida votiva consta de un guisado, asado de puerco (“asado de boda”) y siete (número sagrado) sopas diferentes. Estos platillos se reparten entre los asistentes al rezo, e incluso entre quienes lo soliciten, sean vecinos o no. Su propósito es filantrópico en la medida en que hay un reparto de comida entre los vecinos y asistentes.

El asado de puerco nutría al cuerpo y reponía las fuerzas de quienes iban de lejos —ranchos o haciendas vecinos— a celebrar la devoción. En cambio, las siete sopas nutrían el alma. 

Nutrían el alma, porque la ingestión de cada una de estas sopas representaba la promesa y voluntad del creyente de servir a Dios y al santo, mediante la práctica de las siete virtudes opuestas a los pecados capitales: La humildad, contra la soberbia; la generosidad, contra la avaricia; la castidad, contra la lujuria; la paciencia, contra la ira; la templanza, contra la gula; la caridad, contra la envidia; la diligencia, contra la pereza.

El número siete, como representación, no de las virtudes cristianas, sino de los pecados capitales, aparecía en las piñatas de siete picos. El creyente novohispano, vendado por su fe ciega, debía golpear la piñata y rechazar así una vida mundana. Quebrar la piñata significaba el triunfo sobre el mal, y la obtención del justo premio (los dulces y regalos).

Pero para volver a la reliquia, tenemos el contexto completo del significado de esta práctica tan popular en la Comarca Lagunera, contexto prácticamente desconocido. En efecto, “la reliquia” era a la vez devoción, rezo, comida, danza en ocasiones. Pero solía ser también un compromiso de vida, una promesa de práctica de las virtudes cristianas hasta la siguiente fiesta del santo, fecha en que el compromiso se renovaba.

Por lo que se refiere a la vida política de Torreón en la semana que pasó, el Congreso Estatal aprobó de manera unánime la licencia del ahora ex alcalde Miguel Riquelme Solís para separarse del cargo. Le releva como interino en el puesto Jorge Luis Morán Delgado, quien rindió su protesta en sesión solemne de cabildo ante la presencia de los regidores, y representantes de diversos sectores de la sociedad lagunera. Como Secretario del Ayuntamiento queda José Ignacio Máynez Varela, quien rindió protesta en 

sábado, diciembre 10, 2016

Tercer informe del alcalde de Torreón



El pasado martes 6 de diciembre, en el Teatro Nazas, ante una concurrencia de todos los sectores sociales, sobre todo funcionarios estatales y municipales, el alcalde de Torreón, Miguel Riquelme Solís presentó su tercer informe de gobierno. A través de dicho informe, dio cuenta de lo realizado en sus tres años de administración de la ciudad y su municipio.


Como colofón del informe de su administración, dio a conocer que ha solicitado licencia del cargo para poder competir en las elecciones internas del Partido Revolucionario Institucional por la candidatura para gobernador del Estado de Coahuila. Ya se ha enviado la solicitud formal al cabildo de Torreón, se hará igualmente al Congreso del Estado para obtener la licencia de separación del cargo.

La semana pasada este cronista hizo una visita al ejido colectivo “Batopilas”, en la jurisdicción del municipio de Francisco I. Madero, Coahuila. Su historia es muy interesante, ya que perteneció —como hacienda vitivinícola— a D. Francisco Rodríguez Rincón, nacido en La Coruña, España en 1883, el cual puso sus esperanzas de bienestar en México. Desembarcó en Veracruz en 1902 y posteriormente se trasladó a La Comarca Lagunera, donde fue muy conocido como empresario. 

Francisco Rodríguez Rincón

Bodegas Batopilas (1940) elaboraba aguardiente blanco, aguardiente moscatel, Brandy, Coñac. También producía uva de mesa para regalar, variedades Tokay, Cornichon, Emperador, Rosa del Perú, Moscatel, Málaga Roja y Málaga Blanca. Con el tiempo, cambio de dueños y la insolvencia para pagar a los trabajadores, la hacienda fue transformada en un ejido colectivo como pago a los empleados. Fue un caso muy sonado, a nivel regional, estatal y nacional. El Lic. Carlos Salinas de Gortari en varias ocasiones estuvo alojado ahí en calidad de funcionario. 



En la actualidad, Batopilas, que como dijimos arriba es un ejido colectivo, cuenta con unos 600 habitantes, y aunque ya no hay viñedos, su economía está diversificada, ya que cuenta con producción lechera y maquila de prendas de vestir.




