Existe en el castellano de México una palabra que ha caído en desuso. Rochela, arrochelar. En el imaginario católico europeo del siglo XVI y XVII, la ciudad de La Rochelle era el sitio de refugio y capital de los “Hugonotes” o protestantes franceses. No se trataba de la única ciudad protestante de Francia (estaban también Montauban y Nimes). Pero fue esta ciudad de la costa oeste francesa la que dejó una fuerte impresión en los católicos.
Durante el reinado de Luis XIII, este baluarte protestante, el mejor fortificado, fue sitiado por las tropas reales, en un conflicto que involucró a los ingleses, franceses, españoles y holandeses. Fueron tan fieros el cerco, la defensa y las maniobras de ingeniería militar, que la imagen de La Rochelle se convirtió en la poderosa imagen de la fortaleza infiel en pie de guerra.
Durante el siglo XVIII, los términos “rochela” y “arrochelar” se utilizaban con cierta frecuencia en la Comarca Lagunera, y siempre era para referirse a los lugares fuertes de los indios “bárbaros” o “infieles”, o bien, para designar la acción de éstos al hacerse fuertes en dicho sitio. En el imaginario del católico español o criollo de nuestra región, el “País de La laguna”, el bárbaro era el infiel que estaba en guerra antagónica al buen creyente. Para uno de estos laguneros novohispanos, un protestante y un indio salvaje “eran equiparables” por constituir ambos la alteridad religiosa del católico, y sus sitios de refugio eran llamadas “rochelas” por igual.
Un buen ejemplo lo tenemos en el escrito del padre Dionisio Gutiérrez, cura párroco de parras durante la segunda mitad del siglo XVIII. En su carta del 31 de diciembre de 1786 dirigida al obispo de Durango, Esteban Lorenzo de Tristán, carta llamada también por el cartógrafo Melchor Núñez de Esquivel “La Historeta de La Laguna” el padre Gutiérrez le comenta sobre la existencia de una mítica “Acatita Grande”:
“En veinte y cinco años que cuento de Cura de este Pueblo, he oído frecuentemente a los hombres viejos, que al extremo del Bolsón por el Norte, hay cierto paraje, que a distinción de Acatita de Bajáan, y otras Acatitas nombra la vulgaridad Acatita Grande, porque significando esta voz Agua o Aguaje hay, dicen, en dicho lugar mucho agua y terreno al propósito para Laboríos y población estable, lo que no sucede en los otros pequeños Acatitas o Aguajes. Este País (si lo hay) añaden comúnmente que es la principal rochela o ranchería de los Apaches Mezcaleros que hacia esta parte nos combaten. Unos me dicen dista de Parras cien leguas, otros más y otros menos; pero en suma, Ilustrísimo Señor, por más que mi curiosidad se ha afanado, no he encontrado alguno que lo haya visto por sus ojos…”
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