Como mencionaba la semana pasada, el
general norteamericano Lewis Wallace —enviado por el general Grant— estuvo en
1864 en la Comarca Lagunera para entrevistarse con el presidente Benito Juárez.
Aquí, en La Laguna, se decidió el futuro de México mediante el apoyo
norteamericano para la expulsión de los invasores franceses y la caída del
Segundo Imperio.
Años después, y a raíz de su estancia en la Comarca Lagunera,
Wallace escribió su “Cacería de búfalos en el norte de México”. Lewis Wallace
nació en Brookville, Indiana, en 1827, y murió en 1905. Fue abogado, militar,
escritor, político y diplomático. Peleó en la guerra de 1846-1847 contra México
y en la guerra civil. Con el rango de general, sirvió a su país como embajador
en Turquía y gobernador del territorio de Nuevo México.
Su primer libro, una
novela sobre la conquista de México, se llamó El Dios justo (1873). Obras suyas
fueron también la novela mundialmente conocida “Ben-Hur, una historia de
Cristo” (1880), que fue llevada a la pantalla y ahora es un clásico del cine.
También fueron obras suyas “La vida del general Benjamin Harrison” (1888), “La
infancia de Cristo” (1889), “El príncipe de la India” (1893), “Los cortejos de
Malkatoon” (poesías, 1898) y de manera póstuma “Lew Wallace: autobiografía” (1906).
Por su obra resulta clara su preferencia por la narrativa de ficción, la
narrativa biográfica, las memorias personales y la poesía.
La “Cacería de búfalos en el norte de
México”, narración escrita bajo la forma de memorias de viaje, mantiene en
secreto el año y la verdadera naturaleza de la misión, y su temática es
sencilla: hacia 1865-66, Wallace —menciona en su texto— hace un recorrido en dirección a Chihuahua
pasando por el camino de Monterrey, Saltillo, Parras, Álamo (Viesca) y Mapimí.
Se hospeda en la Hacienda de Hornos, cuyo anterior propietario, Leonardo
Zuloaga, ya había muerto. La súbita e inesperada aparición de un rebaño de
bisontes o búfalos le proporciona esparcimiento a él, a sus amigos y a los
rancheros que los acompañan.
Si Wallace le concede algún valor a los
humildes laguneros, era porque se trataba de “republicanos independientes”,
fieros, a los cuales ni los franceses pudieron domar”. En otro pasaje los llama
“hombres valientes, sinceros, honestos, afectuosos”.
Wallace nos resulta mucho más relevante
en cuanto militar y agente de penetración yanqui. En 1864, durante la guerra
civil norteamericana, Wallace fue enviado a México en misión secreta. Tendría
que averiguar si eran verdaderos los reportes que señalaban que los
confederados tratarían de continuar su guerra desde México. Wallace también
contactaría a Benito Juárez, quien luchaba contra el imperio de Maximiliano y
los intereses franceses en un México militarmente ocupado y dividido. Wallace
le vendería armas a Juárez para que éste continuara la lucha.
Algunos autores estadounidenses consideran que la
misión de Wallace fue una de las manifestaciones más flagrantes y decisivas de
la llamada Doctrina Monroe. A. W. Barber (compilador) publicó en 1914 un libro
cuyo título, traducido del inglés, es el siguiente: “La benévola incursión del
general Wallace. Cómo México fue salvado en 1864, la Doctrina Monroe en acción.
De cómo Wallace —por órdenes del general Grant— se internó en México para
ayudar a Juárez contra Luis Napoleón en 1864”.
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