Hoy
lunes primero de abril, se cumplen treinta años de la inauguración del entonces
nuevo Cristo de las Noas. Era un viernes santo en aquella celebración. ¿Cuál es
la historia de este monumento, que se ha convertido en símbolo alterno al
torreón de nuestra ciudad?
La
primera persona que pensó en colocar la figura de un Cristo en la cúspide del
Cerro de Las Noas fue el presbítero Manuel Herrera, conocido mejor como el
“padre Manuelito”, de grata memoria, filántropo y luchador social por medio del
servicio a los más necesitados.
Su
idea era que cualquier lagunero, o cualquier viajero que llegara a Torreón por
ferrocarril, carretera o vía aérea, pudiera ver la representación de la figura
del Redentor, de un Cristo resucitado, a manera de profesión de fe. Pues decía
San Pablo que sin la resurrección de Jesús, nuestra fe “es vana”.
Entonces,
el primer Cristo que existió sobre el Cerro de las Noas era visible en los años
sesentas, tenía 8 metros de alto, con brazos y cabeza de metal, y cuerpo de
concreto vaciado. El padre Manuel hizo muchos viajes para subir él mismo los
materiales necesarios.
Posteriormente,
el conocido presbítero José Rodríguez Tenorio, tomó la estafeta y continuó
avanzando, perfeccionando y engrandeciendo el modesto proyecto original.
Comenzó por añadir un mirador, una escalera, una iglesia y un camino de
concreto para que subieran los coches con facilidad.
Esta
nueva fase a cargo del padre Rodríguez, comenzó en 1973. Un aspecto fundamental
de esta segunda etapa, consistía en cambiar al viejo Cristo por uno nuevo, más
grande. Para ello, desde 1981, el escultor saltillense Vladimir Alvarado, tuvo
a su cargo el proyecto de la nueva escultura.
La
nueva imagen tendría una altura de 17 metros, solamente en la parte del cuerpo,
y otros cuatro metros de base, lo cual sumaría un total de 21 metros. De
acuerdo al proyecto del padre Manuelito, se representaría al Cristo resucitado,
con las señales de los clavos en manos y pies.
El
1 de abril de 1983, es decir, el viernes santo, se inauguró la nueva imagen del
Cristo mediante un vía crucis al que se invitó a la feligresía lagunera. El
evento se planeó para las 11 de la mañana, y el recorrido se llevaría a cabo en
la escalinata del cerro. El acto litúrgico fue presidido por el entones obispo
de Torreón, Fernando Romo Gutiérrez y el padre Rodríguez Tenorio como capellán.
Mucha
gente concurrió a la solemnidad de la inauguración, pero apenas dos horas
después de su inicio, ocurrió un terrible y lamentable accidente, con un saldo
de diez muertos y veinte lesionados. La camioneta que transportaba a
veinticinco personas hacia el santuario, se despeñó desde una altura de unos
400 metros. Para aquéllos lectores que no lo conozcan personalmente, diremos
que el santuario del Cristo de las Noas, forma una especie de acrópolis (un
conjunto de edificios sobre una gran elevación, o sea, una “ciudad alta” como
lo indica la etimología griega) que domina la zona metropolitana por su gran
altura sobre el nivel del suelo. Al caer la camioneta, dejó un rastro de
cuerpos muertos y heridos, pero todos, destrozados.
Desde
entonces, el Cristo de las Noas se ha convertido en un popular santuario y
mirador de la ciudad de Torreón.