Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

jueves, julio 30, 2009

Sincretismo arquitectónico


El edificio Arocena, uno de los más tardíos, terminado hacia 1922.

De acuerdo al “Manuel de Funciones de los Cronistas de Torreón” vigente, el cual fue publicado en La Gaceta Municipal de junio de 1992 (Año I, No. 3) al Cronista Oficial de la Ciudad le corresponden, entre otras, las siguientes funciones:

Inciso 3: “El Cronista es celoso guardián de la Ciudad y de su patrimonio histórico – cultural.

Inciso 4-c: Consultor de la autoridad en la evolución, al futuro, de los hechos que, según su leal saber y entender, serán favorables o negativos, promoviendo lo indispensable ante las autoridades y ciudadanía a favor o en contra de esos actos o hechos;

Inciso 4-d: Protector del patrimonio histórico y cultural de la Ciudad.

Inciso 4-g: Promotor de su Ciudad.

Estas funciones reglamentarias sancionadas por el ayuntamiento a través del manual de Cronistas, me confiere más que suficiente autoridad para sustentar un punto de vista independiente al de cualquier titular de desarrollo urbano municipal.

A mi leal saber y entender (sustentado por una maestría y un doctorado en Historia) no hay especialista en desarrollo urbano que tengan autoridad para definir el “carácter” de una ciudad. No pueden decidir si Torreón debe lucir como una “ciudad colonial” o como una ciudad “modernista”.

A mi leal saber y entender, Torreón solamente debe lucir como lo que fue: una ciudad cuyo centro histórico y edificios principales surgieron durante los períodos denominados “Bella Época” a nivel internacional, y “Porfiriato” a nivel nacional. Torreón como villa (1893) y como ciudad (1907) fue una población netamente porfiriana.

Darle toques “coloniales” o “modernistas” es una falta de respeto a la identidad arquitectónica de Torreón. Lo que se debería hacer, en mi opinión validada por el manual de Cronistas y por lo tanto, sancionada por la autoridad, es recuperar el espíritu urbano que tenía nuestra ciudad entre 1893 y 1910. Torreón jamás fue una población colonial, y por otra parte, ya era moderna en 1910. Lo que resulta evidente, es que el centro histórico no se puede estar “modernizando” con cada administración, porque sería una tarea de nunca acabar, y porque no quedaría nada del espíritu urbano original.

Deben sentarse, pues, las bases para iniciar un proyecto serio de restauración. Hay muchas fotografías urbanas de la época para hacerlo. Como toda ciudad porfiriana, la plaza de armas contaba con un quiosco. ¿Dónde está el original que se encontraba en la plaza de nuestra ciudad? Si edificios principales como el hotel Salvador, el Banco de Coahuila, el edificio de Correos, el edificio Arocena, el Banco Chino y el Casino de La Laguna, entre otros, tenían fachadas de cantera, ¿por que no decorar las fachadas del centro con ese material? Es evidente que los torreonenses originales pensaban en la cantera, o bien, en los pesados y compactos ladrillos de cal para otros edificios igualmente importantes e históricos. ¿Por qué no pasar bajo tierra los cables eléctricos y telefónicos?

El amasijo de construcciones metálicas que se han levantado al lado del Banco Chino, más tiene el espíritu de un barroco que le tiene horror al vacío, que nada de modernista. El resultado es un chocante sincretismo arquitectónico y una apretura caótica, que hace que evitemos dicha calle en nuestro camino. Es el resultado opuesto a tratar de convertir una calle en andador peatonal.

No hay comentarios.: