Durante la era colonial, la Comarca Lagunera estaba constituida por pueblos de indios con vecinos españoles, como Parras y Viesca, o reales de minas como Cuencamé y Mapimí. Fuera de esos pequeños fundos urbanos, predominaba en el territorio lagunero la hacienda, con sus submúltiplos, los ranchos. Una buena parte de la economía de los laguneros de esa época, consistía en hacerse contratar como jornaleros de los ranchos de las diferentes haciendas, con frecuentes migraciones hacia los que ofrecieran mejores oportunidades. Pero dichas migraciones con frecuencia se hacían dentro del sistema económico creado por los marqueses de Aguayo y condes de San Pedro del Álamo.
Como digo en mi libro “El País de La Laguna” “Otra importante razón que puede explicar los vínculos de identidad entre los habitantes de la actual Comarca Lagunera de Coahuila y Durango consiste en que, durante los siglos XVIII y principios del XIX, una buena parte de sus territorios y haciendas pertenecieron a la misma familia. Existía una continua comunicación entre las haciendas de los marqueses de Aguayo (en lo que ahora es Coahuila) y la de los condes de San Pedro del Álamo (en el actual estado de Durango). El 2 de julio de 1735 el mariscal de campo Francisco de Valdivieso y Mier, primer conde de San Pedro del Álamo, se casó con Josefa de Azlor, tercera marquesa de San Miguel de Aguayo. En la práctica, los latifundios y mayorazgos de ambos se integraron en uno solo. Las posesiones de los marqueses de Aguayo tenían como centro el eje económico Parras-San Francisco de los Patos (General Cepeda, Coahuila) con cientos de miles de hectáreas en los actuales municipios de Parras y en los de La Laguna de Coahuila y de Durango. Las propiedades del conde del Álamo tenían su centro en la hacienda de Santa Catalina del Álamo, con unas 42,000 hectáreas en los actuales municipios de Peñón Blanco, Guadalupe Victoria, Cuencamé y Nazas, todos en Durango".
Precisamente por esta razón, mis últimos artículos de investigación en esta Crónica, los he dedicado a probar e ilustrar estas afirmaciones, por medio de historias familiares bien documentadas, donde no solamente aparece la migración intralagunera, sino también algunos datos sobre cuestiones étnicas, más que valiosos.
En esta ocasión, quiero tratar el caso de la familia Almaraz-Vargas, establecida en el Rancho de La Concepción en 1848. Se trata de familias que ya estaban establecidas en lo que actualmente es la jurisdicción municipal de Torreón, dos años antes de que existiera siquiera el rancho que le dio nombre a nuestra ciudad.
En el padrón de 1848, se menciona la casa de Tomás Almaraz, de “68” años de edad, casado con Gregoria Vargas, de “30” años de edad. Se mencionan como hijos de este matrimonio a Froilana Almaraz, doncella de 20 años de edad; Carmen Almaraz, soltero de 16; Pioquinto, soltero de 14; Trinidad, (adoptado) de 9 años; Bernardina, párvula de 7 años; Andrea, párvula de 6; Cresencia, párvula de 3; Donaciana, párvula de 1.
¿Cuál es el origen de Tomás y de Gregoria, troncos de futuras familias torreonenses? ¿Dónde nacieron? ¿De dónde eran sus familias?
Una prolija investigación documental nos permitió arrojar luz sobre estos asuntos. La partida del matrimonio entre José Tomás Almaraz Antúnez y María Gregoria Vargas Martínez se encuentra depositada en la parroquia de Santiago de Mapimí, y corresponde al 16 de enero de 1836. En esa partida se hace constar que Tomás tenía 50 años de edad; que era viudo en primeras nupcias de María Antonia González, sepultada en el camposanto de Mapimí; que Tomás era originario del Álamo de Parras (o sea Viesca, Coahuila) y que residía en “San Rafael” de la misma jurisdicción; que era hijo legítimo de Vicente Almaraz y de María Gabriela Antúnez, ya difuntos. La novia, María Gregoria Vargas Martínez, doncella de 24 años de edad; originaria de la Hacienda de San Juan de Casta, y residente en San José del Tajito; hija legítima de Manuel Vargas y de Anselma Martínez, ya difuntos.
