El pasado 3 de marzo se cumplieron 86
años de que el general de división José Gonzalo Escobar lanzó el llamado “Plan
de Hermosillo” fechado el 3 de marzo de 1929. Por este plan, desconocía al
presidente en funciones, Emilio Portes Gil.
Pero este proyecto en realidad dirigía
su golpe contra Plutarco Elías Calles, quien había asumido un rol
supra-presidencial al nombrarse “Jefe Máximo de la Revolución Mexicana”
(“Maximato” 1928-1934) y quien ocupaba la cartera de Secretario de Guerra y
Marina en 1929.
Torreón era una plaza de gran
importancia estratégica a favor o en contra cualquier rebelión militar, por
constituir un punto nodal en las vías de comunicación del centro-norte de
México. A esta circunstancia se le sumaba que el general Escobar había sido su
jefe de operaciones militares durante nueve años, era “Benemérito” declarado
por el Estado de Coahuila y tenía buenos amigos en nuestra ciudad.
Debido a estas circunstancias, Torreón
bien pudo ser considerada por Calles como una población potencialmente “escobarista”.
Eso explicaría el uso de bombas y metralla como una represalia contra la
población civil los días 16 y 17 de marzo de aquel año de 1929.
Como antecedentes diremos que, como lo
expresa la metáfora, “la vida es una rueda de la fortuna. A veces se está
abajo, a veces se está arriba”. Esto resultó particularmente cierto para todos
aquellos torreonenses y laguneros que, entusiastas, habían aclamado y
distinguido al general José Gonzalo Escobar, para encontrarse después con que
éste se convertía en un acérrimo crítico del régimen de Emilio Portes Gil y de
Plutarco Elías Calles, máximas autoridades políticas y padres del Partido
Nacional Revolucionario.
El 4 de enero de 1926, el Ayuntamiento
de Torreón celebró una sesión extraordinaria para hacerle entrega al General de
División José Gonzalo Escobar, del decreto expedido por la XXVII Legislatura de
Coahuila (1925-1927). Por medio de este decreto, y en atención a los
“meritísimos servicios” que había prestado a nuestra entidad federativa este
general, el Congreso lo nombraba “hijo adoptivo” del estado.
El acto, aunque sencillo, fue
sumamente solemne, y contó con la asistencia de los generales J. Contreras y
José San Martín y otros jefes militares de alto rango. El general Escobar llegó
al salón de sesiones del ayuntamiento acompañado del diputado Octavio M. Trigo,
y del regidor Aurelio Anaya. El diputado procedió a hacer la lectura del
decreto:
“Artículo primero. Se declara
ciudadano coahuilense por nacimiento al señor General de División don José Gonzalo
Escobar, en vista de los servicios que ha prestado a la Región Lagunera del
Estado”.
Durante la ceremonia se mencionó el
hecho de que en toda su historia, Coahuila solo había nombrado hijos adoptivos
a dos generales de división, a saber, al general Carlos Fuero, colaborador del
presidente Benito Juárez, y al general de división Gonzalo Escobar.
¿Quién le diría a la concurrencia de
esa ceremonia, que el general Escobar se convertiría, a la vuelta de cuatro
años, en el general más incómodo que existiera en México, precisamente por
arremeter contra un caudillo que se autoerigía en gobernante
supra-presidencial? Y por ende, que Torreón fuera percibida como la ciudad más
“escobarista” de la nación. Por estas razones, nuestra ciudad fue bombardeada y
ametrallada desde el aire los días 16 y 17 de marzo de 1929.
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