Escudo de Torreón

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martes, agosto 22, 2006

Cacería de búfalos en el norte de México

Pocas veces tenemos la oportunidad de leer textos verdaderamente novedosos sobre la Comarca Lagunera, particularmente cuando éstos se escribieron en otras épocas, países e idiomas.

Con miras a la ya cercana celebración del centenario de la ciudad de Torreón, la publicación del libro Extrañas latitudes. Tres versiones extranjeras sobre La Laguna: 1879-1945[i] constituyó, sin género de dudas, un acierto de su compilador Carlos Castañón, así como del Ayuntamiento de Torreón 2003-2005 a través de la Dirección Municipal de Cultura y del Instituto Municipal de Documentación.

Por lo que se refiere a la Cacería de búfalos en el norte de México, traducida al castellano por vez primera con motivo de esta edición, menciono que fue hace algunos años cuando localicé el original en inglés. Realizaba una búsqueda sistemática de fuentes manuscritas o hemerográficas en las bibliotecas virtuales de los Estados Unidos. Estaba recopilando documentos primarios anglosajones sobre Parras y sus vinos, ya que precisamente la vitivinicultura de Parras era el tema de mi tesis doctoral. La defendí años después, en febrero de 2003. Es bien sabido que existen algunos testimonios en inglés sobre Parras y sus caldos y aguardientes. Por lo general, estos testimonios pertenecen a soldados yanquis de la guerra de 1846-1848.
Como miembro numerario de la Comisión de Historia para el centenario de la ciudad de Torreón, la primera sugerencia que hice fue que se publicara el incógnito texto de la cacería de búfalos, por ser un documento de interés para la Comarca y porque su autor resultó ser el mismo que escribió en 1880 la mundialmente conocida novela Ben-Hur, a tale of Christ. Ésta ha sido llevada varias veces al cine simplemente como Ben-Hur.

Una cacería de búfalos en el norte de México, de Lew Wallace, fue publicado en marzo de 1879 en “Scribners Monthly”, una revista mensual ilustrada de la ciudad de Nueva York. Ocupa de la página 713 a la 724 de dicha edición, la número 5, volumen 17. Desde hace varios años la biblioteca virtual “Making of América” o moa, con servidores en la Universidad de Chicago y en la Universidad de Cornell, tiene disponible una copia digital del texto con sus ocho viñetas originales. En este caso particular, el texto y la viñeta de la portada —los cazadores y la Hacienda de Hornos— proceden de la biblioteca virtual de Cornell.

Lewis Wallace nació en Brookville, Indiana, en 1827, y murió en 1905. Fue abogado, militar, escritor, político y diplomático. Peleó en la guerra de 1846-1847 contra México y en la guerra civil. Con el rango de general, sirvió a su país como embajador en Turquía y gobernador del territorio de Nuevo México. Su primer libro, una novela sobre la conquista de México, se llamó El Dios justo (1873). Obras suyas fueron también la novela Ben-Hur, una historia de Cristo (1880), La Vida del general Benjamin Harrison (1888), La infancia de Cristo (1889), El príncipe de la India (1893), Los cortejos de Malkatoon (poesías, 1898) y de manera póstuma Lew Wallace: autobiografía (1906).[ii] Por su obra resulta clara su preferencia por la narrativa de ficción, la narrativa biográfica y la poesía.

Pero no viene al caso el Wallace hagiógrafo; nos resulta mucho más relevante en cuanto militar y agente de penetración yanqui. En 1865, durante la guerra civil norteamericana, Wallace fue enviado a México en misión secreta. Habría de averiguar si eran verdaderos los reportes que señalaban que los confederados tratarían de continuar su guerra desde México. Wallace también contactaría a Benito Juárez, quien peleaba contra los intereses franceses en un México militarmente ocupado y, en consecuencia, en pugna contra el Segundo Imperio. Wallace le vendería armas a Juárez para que éste continuara la lucha.[iii]

Algunos autores usamericanos consideran que la misión de Wallace fue una de las manifestaciones más flagrantes y decisivas de la llamada Doctrina Monroe. A. W. Barber (compilador) publicó en 1914 un libro cuyo título traducido es el siguiente: La benévola incursión del general Wallace. Cómo México fue salvado en 1864, la Doctrina Monroe en acción. De cómo Wallace —por órdenes del general Grant— se internó en México para ayudar a Juárez contra Luis Napoleón en 1864.[iv] En este contexto podremos situar debidamente la Cacería de búfalos... como un texto de aquellas populares y gustadas “memorias de viaje” elaboradas por un distinguido y culto agente del intervencionismo yanqui en el norte de México.