Como sucede cada año a partir de la fecha de la bendición de los grupos de danza guadalupana, los torreonenses comenzaron a recorrer la avenida Juárez de oriente a poniente, en peregrinación hacia la basílica de Guadalupe. Se trata de un acto de profunda piedad y devoción, por medio del cual muchos católicos torreonenses presentan sus respetos a la virgen del Tepeyac.

La modalidad torreonense —si la podemos llamar así— es organizarse por comparsas, una por cada empresa, cualquiera que sea su giro. En la mayoría de los casos, la banderola, cartel o logotipo de la compañía y las ofrendas florales y monetarias encabezan la marcha. Detrás de éstas, desfilan los dueños o accionistas y el cuerpo de empleados. Un grupo de danzantes los acompañan, a veces contratados por la empresa. En otras ocasiones, son los mismos empleados quienes lo integran.

Cuando son los trabajadores de la empresa los que danzan, suelen ensayar la coreografía durante todo un año, a la vez que buscan mejorar o cambiar los diseños de sus trajes de matachines o de danzantes mesoamericanos. Es similar a lo que sucede en España entre los integrantes de las cofradías de Semana Santa. Cada grupo busca mejorar su propio estándar de presentación y su vestuario de años anteriores.

El último domingo antes del día 12 de diciembre se lleva a cabo la “Peregrinación Grande”, que inicia desde el Estadio de la Revolución, 2 kilómetros más hacia al oriente, debido a la cantidad de gente, de vehículos y carros alegóricos que participan.



domingo, diciembre 04, 2016

Testimonios "incómodos"


 Códice postcortesiano

Un antiguo relato de la historia Mexica menciona la época cuando los aztecas comenzaron a triunfar en sus campañas de guerra en el Valle de México, tras sufrir las humillaciones de ser un pueblo sometido y dUespreciado por su origen bárbaro. Fue entonces que un primer ministro azteca de sangre real, Tlacaélel, decidió acabar con los testimonios históricos que hablaban de la realidad de ese desprecio y sometimiento a manos de los pueblos vecinos. Decidió literalmente mandar destruir todos los códices –testimonios históricos- que dieran cuenta de esa época vergonzosa de la historia azteca. En pocas palabras, decidió cambiar la historia real de los mexica por una historia mítica, una historia en la cual este pueblo fuera el protagonista y no la víctima, donde hubiera de por medio una elección de sus dioses para llevar a cabo un destino glorioso de conquistas y de sostener a los dioses con sangre de cautivos.

Este relato da pie para pensar en la iniciativa de Ley General de Archivos, “que da control sobre la política archivística del país a la Secretaría de Gobernación” y que “propone dar a Gobernación el control de los archivos históricos del país” (fuente: Animal Político).

De manera consensual, tanto organizaciones civiles como expertos en archivística “dijeron este martes 29 de noviembre que la Ley General de Archivos no debe permitir regresiones como las que se proponen en la iniciativa actual, en la que está en riesgo que los archivos desaparezcan por cuestiones políticas al dejarlos en manos de la Secretaría de Gobernación”.

“Exigieron frenar la aprobación de la Ley en los términos actuales y que el Senado acepte una discusión amplia para lograr una mejor legislación que no ponga en riesgo la memoria del país. “En esos términos, preferimos que no se apruebe ninguna ley”.

El riesgo, de aprobarse esta ley, es muy claro. El poder político podrá controlar y hacer desaparecer todos aquellos fondos documentales que resulten adversos a sus intereses. Sin testimonios históricos fehacientes, no habrá sino opacidad, engaño y desinformación.





Nuevo libro de Marcela Pámanes González

Y para cambiar a un tema más agradable, mencionaremos que en el siempre esplendoroso recinto del Teatro Isauro Martínez, el pasado martes 29 de noviembre por la noche, se presentó al público un nuevo y magnífico libro de la autoría de Marcela Pámanes González, persona muy conocida y apreciada en la región por sus cualidades humanas y profesionales como conductora de programas de radio, y por supuesto, como autora. El libro en cuestión es "Entre Laguneros", que contiene una recopilación de 50 entrevistas radiofónicas transcritas y puestas en soporte de papel en forma de atractivo e interesante libro en el cual asoma nuestra identidad social lagunera, es decir, una serie de cualidades que los laguneros compartimos y definen nuestra personalidad social. Comentaron el libro Dolores Quintanilla, directora de la Editorial Quintanilla Ediciones, Antonio Álvarez Mesta, destacado académico, Javier Garza Ramos, periodista, y la propia autora, Marcela Pámanes, a quien felicitamos cordialmente por este medio. 

