Escudo de Torreón

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domingo, septiembre 13, 2009

Racismo de Estado en Torreón: las pruebas


Guardias nazis custodian las tiendas judías en Munich

Cuando pensamos en los “años dorados” de Torreón, cuando evocamos el pasado de nuestra ciudad como una “era de paz”, nos equivocamos rotundamente. Extraño fenómeno éste, el de ir convirtiendo nuestros años pretéritos en los mejores de nuestra vida. Tanto los individuos como las sociedades pueden padecer ese “alzhaimer” voluntario y selectivo, para modelar nuestra historia al propio gusto y criterio.

Torreón es una ciudad que ha sido presa de la violencia desde hace mucho, a veces padeciéndola, a veces ejerciéndola. Ha sido además, una sociedad profundamente racista, fenómeno que ha disfrazado hábilmente, creando una clasificación de los inmigrantes y sus descendientes, por “etnias”. El "festival de las etnias" de muchas maneras, y quizá a pesar de sus organizadores, fue el festival del racismo.

Procedo a la exposición de los hechos. El 9 de junio de 1926, el diario local “El Siglo de Torreón” anunciaba lo siguiente:

“Se fundará un comité antichino. Los ferrocarrileros y los comerciantes en pequeño de Gómez Palacio, van a celebrar una junta para ponerse de acuerdo. La inauguración será el sábado. El comité de Torreón trabaja activamente para crear otros en diversas partes de la Comarca”

A este movimiento “antichino” “pro-raza” se le calificaba como “nacionalista” (a semejanza del nacionalismo racista de Adolf Hitler) y en él participaban con entusiasmo, muchos ciudadanos de diversos sectores de la Comarca Lagunera, como los miembros de la Cámara de Comercio en Pequeño, la Unión de Comerciantes en Pequeño, los ferrocarrileros, todos bajo el liderazgo del señor Hipólito C. Méndez. Había comités de estos en Torreón y en San Pedro (Coahuila) y en Gómez Palacio y Velardeña, en Durango.

Y dice el texto del artículo periodístico citado: “El reporter pudo darse cuenta del entusiasmo que reina entre comerciantes y ferrocarrileros, por formar el Comité Antichino y del todavía más grande con que sumarán sus esfuerzos en bien de los ideales pro-raza que animan a las agrupaciones antichinistas, para librar a nuestro país del peligro de los chinos que pacíficamente lo han invadido en son de explotación, con menoscabo de los intereses de los mexicanos”. Una de las medidas propuestas por estos comités, era la creación de una ley que impidiera las uniones matrimoniales entre chinos y mexicanas, o viceversa. Algo muy semejante a la prohibición alemana de matrimonios entre “arios” y judíos.

Este Cronista se pregunta cómo una “invasión” puede ser a la vez “pacífica”. Lo que nos queda claro es que los chinos vinieron pacíficamente, como cualquier otro inmigrante, a ganarse la vida con su trabajo. Y con trabajo duro, se obtenía el éxito. Un éxito que resultaba intolerable para muchos comerciantes, que querían ganar más con menos esfuerzo, y que aborrecían la competencia. El monopolio, como la corrupción, tienen una larga tradición en nuestro país. Y claro, como no podían denigrar a los asiáticos por trabajadores, entonces estos comerciantes se valieron del prejuicio racial y de la fuerza.

El Lic. Carlos Castañón, en su libro “Las Dos Repúblicas”, nos había mencionado la existencia de estos comités antichinos. Pero conviene que nos enteremos cómo funcionaban en la vida cotidiana, y juzgue el lector si la nuestra era una sociedad pacífica.

Para comenzar, estos movimientos antichinos contaban con la aprobación del presidente de la República. En su edición del 20 de diciembre de 1926, “El Siglo de Torreón” publicaba en su primera plana que

“Se elogia a la labor anti – china. El Sr. Presidente de la República manifestó a los nacionalistas, su opinión favorable a la campaña. Coahuila tendrá leyes nacionalistas. Así lo informó el Ejecutivo, sabiendo que se van a reformar los códigos, como en otros Estados”

“Durante la estancia del Señor Presidente de la República en esta ciudad, y en una entrevista que con él tuvo el señor Hipólito C. Méndez, presidente del Comité Anti – Chino que trabaja en esta población, el primer magistrado emitió opiniones muy favorables a la campaña nacionalista que se está desarrollando desde hace algunos años”.

