Escudo de Torreón

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viernes, julio 10, 2009

La "etiqueta" cotidiana torreonense



Resulta divertido encontrar que, en Torreón, como en cualquier otra ciudad del mundo, existen normas de conducta que nunca han sido escritas, ni promulgadas, y que, sin embargo, gozan de vigencia a partir del consenso de ciertos grupos. El inefable Carreño, tratadista de las “buenas costumbres y la civilidad” palidecería al notar que son las normas consensuadas las que las sociedades acatan, y no las que se pueden leer en un viejo manual de etiqueta. Ojalá tuviera yo tiempo para escribir un “compendio de etiqueta consuetudinaria torreonense”. Una obra así requeriría de una aguda visión antropológica. Pero al menos, ofrezco dos ejemplos.

Es “una verdadera incivilidad” para la gente que transita en coche, saludar a algún conocido que camina por la acera. Se considera un gesto impropio de quien posee un coche del año (la marca determinará la gravedad del hecho) tener esa deferencia con alguien que evidentemente se encuentra “en desigualdad de rango y de posición social”. Es bien sabido que negar públicamente toda relación con un “inferior” es saludable para el alma, ya que reconforta el ego, brinda “una deleitosa sensación de superioridad” y reafirma la relación de igualdad con los “pares” de clase.

Otro ejemplo: Si usted deambula en un lugar público, y de pronto le parece distinguir alguna cara conocida, no se precipite, no salude. Antes que nada, usted debe determinar quién de los dos posee el mayor rango social. Si usted tiene mayor rango, deje que sea la otra persona la que tome la iniciativa para saludar. Es muy importante que sea la otra persona la que “le busque la cara”. Usted responderá el saludo de una manera cortés, pero sin mostrar mayor entusiasmo del que merece una persona “inferior”. Si al llegar a cierta razonable distancia, nadie ha tomado la iniciativa para saludar (tal vez la diferencia de rango no ha quedado clara) entonces, ignore por completo a la otra persona, mire hacia el frente y siga su camino como si nunca la hubiese visto. Usted no puede arriesgarse a tomar la iniciativa para saludar a un “inferior” y obtener a cambio la humillación del silencio.

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