Caricatura sobre las primeras vacunaciones (siglo XVIII)
En artículo pasado hablábamos sobre las epidemias que azotaron a la Comarca Lagunera durante el último año del siglo XVI y la primera mitad del XVII. Nuestra Comarca parece haber sido pasto de enfermedades transmisibles desde su misma colonización.
En nuestra región hubo múltiples brotes de enfermedades, entre ellas, la “fiebre pestilencial” (o sea, contagiosa) de 1787, con una gran cantidad de muertos. En Parras fue tan significativa la mortandad, que se agotaron las sepulturas en la Parroquia, y hubieron de ser abiertas fosas en el Santuario de Guadalupe y en el ex-colegio de los jesuitas.
En 1798, una nueva epidemia de viruela azotó nuestra región. Sin embargo, y aunque ya se habían hecho pruebas en años anteriores, no fue sino hasta 1819 que el rey Fernando VII ordenó a sus súbditos la inoculación de la vacuna contra la viruela.
En 1847, entre otras enfermedades, se reportaba en Parras, Álamo de Parras (Viesca), Mapimí y Mazapil, el sarampión. En 1849, una epidemia de cólera mató un buen número de laguneros de distintas poblaciones. En 1851, nuevamente atacó la viruela.
Habíamos visto en el artículo arriba mencionado, que en Torreón hubo epidemia de viruela en 1894 y en 1904. Los torreonenses no se quedaron cruzados de brazos. En mayo de 1907 se inauguró el Instituto de Vacuna de Torreón, con un éxito tal, que los periódicos que celebraron el primer aniversario de dicho Instituto en 1908, comentaban en sus páginas que no se había vuelo a ver en nuestra ciudad un solo caso de viruela.
Ninguno de los Institutos de Vacuna de Coahuila podía igualar ese récord de inmunización entre sus respectivas poblaciones, según comentaban los mismos diarios. En el caso de Torreón, se contaba además con un laboratorio que guardaba el virus para usarlo en la fabricación de las vacunas. En 1908, este laboratorio surtía de virus y vacunas a todo el Estado de Coahuila, y aún al de Nuevo León.
En nuestra región hubo múltiples brotes de enfermedades, entre ellas, la “fiebre pestilencial” (o sea, contagiosa) de 1787, con una gran cantidad de muertos. En Parras fue tan significativa la mortandad, que se agotaron las sepulturas en la Parroquia, y hubieron de ser abiertas fosas en el Santuario de Guadalupe y en el ex-colegio de los jesuitas.
En 1798, una nueva epidemia de viruela azotó nuestra región. Sin embargo, y aunque ya se habían hecho pruebas en años anteriores, no fue sino hasta 1819 que el rey Fernando VII ordenó a sus súbditos la inoculación de la vacuna contra la viruela.
En 1847, entre otras enfermedades, se reportaba en Parras, Álamo de Parras (Viesca), Mapimí y Mazapil, el sarampión. En 1849, una epidemia de cólera mató un buen número de laguneros de distintas poblaciones. En 1851, nuevamente atacó la viruela.
Habíamos visto en el artículo arriba mencionado, que en Torreón hubo epidemia de viruela en 1894 y en 1904. Los torreonenses no se quedaron cruzados de brazos. En mayo de 1907 se inauguró el Instituto de Vacuna de Torreón, con un éxito tal, que los periódicos que celebraron el primer aniversario de dicho Instituto en 1908, comentaban en sus páginas que no se había vuelo a ver en nuestra ciudad un solo caso de viruela.
Ninguno de los Institutos de Vacuna de Coahuila podía igualar ese récord de inmunización entre sus respectivas poblaciones, según comentaban los mismos diarios. En el caso de Torreón, se contaba además con un laboratorio que guardaba el virus para usarlo en la fabricación de las vacunas. En 1908, este laboratorio surtía de virus y vacunas a todo el Estado de Coahuila, y aún al de Nuevo León.
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