Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

lunes, agosto 29, 2016

Más daños por lluvias



Foto de El Siglo de Torreón

En Torreón pocas veces llueve, pero cuando llueve, lo hace en serio. Recuerdo que en mi infancia solía haber uno o dos aguaceros en verano, cuando estaba yo de vacaciones escolares. Y no era sino hasta septiembre, que uno regresaba a clases, que el cielo se encapotaba de un frío gris melancólico y comenzaban a caer lluvias ligeras. Siempre llovía el día del "grito", el del desfile del 16 de septiembre, durante la Feria del Algodón o para la celebración de las tradicionales Romerías de Covadonga. 

Solo en dos ocasiones muy memorables las lluvias han sido tan intensas como para desbordar seriamente el Río Nazas: en 1868, cuando la corriente se llevó al primer torreón construido por Zuloaga, y un siglo después, en septiembre de 1968, cuando se inundó Gómez Palacio, Durango, mientras en Torreón se construía el bordo de defensa para evitar la invasión de las aguas a Torreón. 

Claro, años sí, años no, hay alguna tormenta que hace caer el agua que suele caer en un año completo en Torreón, verdaderas trombas. 

Este mes de agosto de 2016 resultó ser muy destructivo en La Comarca Lagunera, debido al largo período de lluvias que hemos padecido, incluso antes de que comience el mes de septiembre, el mes tradicionalmente lluvioso en la región. 










Muere Juan Gabriel





México entero ha recibido con pesar la noticia de que el cantautor Juan Gabriel (nacido Alberto Aguilera Valadez) murió de un infarto el pasado 28 de agosto en Santa Mónica, California, a sus 66 años de edad.   

El caso "Juan Gabriel" debe ser considerado como un fenómeno social, en el sentido de que el gusto por su música fue compartido por México entero, y su muerte la lamenta con sinceridad todo el país. Algunos de sus intérpretes lo hicieron conocido y admirado en otras naciones. 

El Juan Gabriel corporal ha muerto. No obstante, su sensibilidad permanecerá viva para siempre a través de su vasta obra musical. Como otros grandes compositores, ha cruzado el pórtico de la eternidad.











sábado, agosto 27, 2016

El separatismo del Noreste





Bandera de la República del Río Grande


Pocos norestenses (nombre convencional de los habitantes de los estados del noreste de México) conocen lo que fue el proyecto de la “República del Río Grande”. En una convención llevada a cabo el 17 de enero de 1840 en Laredo, ciertos delegados de los tres estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas se pronunciaron y declararon la independencia de las tres entidades para formar una nueva república. 


Localización de la "República del Río Grande"


Desde luego, esta era la manera como un grupo político minoritario intentaba presionar al gobierno centralista para que se restituyera la constitución federalista de 1824. 

Jesús de Cárdenas fue designado presidente; Antonio Canales Rocillo, comandante general del ejército; Juan Nepomuceno Molano, delegado y miembro de la convención por Tamaulipas; Francisco Vidaurri y Villaseñor, delegado y convencionista por Coahuila; Manuel María de Llano lo era por Nuevo León, y José María Jesús Carvajal era el secretario de la convención.

Este proyecto de república contaba con su propia bandera, que era semejante en diseño a la de Texas, con dos fajas, la superior en blanco, la inferior en negro, más una partición vertical roja, y sobre ésta, puestas en línea descendente, tres estrellas blancas de cinco puntas, cada estrella representando un estado separatista. 

Esta efímera “República del Río Grande” o “República Norte mexicana” (como también se le llamó) duró 293 días, ya que la expedición punitiva del general mexicano Mariano Arista fue imparable, y Canales tuvo que capitular en Camargo, Tamaulipas, el 6 de noviembre de 1840.

Por lo general, las fuentes que hablan de esta declaratoria de independencia norestense son estadounidenses, ya que el gobierno mexicano, en medio del clima volátil de esa época, prefirió guardar silencio. Varias entidades, como Texas, Yucatán y Zacatecas buscaban los mismos fines separatistas (Texas con éxito) y hablar del asunto solamente hubiera alentado la secesión. 

Incluso hay quien piensa que el hecho, de  hacer público el proyecto de República del Río Grande, fue más propagandístico que histórico, mera publicidad política que beneficiaba a los texanos. Sin embargo, hay publicaciones periódicas mexicanas de la época que dan certezas de la historicidad de los acontecimientos, como “La Hesperia” del 5 de abril de 1840, página 2, en su artículo “Crónica de México”, columna 3; y el mismo semanario, en su edición del 12 de abril de 1840, “Crónica de México”, pp. 2 y 3.





Por otra parte, uno debiera preguntarse si el "Plan de Monterrey" y la anexión de Coahuila por Santiago Vidaurri, gobernador de Nuevo León (de hecho, anexó también partes de Tamaulipas) respondía al proyecto original de la formación de la “República del Río Grande" o "de la Sierra Madre”, es decir, de un nuevo intento por federar e independizar a los estados de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas. 

Casi se lamenta uno al pensar que una nación independiente como la de ese fallido proyecto nos hubiera evitado (a los norestenses) vivir en un México que se ha convertido en una caja de pandora, de la cual ha surgido un férreo centralismo y toda clase de males, como lo podemos verificar de manera cotidiana.

miércoles, agosto 24, 2016

Vuelven las aguas del Nazas





Entre ayer martes y hoy miércoles llegaron al centro de la Zona Metropolitana Lagunera las aguas del Río Nazas. Las recientes e intensas lluvias han llenado la presa Francisco Zarco ("Las Tórtolas") y las autoridades correspondientes decidieron desfogarla soltando agua por el lecho seco del río y por la red de canales. 

Como en otros años lluviosos, 1991, 2008, 2010, y ahora 2016, las aguas del Nazas vuelven por sus fueros y recorren el casi perpetuamente lecho seco de su cauce. 

Mucha gente se dio cita en las riveras del río para saludar el paso de las aguas, un espectáculo que siempre ha sido significativo para los laguneros, y que antiguamente los agricultores celebraban con un protocolo simbólico y social muy específico.



Cuando las aguas del Nazas estaban próximas a brincar los vertedores e iniciar así la distribución del agua de riego en La Laguna de Coahuila, los terratenientes se juntaban en un cierto lugar para celebrar el inicio del ciclo algodonero. Ahí se colocaban mesas para banquete, y sobre las mesas había poncheras. En estas poncheras se vertía hielo frappé, champaña, vino blanco, cuadritos de manzana y un toque de kirsch. Tanto al recipiente como a la bebida preparada se le conocía como “la tinaja lagunera”. Con esta bebida se festejaba la llegada de las aguas.  

Las poncheras, que en ocasiones eran de plata, servían tanto para contener la bebida que se preparaba tradicionalmente para los banquetes de bienvenida de las aguas del río, como para para arrojar su contenido a las aguas del Nazas, haciéndolo así partícipe de la alegría general.

Las fotografías que ilustran este artículo son cortesía del profesional de la cámara, Louis Rodríguez.

viernes, agosto 12, 2016

La omnipresente corrupción







Por lo general, cuando hablamos de corrupción, la referimos a los sectores oficiales de nuestro país. Pero rara vez pensamos que se trata de conductas y actitudes compartidas por toda la sociedad mexicana.

La cultura de la corrupción ya coqueteaba con los mexicanos cuando el general Obregón, luego presidente de la República, declaró de manera cínica que “nadie aguantaba un cañonazo de 50 mil pesos”.

¿Que cabía esperar, pues, de los ciudadanos comunes? El término “corruptio” denomina tanto el estado como el proceso de descomposición, de putrefacción. La corrupción es un proceso que afecta a un cuerpo, antes sano, y lo convierte en un amasijo de tejidos podridos.

La metáfora, aplicada a nuestro país, implica que un cuerpo social de sanas costumbres se transforma en algo sucio y maloliente, como si padeciera una terrible gangrena.

Un cuerpo social saludable implica el ejercicio de las garantías individuales, del pleno estado de derecho y de la equidad de los ciudadanos ante la ley. Así de simple. 

Una sociedad sana será aquélla en la cual, todos sus miembros gocen los beneficios de una economía sana en base a un estado real de derecho y no ficticio, un estado de derecho que vele por el bienestar de toda la sociedad y no solamente de algunos sectores privilegiados. Un estado que impida la corrupción, que castigue a los ladrones de cuello blanco y a los defraudadores, desde el presidente hasta el último de los ciudadanos.

Pero sabemos que los mexicanos somos alérgicos a la legalidad y al concepto de equidad. Todos queremos ser tratados de manera especial y ventajosa, por encima de los derechos de los demás. Y para ello, hacemos trampa. Los casos de corrupción pueden y suelen ocurrir, lo mismo entre las grandes constructoras que entre la fila de clientes de un banco o una tortillería. La corrupción implica “atajos” u “oportunidades” que violentan los derechos de terceros.

En el mundo del deporte olímpico, es muy posible que las personas que asistan a la competencia internacional no sean precisamente las mejor dotadas o entrenadas, sino las que tuvieron “palanca” para conseguir apoyo oficial. Otros van por su cuenta, sin subsidio alguno. 

La cultura de la equidad implica que todos los deportistas tengan el mismo derecho a recibir los apoyos para su preparación y entrenamiento, y para ser considerados candidatos a viajar. Pero entonces, la medida para seleccionarlos sería el mérito: el que desarrolle más y mejor, sería el seleccionado. Así sucede en países que destacan deportivamente. Participan los mejores deportistas. Por experiencia histórica, sabemos que en México no ocurre así.


