Resulta del todo aberrante, la posibilidad de poner en marcha el “proyecto” de “westernizar” el centro histórico de Torreón. Transformar dicha área en un set de cine con falsas fachadas tipo “lejano oeste”, resulta ya excesivo.
En primer lugar, debemos entender que “preservar” y “rescatar” son verbos que se aplican a aquello que se quiere mantener auténtico, íntegro, veraz. Al hablar de la preservación y de rescate del centro histórico, hablamos de volver a los orígenes, de restaurar, de hacer resurgir su arquitectura original.
Convertir al centro en una locación de cine, porque así se hizo a bajo costo en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, no es ninguna razón válida para hacerlo en Torreón. Quizá en Matamoros no les importe disfrazar su población para atraer algunos pesos, así como una cortesana se viste al gusto de quien la contrata, para agradarle.
En primer lugar, debemos entender que “preservar” y “rescatar” son verbos que se aplican a aquello que se quiere mantener auténtico, íntegro, veraz. Al hablar de la preservación y de rescate del centro histórico, hablamos de volver a los orígenes, de restaurar, de hacer resurgir su arquitectura original.
Convertir al centro en una locación de cine, porque así se hizo a bajo costo en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, no es ninguna razón válida para hacerlo en Torreón. Quizá en Matamoros no les importe disfrazar su población para atraer algunos pesos, así como una cortesana se viste al gusto de quien la contrata, para agradarle.
Señores, restaurar no es barato. Nada que valga la pena resulta barato. Ya le han “ayudado bastante” al pobre centro histórico de Torreón, como para seguir por ese camino. Hoy luce peor que nunca. Es mejor dejarlo como estaba, que hacerle semejantes “mejoras”, sobre todo, aquellas que nos hagan parecer lo que no somos ni fuimos nunca, una ciudad del “viejo oeste”.
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