Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

viernes, mayo 06, 2016

De compras en Texas








Una de las características seculares de la mentalidad lagunera es la apertura al cambio, o sea, a la modernidad. El País de La Laguna, como se le llamaba, nació durante los últimos años del reinado de Felipe II, y la percepción del mundo era la del Renacimiento. Bajo esta luz, el ser humano era el protagonista de su propia historia, el constructor de su propia felicidad o desdicha. 

En la cultura lagunera quedó muy arraigada la apertura al cambio como actitud socialmente compartida, es decir, la apertura hacia la adopción de innovaciones cuando éstas representan una relativa ventaja. Así, de la nada, La Laguna se convirtió en el emporio vitivinícola novohispano; posteriormente, en un emporio algodonero; actualmente, en un emporio lechero. La historia lagunera es una historia de cultura empresarial. Una historia de exitosa agricultura comercial, ganadería, agroindustria, minería y refinación de metales, entre otras actividades.

Una novedad que resultó ser de vital importancia para Torreón, ese rancho enclavado en la enorme Hacienda de San Lorenzo de La Laguna, fue la llegada del ferrocarril, pues el cruce de vías del Internacional Mexicano y el Central Mexicano convirtieron a ese rancho en el ferropuerto de la rica Comarca Lagunera; Torreón surgió como el puerto de entrada y de salida de bienes, de migrantes, de más innovaciones, y en última instancia, como el centro comercial e industrial de la región. 

La conexión ferroviaria entre la Comarca Lagunera y el sur de Estados Unidos resultó de gran impacto económico para ambas regiones. No es casualidad que la ropa y las modas de Estados Unidos se lucían simultáneamente entre las señoras y caballeros de Torreón.

Sofá convertible de los vagones Pullman del FFCC


Captar los beneficios económicos de las periódicas derramas del Nazas era tan importante para los comercios fronterizos texanos que en septiembre de 1922, la Asociación de Comerciantes al menudeo de Eagle Pass ofreció —principalmente a los torreonenses y regios— pagarles el boleto de ida, y en ciertos casos, también el de vuelta, si iban a comprar a sus tiendas. El boleto Torreón-Eagle Pass era el más caro, costaba $37.75 pesos, equivalente a $18.97 dólares (un dólar costaba dos pesos). 

Bastaba llegar a Eagle Pass e ir a la Cámara de Comercio, donde se le entregaba al cliente una tarjeta que le acreditaba y le daba derecho a recuperar su dinero gastado en pasajes si consumían en los comercios y prestadores de servicios afiliados, cuyos giros eran tiendas de ropa, droguerías, dentistas, artículos eléctricos, mueblerías, accesorios automotrices, abarrotes, ferreterías, hoteles, joyerías, ferreterías, imprentas, máquinas de coser y de escribir y zapaterías. 

De hecho, había más ciudades texanas interesadas en captar los beneficios de la agricultura lagunera. Una nota periodística del 23 de noviembre de 1923 dice a la letra: “Desde que se inició la mejoría en las condiciones económicas de La Laguna por las avenidas del Río Nazas, la Cámara de Comercio comprendió que la intensificación de las transacciones mercantiles con los Estados Unidos por la vía de Eagle Pass requería el establecimiento de servicios de carros pulman entre San Antonio y Torreón”.


No hay comentarios.: