En relación a los sucesos nacionales
ocurridos durante la semana que pasa, consideramos que es muy lamentable que
una periodista de la talla de Carmen Aristegui haya sido cesada por MVS junto
con su equipo de investigación. Las razones argumentadas por MVS para tomar tal
medida son ampliamente conocidas, y ciertamente la opinión pública no concuerda
con los criterios de MVS ni los justifica.
Carmen Aristegui es una comunicadora de
talla internacional, que se asume y se manifiesta como una mirada y una voz
crítica en relación a los entornos políticos, sociales y económicos de nuestra
nación. Se trata de una mujer que ha sido condecorada con la Legión de Honor
por el gobierno de Francia, por su destacada trayectoria y ejercicio
profesionales en el ámbito de la comunicación en México.
En realidad, la dirección de comunicación
social de la presidencia de la república debería ser la más activa mediadora
entre MVS y Aristegui con el fin de restaurar a la conductora de “Noticias MVS
Primera Edición” a su rutina diaria. Porque ese despido está afectando
profundamente la imagen del presidente Peña Nieto, que ya de por sí admitió
recientemente en Inglaterra que su gobierno está sumido en una crisis de
credibilidad.
Es posible que la presión para el despido de Aristegui no haya
venido de la presidencia. Quizá fue un simple acto de autocensura de MVS. Pero
para la opinión pública mexicana, e incluso para la extranjera, los principales
beneficiados con ese despido serían el presidente Peña Nieto y la clase
política mexicana. En este contexto, pareciera que estos actores no desearan que
existieran voces capaces de censurar las corruptelas del poder. Aristegui
demostró ser una notable investigadora de esta clase de irregularidades.
Es extraño que MVS, una empresa de
comunicación masiva con fines de lucro, no valore las pérdidas en rating que le
puede ocasionar un despido como el de Carmen Aristegui. Planteado así, me
recuerda el caso de aquel príncipe europeo que estaba celoso de la gran
popularidad de su esposa. No se daba cuenta, o no quería darse cuenta, del
enorme beneficio que esa popularidad aportaba a su causa. Caso totalmente
opuesto al de John F. Kennedy, que se daba cuenta, valoraba y capitalizaba el
beneficio político que le proporcionaba la popularidad de su esposa, Jackie
Bouvier. Una empresa con fines de lucro no debería despedir a uno de sus
promotores estrella.
Y para hablar de otra cosa, hoy se celebra la festividad de San José. En Matamoros, Coahuila, desde
principios del siglo XX, existía una “reliquia de San José”. La particularidad
de esta tradición en Matamoros, aparte de que estaba dedicada a San José, es
que no había invitados designados, sino que era un evento para todos, una
especie de “casa abierta”. Las calles se llenaban con gente que transitaba para
acudir a la casa de aquellas solventes familias que ofrecían esta comida a
quienes se la solicitaran. Muchas veces, estas mismas familias enviaban
“reliquia” para los presos de la cárcel.
Entre las personas que en 1927
abrieron sus casas y mesas para que acudieran las personas que lo quisieran,
estaban el señor Juan Toro y señora; el señor Pilar Rodríguez y señora; el
señor Juan Esquivel y señora; el señor Sebastián Ibarra y familia.
En diarios:
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1098412.un-hecho-desafortunado.html
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