Los marqueses de San Miguel de Aguayo
gozaban de la propiedad del mayorazgo (bienes indivisibles que pasaban por
herencia del padre al hijo mayor) concedido el año de 1682, por el Rey Carlos
II, a los descendientes del conquistador don Francisco de Urdiñola.
Por la
“Historia de la Laguna” de Eduardo Guerra, sabemos que por el año de 1730 los
límites del mayorazgo llegaban a los linderos del vecindario de Santa María de
las Parras, y con el fin de acrecentarlo, el Marqués solicitó y obtuvo que le
fueran mercedadas unas tierras que resultaron con una extensión de ciento
quince sitios de ganado menor.
El 18 de abril de 1731, el alcalde mayor de
Parras y teniente de capitán general en Santa María de las Parras y villa del
Saltillo, don Prudencio de Bastierra, le dio la posesión material de los 115 ¼
sitios de ganado menor mercedados a los marqueses de Aguayo.
La solicitud de
merced la había hecho don Joseph de Azlor Virto de Vera, tercer esposo de doña
Ignacia Javiera de Echeverz y Subiza, segunda marquesa de San Miguel de
Aguayo. El remate lo llevó a cabo don
José Mesía de la Cerda y Vargas, oidor de la Real Audiencia de Guadalajara y
juez superintendente general de composición de tierras por título despachado en
Guadalajara el 22 de enero de 1731.
Las
tierras del mayorazgo se acrecentaron con otras mercedes en 1740 y 1741, y por
compra en 1760, a don Andrés Joseph de Velasco.
De esta manera, se fue conformando una de las muchas haciendas de los
marqueses, la enorme Hacienda de San Lorenzo de La Laguna, en la Nueva Vizcaya,
cuya mayor superficie se ubicaba en Coahuila y una faja de Durango. Harris
menciona sus dimensiones:
La Hacienda de San Lorenzo de La
Laguna contenía la parte oeste del marquesado y de acuerdo con las escrituras
tenía 437 331 hectáreas, pero de hecho cubrían cerca de 979 660 hectáreas.
El nombre lo tomó de la antigua visita
misional de los jesuitas, lugar de pastoreo de las ovejas de los marqueses.
Pero también se le llamó “de La Laguna” para distinguir esta hacienda de la de
San Lorenzo de Parras. El referente hidrológico contó en la imposición del
nombre, puesto que San Lorenzo se ubicaba cerca de la laguna de Mayrán.
Se debe
considerar también que sus tierras se encontraban en el viejo partido de La
Laguna, uno de los tres municipios de la Alcaldía Mayor de Parras, Laguna y Río
de las Nazas. Con el tiempo y el olvido, se consideró que La Laguna abarcaba
solamente a este partido, sin tomar en cuenta que el País de La Laguna
consistía en la suma de los tres partidos originales. Santa María de las Parras
fue su capital judicial, administrativa, religiosa y cultural.
Las tierras de San Lorenzo de La
Laguna eran valiosas para los marqueses de San Miguel de Aguayo por sus aguas y
pastos. Estos nobles titulados poseían grandes rebaños de ovejas con los cuales
habían establecido prácticas de ganadería trashumante.
Sobre este punto, y
refiriéndose a la era de la independencia, comenta Doris M. Ladd: “El ganadero
más importante del virreinato fue un noble criollo mayorazgo, el marqués de
Aguayo. El marqués de Aguayo y su nuera, la condesa del Álamo, tenían 420 mil
corderos en sus vastas propiedades que se extendían desde Monterrey hasta la
ciudad de México”.