“Fue en un momento de descanso del señor Presidente de la República, cuando el señor Méndez aprovechó la oportunidad de hablar con el Primer Magistrado sobre el problema chino en la Comarca Lagunera. En esa ocasión, el señor general Calles se expresó en términos muy encomiásticos respecto a la labor que se está desarrollando en toda la República en contra de la inmigración china”.

“A continuación, el señor Méndez preguntó al señor Presidente de la República si no sería posible que en el Estado de Coahuila se consiguiera que, al igual que en otros estados, se promulgaran leyes que evitaran la unión entre mexicanas y chinos. Sobre el particular, el señor Presidente manifestó al señor Méndez que tenía conocimiento de que en el Estado de Coahuila se están reformando los códigos civiles y penales, y que entre las reformas que se introducirán en el Código Civil y en el capítulo de Relaciones Familiares, se prohibirá el matrimonio de asiáticos con mexicanas”.

Al señor Méndez no le bastó con escuchar esto de labios del Presidente; tomó cartas en el asunto y telegrafió al Gobernador de Coahuila para que suspendiera las bodas, ya próximas, de algunas mexicanas con chinos.

El siguiente párrafo del texto periodístico es particularmente revelador:

“A seguida, el señor Méndez pidió al señor Presidente de la República todo su apoyo para la campaña nacionalista que se está desarrollando, la que se intensificará instalando comités nacionalistas en Chihuahua, Ciudad Juárez y Durango, ya que en algunas ocasiones, determinados intereses se ponen en juego para desvirtuar la labor nacionalista que están desarrollando los comités antichinos”.

“Sobre este punto de vista, el señor Presidente manifestó que indudablemente podría contar con el apoyo del Ejecutivo, toda labor que tendiera a la depuración de la raza, siempre y cuando los programas, en su desarrollo, siguieran una línea mesurada pero eficaz, porque una labor que habría de desarrollarse a conciencia, tendría que traer muy buenos resultados”.

Por lo anterior, nos damos cuenta de que este racismo local obedecía a un proyecto mucho más amplio de “racismo de Estado” que se remontaba, por lo menos, a la era de Porfirio Díaz. La matanza del 15 de mayo de 1911 en Torreón no fue un hecho espontáneo, sino el resultado de años de indoctrinamiento racista, que habría de continuar muchos años más.

En 1934, la campaña anti-china llegaba a extremos intolerables de violencia. La edición del 1 de agosto de 1934, primera plana, de “El Siglo de Torreón”, lo reportaba así:

“La campaña anti-chinos. Se recrudece aquí empleándose la acción directa. Manifestación. Macana en mano se impedirá que les compren”.

“El comité antichino de esta ciudad, presidido por el señor Hipólito C. Méndez, anunció desde ayer una vigorosa ofensiva contra los comerciantes chinos y para el efecto, según los datos que pudimos obtener, se trata de establecer grupos de guardias blancas que se apostarán en las puertas de los comercios regenteados por chinos, para evitar que la clientela de esos establecimientos penetre a hacer sus compras. La campaña no parará en eso, pues tuvimos informes fidedignos de que en una de las bodegas que están en un hotel situado por la ave. Juárez entre las calles Múzquiz y Ramos Arizpe, había cuarenta macanas que los antichinos utilizarán hoy para ejercer la acción directa contra las personas que, a pesar de los guardias blancas, pretendan comprar sus artículos de primera necesidad a comerciantes chinos”.

Estos hechos, cuya descripción parece tomada de algún diario de la Alemania Nazi, ocurrían en nuestra “pacífica” ciudad de Torreón. Pareciera que Torreón estaba bajo un gobierno totalitario y racista, que no respetaba la voluntad de sus ciudadanos. ¿Cómo es posible que operaran grupos paramilitares que impidieran el libre comercio? ¿Debían los torreonenses plegarse a los deseos de los comerciantes racistas, aun a costa de ser golpeado impunemente?



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