La verdadera tragedia es que, como nación, México ha optado, no por el mérito, sino por la maña. Esto es lo que implica la cultura de la corrupción. Un porcentaje significativo de los empleos, sea en el mundo de la política, la empresa, las artes, la cultura, los medios de comunicación, el clero, e incluso la ciencia, no se han otorgado a personas que llegaron ahí por sus propios méritos y capacidades profesionales, sino más bien, por su habilidad para simular, adular, tranzar, e incluso, para venderse.

viernes, agosto 05, 2016

Cultura alimentaria en La laguna



Orejones de fruta deshidratada


Una de las características distintivas del proceso de poblamiento relativamente reciente (finales del siglo XIX y principios del XX) de las ciudades de la zona metropolitana, particularmente de la ciudad de Torreón, ha sido su pluralidad étnica que se tradujo en un cosmopolitismo aún presente en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana. Quizá de manera particular, en la alimentación. 
Al ir de compras, lo hacemos en establecimientos cuyos orígenes están ligados al esfuerzo de inmigrantes primigenios cuyos descendientes conocemos, tratamos y apreciamos. Mexicanos, españoles, chinos, franceses, palestinos, libaneses, alemanes —la lista de nacionalidades y etnias sería larga y variada—, todos ellos crearon comercio, trabajo, fuentes de riqueza para nuestra sociedad y, sobre todo, un estilo de vida particularmente perceptible para los fuereños que residen algún tiempo entre nosotros.

Cuando consumimos dulces de leche o vinos y destilados de uva regionales, jocoque fresco o seco, paella, pan árabe, fabada, hojas de parra, comida china cantonesa, tan apreciada en la Región, o postres como los dedos de novia, pocas veces somos conscientes de la naturalidad con que hemos incorporado a nuestra dieta diaria alimentos de tan variado origen y presencia. Pero no siempre fue así. 
Los habitantes del País de La Laguna contaban con otra clase de dieta cotidiana. ¿Qué productos comestibles se podían conseguir hacia 1780 en una tienda de abarrotes comarcana? Los inventarios de la época nos lo muestran: harina de trigo, arroz, azúcar, manteca de puerco (para freír, para incorporar al pan o para servir de combustible barato para lámparas), camarón seco, cacao de Caracas y de Maracay (Venezuela), pimienta, azafrán, frijol, anís, chile.

Cacao

Algunas de estas provisiones llegaban de Venezuela o de España, otras procedían de Veracruz, de Puebla o de Michoacán a través del Camino Real de la Tierra Adentro, que vadeaba el Nazas en el Presidio del Pasaje y Cinco Señores (ambos en La Laguna de Durango). 

Azafrán
Los diezmos que se pagaban al obispado de Durango nos permiten conocer la producción alimentaria del País de La Laguna: vinos y aguardientes de uva, trigo, maíz, frijol, chile, cebada, higo, nuez, manzana, ajo, lenteja y garbanzo. Se consumía carne de ganado menor, principalmente, de carnero, muy abundante por los rebaños de los marqueses de Aguayo y los condes de San Pedro del Álamo. La carne de ave o de bovinos era relativamente poco consumida.
Entre las manufacturas alimenticias de la época, además de los vinos y aguardientes, se encontraban ciertos dulces, como la llamada “torta higo” que era una especie de pastel confeccionado en molde y sometido a presión y cuyos ingredientes eran higos, nueces, pasas, canela, ajonjolí y colación. Esta misma “torta higo” tenía otro uso, además del consumo como golosina: se ponía a macerar en aguardiente de uva, para producir un licor típico regional muy apreciado, el “aguardiente torta higo”. Es decir, un orujo de higo, nuez, pasas y canela. 

Versión contemporánea de la torta de higo

Las frutas producidas en la región se deshidrataban en armazones de “quiote” para producir los famosos “orejones”. Los tocinos y jamones los introducían en la Comarca desde la Nueva Galicia (Jalisco, Michoacán). Es de llamar la atención que, al parecer, en La Laguna no se criaban cerdos.

lunes, agosto 01, 2016

Tromba en Torreón


Fotografía de "El Siglo de Torreón"


Los pasados días jueves 28 y viernes 29 de julio, se registraron fuertes lluvias en la Zona Metropolitana de la Comarca Lagunera. Torreón fue particularmente afectado, ya que según algunas mediciones, cayeron 92.8 milímetros de agua en pocas horas. 

Este volumen de precipitación fue muy superior al rango de los 10 a los 25 milímetros que se requieren para inundar nuestra ciudad y poblaciones vecinas, como lo demuestran los registros de lluvias de años pasados.  

El sábado 21 de junio de 2014, cayó otra tromba sobre nuestra ciudad, pero con tan solo 32 milímetros (en una hora). 

El jueves pasado, y sobre todo el viernes, las calles, avenidas, calzadas y bulevares de Torreón se volvieron intransitables. Lamentablemente, nuestra ciudad no cuenta con un drenaje pluvial digno de tal nombre. En parte, porque los desagües de mayor capacidad, cauces que podrían ser utilizados con este fin, como el canal de la Perla o el del Coyote, fueron puestos fuera de servicio y perdieron su posible utilidad para drenar el agua pluvial. Por otra parte, Torreón es una ciudad plana, con grandes problemas para encauzar de manera subterránea grandes cantidades de agua. 

El asunto es que, siempre que hay aguaceros, sobre todo torrenciales, la ciudad se inunda hasta el caos.