Durante su primer matrimonio, Tomás Almaraz residía en la región que la vicaría parroquial del Álamo de Parras (Viesca) designaba como “Laguna”, como lo demuestra el acta de bautismo de “José de la Presentación Dolores Almaraz González”, del 11 de diciembre de 1807, que al margen dice “Laguna. José de la Presentación”, y que en el texto de la partida de bautismo menciona ser hijo legítimo de Tomás Exiquio Almaraz, y de María Antonia González, de quien ya hemos visto, era la primera esposa de Tomás. Los abuelos del infante son mencionados, los paternos eran Vicente Almaraz y María Gabriela Antúnez; y los maternos, Juan Domingo González y María de los Santos Rodríguez.
Precisamente a este Dolores Almaraz lo encontramos residiendo en 1848 en una casa contigua a la de su padre Tomás, en el Rancho de la Concepción en 1848. Para entonces declaraba tener 42 años de edad y estaba casado con Romana Salazar, y con él vivían sus hijos Juliana, de 16 años, Antonio, de 14; Pedro, de 8 (adoptivo) e Ildefonsa, de 7 años.
También en La Concepción encontramos como residente a Policarpo Almaraz González, hijo de Tomás y de Antonia, bautizado en Viesca el 2 de febrero de 1820, con los nombres de Policarpo de los Dolores. En 1848 declaraba tener 24 años, y estaba casado con Florencia Vallejo, 23 años de edad. Tenían un hijo, “Márgaro” Almaraz Vallejo, de apenas un año de edad.
Otro de los vástagos Almaraz González que residían en La Concepción en 1848 era Sóstenes de los Dolores, bautizado con ese nombre el 11 de enero de 1813, en Viesca, hijo legítimo de Tomás Almaraz y de María Antonia González. En el padrón declara tener 24 años de edad, estar casado con Nicolasa Salazar, con una hija, Nieves Salazar, de 5 años de edad.
Aunque no es el propósito de este artículo, el padrón nos muestra que los pobladores de los ranchos estaban constituidos por grupos de parientes muy cercanos, paternos y maternos. La convivencia en contigüidad de la familia extensa, suegros, tíos, primos, cuñados e hijos de la pareja, era fundamental para la supervivencia. Los grupos de parientes no necesariamente estaban atomizados en diversos lugares, ranchos y haciendas.
En este caso particular, hemos visto cómo Tomás Almaraz, originario de Viesca y residente de San Rafael (de los Milagros) se casa con María Gregoria Vargas, originaria de la Hacienda de San Juan de Casta, y que residía en El Tajito. Su matrimonio, registrado en Mapimí, no implica que vivieran en esta población, sino que se trataba de la parroquia más cercana, donde podían recibir los sacramentos. Sin embargo, el hecho de que la primera esposa de Tomás Almaraz estuviera sepultada en el camposanto de Mapimí, hace pensar que esta pareja vivió más cerca de esa parroquia que de Viesca. Los fieles de la Concepción por lo general iban a casarse a Mapimí. Incluso en ocasiones hubo tragedias terribles, en que la novia era robada por los indios en el trayecto, y el novio y sus parientes, asesinados en su totalidad. Así eran la vida y la muerte cotidianas en las riberas del Nazas en 1848.
Adición: El acta de matrimonio de Tomás Almaraz y María Antonia González se encuentra asentada en Viesca, el 26 de noviembre de 1806. Dice al margen “Laguna. Tomás Almaraz . Ma. Ant[oni]a Casimira González”.
En resumen, se certifica que Tomás Almaraz, "indio" de edad de 20 años (nacido en 1786) es originario del Real de Mapimí y residente en "esta jurisdicción" (Viesca) desde su tierna edad, hijo legítimo de Vicente Almaraz y de Javier Antúnez, quienes presentaron su pleno consentimiento, con María Antonia Casimira González, mestiza de edad de dieciséis años, originaria del Rancho de San Antonio de esta jurisdicción, hija legítima de Juan Domingo González y María de los Santos de los Dolores Rodríguez, quienes también presentaron su consentimiento. Firma: Mariano de Riaño.