En varias ocasiones, he escrito sobre los restaurantes que han hecho o marcado época en Torreón. Nuestra ciudad siempre ha contado con una buena cantidad de sitios de buen nivel y con una gran oferta de platillos de comida nacional e internacional.
Uno de estos restaurantes fue, sin duda alguna, “La Casona”. Famosa desde los años setenta, fue objeto de cambios en su administración a través de décadas, alternando las épocas de abandono con las de bonanza y fama.
“La Casona” inició su existencia como casa habitación. Está ubicada en la esquina noroeste del cruce de la avenida Morelos con la calle García Carrillo, apenas a una cuadra del costado oriental de la Alameda Zaragoza. Se trata de un lugar céntrico, que hace algún tiempo fue denominado como “zona rosa de Torreón” por los restaurantes y tiendas que existían por el rumbo.
La historia de “La Casona” como restaurante, comienza con una decisión del conocido matrimonio de don Lucas Haces Gil y su esposa, doña Carmen Pámanes. Estaban interesados en poner a disposición de la sociedad lagunera, “un restaurante de gran categoría, con el deseo de que fuera un centro de reunión de lujo y comodidad, donde los laguneros pudieran concertar sus citas, comer y disfrutar de buenos platillos, bebidas y confort”. Con estas ideas en mente, “La Casona” fue inaugurada el 9 de agosto de 1973 con cena y variedad, con un costo de 75 pesos el boleto. Amenizaron “Julieta Paya y “Erick, el caballero de la canción”. El establecimiento abría doce horas al día, desde la una de la tarde a la una de la mañana, con música continua y servicio de restaurante. Diariamente se cambiaba el menú, y los domingos era especial. No había consumo mínimo.
En ciertas ocasiones, “La Casona” contrataba a artistas de nivel para que interpretaran sus éxitos más conocidos. En septiembre de 1974, la artista invitada era la brasileña Denise de Kalafe. En enero de 1975, ya se encontraba funcionando una “disco” en “La Casona”.
En abril de 1975, se renovó la administración de “La Casona”, la cual quedó en manos de los señores Claudinor Barbosa y señora. El toque personal que le dieron fue el de conseguir un ambiente familiar “para que los papás y mamás dejen venir, con toda confianza, a sus retoños a bailar a su tertulia dominical”.
El menú del 20 de abril consistía en cocktail de frutas, consomé de pollo, arroz a la jardinera, almendrado de ternera o dobladiña a la brasilera, y postre. El costo era de cuarenta pesos el cubierto.
El canto y la música siguieron presentes en “La Casona”. Se contrataba a intérpretes como Lalo Ibarra, “La voz romántica de México” o al grupo “La muela del juicio”.
Un domingo cualquiera de 1975 se podía comer cocktail de aguacate, sopa de ajo, milanesa a la parmesana con ensalada y papas a la reina, flan o nieve por cuarenta pesos (cuatro centavos de nuestro peso actual). Por la noche del domingo, se llevaba a cabo la tertulia, con la presencia de “La muela del juicio”.
Otros artistas que se presentaron en esa época en “La Casona” fueron Lina de la Rosa, Lupe y Raúl, Raquel Olmedo y el grupo defeño “La Mezcla”.
En 1975, los anuncios publicitarios de “La Casona” adoptaron un estilo sui generis con la intención de causar un efecto cómico y relajado entre sus parroquianos. Probablemente iba más dirigido a los jóvenes que a los adultos.
Para enero de 1976, el restaurante de mariscos “Boca del Río” había adquirido “La Casona”. El menú sufrió un cambio drástico: zarzuela de mariscos, pulpo en su tinta, ostiones en su concha, bacalao a la vizcaína, parrillada de mariscos. Los viernes, como el viernes 7 de enero de 1977, la variedad de platillos incluía camarones: a la diabla, imperial, al ajillo, en brochetas y en popurrí. Ostiones: naturales en su concha, casino, Rockefeller, en escabeche y a la diabla. Pescados: pámpano armandini, robalo papillón, filete en salsa verde, pescado a la oriental. Pulpos: en su tinta, a la mexicana, a la marinera, en entremés y en concha. De cena: pollo a la diabla, a la Bavaria, espagueti casino.
Realmente “La Casona” se caracterizó por épocas de sueños e inversiones, seguidas de fracasos económicos. Siempre ha resultado ser un lugar sin mucha suerte. No termina aquí la historia, pues aún he de referir cuando “La Casona” tuvo por dueño a Jared Borgetti, astro del Santos Laguna y de la selección nacional de futbol.