El piloto Pablo Sidar, miembro de la flotilla agresora
Con motivo de la proclamación del “Plan
de Hermosillo” y de la presencia del general Gonzalo Escobar en nuestra ciudad,
Torreón sufrió bombardeos y ametrallamientos ejecutados por la fuerza aérea de
los gobiernos de Emilio Portes Gil y/o Plutarco Elías Calles. Los hechos
ocurrieron sobre áreas civiles los días 16 y 17 de marzo de 1929.
Los daños
fueron los siguientes: ametrallamiento aéreo en la avenida Hidalgo, frente al
establecimiento del señor Efraín López, causando heridas al señor Antonio
Huerta.
Ametrallamiento aéreo en la calle Ramos Arizpe, ente Iturbide (Presidente
Carranza) e Hidalgo, resultando herido el señor Dionisio Hernández.
Ametrallamiento
aéreo de La Alianza, resultando herido el señor Manuel Silva.
Ametrallamiento
aéreo de los patios de la estación del ferrocarril, causando heridas y
mutilación a un garrotero.
Una bomba explosiva que detonó sobre la casa del
señor Mateo Ornelas, en el barrio “La Durangueña”. Esta bomba destruyó por
completo su casa, y lo hirió gravemente.
Una bomba explosiva detonó en la calle
Valdés Carrillo, entre Juárez y Morelos (frente a la plaza) la cual causó la
muerte del señor Alejo Torres y heridas a la señora María Concepción Soto y al
señor Salvador Izarrague.
Una bomba explosiva detonó en la calle Valdés
Carrillo, entre Hidalgo e Iturbide (Presidente Carranza) muy cerca de “la casa
eléctrica” causando heridas a Ascensión Rodríguez.
Otra bomba explosiva detonó
en la calle Múzquiz y avenida Juárez, junto a “La Mexicana”, causando heridas a
los señores Gregorio García, Serafín Villegas, Eduardo Gurrola, Agustín Ramírez
y a la señorita María Galván.
Una bomba incendiaria cayó en la casa del señor
Silvestre Jaime Horta, ex oficial mayor del departamento de Tránsito de
Torreón. La bomba se incrustó en una gruesa barda, humeando pero sin estallar,
por lo cual fue apagada con agua por algunas vecinas.
Otra bomba cayó a
espaldas de la estación de ferrocarriles, si resultar nadie herido. Otra bomba
se incrustó en el pavimento del cruce de la calle Valdés Carrillo y avenida
Allende, sin estallar ni arder.
Los torreonenses fueron advertidos de
qué hacer en caso de que una bomba cayera cerca de ellos. Un artículo
periodístico del 17 de marzo de 1929, dice textualmente: “Ahora que se ha
repetido el ataque a la ciudad desde los aviones, y en vista de los numerosos
heridos que se han registrado, consideramos pertinente indicar al público que
cuando se esté cerca de un lugar donde explote una bomba, lo más conveniente es
dejarse caer boca abajo sobre el suelo, lo más rápidamente posible, para evitar
ser alcanzado por los proyectiles”.
Por su parte, los maquinistas acordaron
hacer sonar los silbatos de las locomotoras apenas avistaran aviones
gubernamentales, con el objeto de advertir a la población civil sobre su
presencia. Así que, las primeras sirenas antiaéreas de Torreón fueron los
silbatos de las locomotoras.
El día 17 de marzo de 1929, el cuerpo
diplomático formado por los cónsules extranjeros que residían en Torreón,
convocó a una junta de urgencia para elevar una protesta al gobierno de
Washington. Los representados eran miembros de las colonias extranjeras, y
temían por sus intereses materiales en la Comarca Lagunera. La reunión se llevó
a cabo en el consulado de los Estados Unidos en Torreón.