Otro de aquellos recios y valientes soldados que patrullaban la Comarca Lagunera, fue Juan Esteban Solís Portillo, originario del rancho de San Antonio, en la jurisdicción del Real de Minas de Santa Bárbara, en el actual Estado de Chihuahua, que por entonces, al igual que nuestra Comarca, era parte de la Nueva Vizcaya. Juan Esteban fue bautizado en la parroquia de Santa Bárbara el 3 de enero de 1752, y sus padres fueron Francisco Solís y Ana del Portillo. (Libro de Bautismos 1683-1810).
Juan Esteban tenía por oficio la agricultura, y no sabía leer ni escribir. A los 26 años sintió el llamado de las armas. El 25 de noviembre de 1778 sentó plaza en el Escuadrón de Milicias Provinciales del Parral. Los datos que le tomaron en esa época, indican que tenía el pelo castaño obscuro, los ojos cafés (“pardos”), la nariz afilada, color blanco, “barbilampiño” y una cicatriz en la frente, en el nacimiento del pelo. José Esteban no había padecido los estragos de la viruela, cuyas cicatrices era tan común encontrar en la gente de la época.
El 1 de octubre de 1779, Juan Esteban pasó a servir en el piquete del Cerro Gordo. En esa época, por “piquete” se entendía al número de soldados y oficiales que se sacaban de una compañía militar para alguna operación en particular. Cinco años más tarde, el 1 de febrero de 1784, Juan Esteban, pasó como voluntario a servir en la nueva Compañía Volante de San Carlos de Parras, que era la unidad de caballería que patrullaba las poblaciones y rutas comerciales de la Comarca Lagunera. En 1797 continuaba activo en esta Compañía Volante, e incluso se reenganchó para servir por otros 6 años en ella. En la revista militar que se llevó a cabo en San Gerónimo, el 6 de marzo de 1800, aparece encabezando la lista de soldados.
Juan Esteban tenía por oficio la agricultura, y no sabía leer ni escribir. A los 26 años sintió el llamado de las armas. El 25 de noviembre de 1778 sentó plaza en el Escuadrón de Milicias Provinciales del Parral. Los datos que le tomaron en esa época, indican que tenía el pelo castaño obscuro, los ojos cafés (“pardos”), la nariz afilada, color blanco, “barbilampiño” y una cicatriz en la frente, en el nacimiento del pelo. José Esteban no había padecido los estragos de la viruela, cuyas cicatrices era tan común encontrar en la gente de la época.
El 1 de octubre de 1779, Juan Esteban pasó a servir en el piquete del Cerro Gordo. En esa época, por “piquete” se entendía al número de soldados y oficiales que se sacaban de una compañía militar para alguna operación en particular. Cinco años más tarde, el 1 de febrero de 1784, Juan Esteban, pasó como voluntario a servir en la nueva Compañía Volante de San Carlos de Parras, que era la unidad de caballería que patrullaba las poblaciones y rutas comerciales de la Comarca Lagunera. En 1797 continuaba activo en esta Compañía Volante, e incluso se reenganchó para servir por otros 6 años en ella. En la revista militar que se llevó a cabo en San Gerónimo, el 6 de marzo de 1800, aparece encabezando la lista de soldados.
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