Escudo de Torreón

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sábado, enero 26, 2013

137 aniversario luctuoso del Gral. Jesús González Herrera




Nuestra tierra lagunera ha contemplado muchas escenas de agresión despiadada. Por lo general, cuando pensamos en violencia en La Laguna, pensamos en las batallas de la Revolución, particularmente en los lamentables sucesos del 15 de mayo de 1911 perpetrados contra los miembros de la H. Colonia China.

Sería casi interminable dar cuenta de todos y cada uno de los hechos de sangre provocados por los indios agresores contra los colonos de La Comarca, durante cientos de años. No olvidemos que el lugar en el que se asienta Torreón fue parte del territorio misional jesuita desde 1598, una región “de frontera”, es decir, de choque de culturas, y que muchos arrieros, comerciantes, militares y civiles de todas las edades murieron de manera atroz en estos lugares, a manos de los indios.

Durante el último tercio del siglo XIX, en el año de 1876, hubo una matanza que hizo que dos militares fueran apodados por el resto del país con los nefastos epítetos de la “Pantera de La Laguna” y el “Tigre de la Concepción”. De ésta nos da noticia el diario “El Pájaro Verde”, periódico de la ciudad de México propiedad de Mariano Villanueva y Francesconi.

Un artículo del jueves 18 de enero de 1877, fue dedicado a narrar y comentar la “escandalosa carnicería” en la cual murió el general Jesús González Herrera, conocido prócer lagunero. Menciona que don Evaristo Madero, alarmado por la presencia y el pronunciamiento político del general en Parras, mandó llamar al ex coronel Lerdista Doroteo Rosales. Y aunque González Herrera se retiró, apenas transcurridas 24 horas, hacia el poniente, a la Comarca Lagunera propiamente dicha, aún así la persecución continuó por cuenta de Doroteo Rosales y Toribio Regalado. Y dice el periódico:

“Todos saben el trágico desenlace de la horrible catástrofe que tuvo lugar el 26 del mismo enero [de 1876] en la Hacienda de La Concepción: ahí la desventaja del terreno y la superioridad numérica, fueron los elementos que dieron el triunfo a las huestes desordenadas de Rosales.

La simple relación de los episodios de esta jornada, hacen crispar los cabellos a los hombres de valor más estoico: fue una espantosa hecatombe en la que corrió la sangre de muchos desgraciados , que rendidos y postrados de hinojos, imploraban la conmiseración de los vencedores; pero todo fue en vano, los feroces soldados de Rosales, a imitación de sus jefes, daban muerte a una multitud de infelices, desoyendo las súplicas de perdón de los vencidos, los cuales recibían por única contestación, un balazo o un sablazo”. Y continúa el relato:

“Este cuadro era verdaderamente desgarrador… a la detonación de las armas de fuego se sucedían las estrepitosas carcajadas de los sanguinarios soldados de Rosales, como satisfechos de haber saciado su sed de sangre. Concluido el drama sangriento, el cadáver del infortunado general Jesús G. Herrera fue acribillado a balazos y a sablazos”.

Por estas sangrientas hazañas, Toribio Regalado y Doroteo Rosales fueron motejados “La pantera de La Laguna” y “El tigre de La Concepción”, respectivamente.