viernes, diciembre 02, 2016

Parió la abuela






En 1960, México contaba con 34 millones 923 mil 129 habitantes. Cincuenta años después, de acuerdo a las cifras preliminares del INEGI en torno al censo de población mexicana en 2010, ésta creció a 112 millones 322 mil 757 habitantes. Es decir, en medio siglo, edad promedio de un adulto, el número de mexicanos se había triplicado. Lamentablemente, ni la producción alimentaria ni la oferta de trabajo ha sido multiplicada en la misma proporción "gracias" a las medidas neoliberales y proyanquis de Salinas de Gortari y sucesores en la presidencia de México.

Efectivamente, en 1960 se había alcanzado la autosuficiencia en la producción de maíz y trigo. Existía una clase media con calidad de vida aceptable y con la posibilidad de acumular excedentes a través del ahorro. Cualquier secretaria —y lo digo en serio, yo fui testigo de varios casos— podía comprarse un coche volkswagen con una parte de su sueldo, pues el crédito era accesible, muy bajo en intereses y con largos plazos de pago. 

¿Cómo fue que creció de tal manera la población mexicana? Pensamos que no es muy difícil responder a esta pregunta. En las áreas rurales del país, los brazos adicionales siempre han sido fuente de riqueza. Mientras más hijos nacieran de una pareja, mejores condiciones de vida obtendría la familia en su conjunto. Los hijos eran una buena inversión en el mediano y largo plazo. Y México contaba con un fuerte apoyo al campo en 1960. De una o de otra manera, la agricultura ejidal era negocio.

Pero en las áreas urbanas, el clero alentaba a las parejas católicas, a “tener todos los hijos que Dios les mandara” a la vez que se condenaba el control natal. La comodidad de vida de entonces alentaba a los católicos a crear familias numerosas. Yo creo que si el clero hubiera tenido que aportar una beca para el sustento de cada hijo "mandado por Dios", el discurso clerical providencialista habría sido otro.

La introducción masiva de antibióticos en México al terminar la Segunda Guerra Mundial, y casi simultáneamente, la aparición de vacunas contra las enfermedades de la niñez, fueron innovaciones en la vida sanitaria del país que impactaron de manera dramática, al disminuir las tasas de mortalidad infantil.

Sin embargo, las crisis económicas como las de los sexenios de los presidentes Echeverría, López Portillo, Zedillo, Fox, Calderón, así como medidas equivocadas en torno a la política agraria, como la del presidente Salinas, agravaron la problemática de la población mexicana. Pareciera que en nuestro país, la llamada “Ley de Murphy” ha cobrado plena vigencia. No podemos producir ni siquiera nuestros propios alimentos. Hay que importarlos.  

Se trata de un enunciado que no tiene otra intención que el de hacer reír, pero pareciera que en México, las peores cosas suceden en los momentos más inoportunos, como un disparado crecimiento de población cuando apenas habíamos alcanzado la autosuficiencia alimentaria, o acabar con el productor ejidatario por razón de un “tratado de libre comercio” cuando era bien sabido que la suficiencia alimentaria constituye un problema de seguridad nacional, y que la tasa mexicana de natalidad era tan alta.

Éramos muchos y "parió la abuela". El señor Donald Trump parece haber escogido el momento histórico en que los presidentes mexicanos echaron toda la carne al asador estadounidense, para crear una situación que promete afectar mucho más las condiciones de vida en México. Es verdad lo que mencionan los intelectuales y críticos de la política proyanqui de las altas esferas del gobierno mexicano: los Estados Unidos no tienen amigos, solo intereses. 

Por cierto, los conservadores del siglo XIX, tan atacados por "monárquicos e imperialistas" buscaban también diversificar los mercados con Francia e Inglaterra para no depender solamente de los Estados Unidos. Pero ya sabemos que por la imposición abusiva y unilateral de la "Doctrina Monroe" del vecino del norte, se buscaba conservar a la "América [Latina] para los americanos [estadounidenses].