Una sencilla revisión hermenéutica del texto nos permite elaborar algunas consideraciones fundamentales que el lector debe tener en cuenta a la hora de abrir el libro. La temática es sencilla: hacia 1867, Wallace hace un recorrido en dirección a Chihuahua pasando por el camino de Monterrey, Saltillo, Parras, Álamo y Mapimí. Se hospeda en la Hacienda de Hornos, cuyo anterior propietario, Leonardo Zuloaga, ya ha muerto. La súbita e inesperada aparición de un rebaño de bisontes o búfalos les proporciona esparcimiento a él, a sus amigos y a los rancheros que los acompañan. El texto revela que la enciclopedia del autor —que escribe en inglés y no para mexicanos— era la de un hombre cosmopolita y bastante culto. Así lo manifiestan claramente sus referencias —en idiomas nativos y grafía inglesa— sobre los beduinos, las puertas de Joppa, las tiendas de pelo de cabra o camello del medio oriente, las mansiones de Leicestershire, los añejos héroes escoceses de Sir Walter Scott, el juego otomano llamado Jereed, y algunas otras. Éste era el horizonte cultural que debía manejar su lector. Para Wallace, un nacionalista que se autodefine como “bien nacido” y que se complace en glorificar las formas civilizadas de los Estados Unidos, la Comarca Lagunera del segundo tercio del siglo xix constituye, por contraste, la barbarie, lo primitivo, lo exótico, la alteridad conformada por un país sometido a los intereses y al protectorado de la Unión Americana. Así, La Laguna es “lugar de tormentos” y de “ranchos despreciables”.
En ocasiones recurre al sarcasmo, como cuando compara la destartalada Hacienda de Hornos con Branksome Tower, y a sus habitantes con el valiente Buccleuch y sus 29 caballeros.[v] Muestra la misma actitud cuando exclama en español “¡Ay de mí, Zuloaga...! y maldice la hora en que llegó la guerra y dispersó a los bailadores de valses, cuando el mismo Wallace fue activo agente antimonárquico, y por lo tanto, enemigo declarado de Zuloaga...[vi]
El antimonarquismo monroviano de Wallace lo lleva a cierta exageración cargada de ideología: Carlos Sánchez Navarro era el “monarca de siete mil peones” y, por lo tanto, adicto al Segundo Imperio; la fortuna de Zuloaga era “ducal”, con un golpe de “salvajismo” en sus gustos, y los laguneros “eran de su pertenencia”. Si Wallace le concede algún valor a los humildes laguneros, era porque se trataba de “republicanos independientes”, fieros, a los cuales ni los franceses pudieron domar, aunque ociosos. En otro pasaje los llama “hombres valientes, sinceros, honestos, afectuosos” a la vez que afirma que en México nadie se preocupa por saber los apellidos de un peón. En esto, Wallace proyecta con cierta ceguera las contradicciones sociales propias de su país de origen, en el cual los esclavos negros parecieran haber tenido un elevado estatus. Llama a Juárez el “Lincoln” de México a la vez que ignora que la abolición de la esclavitud la decretaron los líderes insurgentes en 1810 y en otras fechas posteriores,[vii] que lo mismo hizo el presidente Guadalupe Victoria en 1829, y que hasta el mismo emperador Maximiliano decretó la libertad de todo esclavo norteamericano que pisara suelo mexicano.
Hijo de un país de inmigrantes, Wallace parece quisquillosamente racista cuando describe a dos niños mexicanos “de piel café” que montaban sendas cabras “con la habilidad de los monos”, o cuando menciona a las “desagradables criaturas rojas (indios) del Tío Sam”. Como republicano yanqui “bien nacido”, Wallace admira y añora la nobleza de Inglaterra y al redactar su Cacería de búfalos... proyecta sus cualidades incluso sobre los reinos animal y vegetal.

Por otra parte, Wallace es un verdadero pintor con la pluma y logra excelentes descripciones del paisaje, de la flora, de la fauna, de la arquitectura, de la topografía y del clima. Como militar y distribuidor de armas que era, su conocimiento sobre los modelos de diversas épocas y procedencias era muy completa, y es capaz de discernir entre las que parecían trabucos de la era isabelina, los Brittish Tower del siglo xviii[viii] y los que corresponden a las innovaciones del momento: Winchester, Smith & Wesson, Sharpe.

En fin, y sin pretender pecar de crítico, la Cacería de búfalos en el norte de México es una narración que se puede leer con mucho interés y hasta deleite si estamos previamente advertidos de que en ella no podremos distinguir entre realidad y fantasía, entre historia e ideología. Eso sí: podemos leer entre líneas, podemos entresacar y disfrutar interesantes descripciones si evitamos los juicios de valor que provienen de un extranjero del siglo xix que veía a México sólo a través de los intereses norteamericanos.

[i] Publicado por el Ayuntamiento de Torreón 2003-2005 a través de la Dirección Municipal de Cultura. Incluye la Cacería de búfalos en el norte de México por Lew Wallace, la cual se presenta por vez primera en castellano; México insurgente, de John Reed, y Descubrimientos de México, de Egon Erwin Kisch.
[ii] General Lew Wallace Study & Museum en http://www.ben-hur.com/meet.html
[iii] Meet Lew Wallace: the soldier en http://www.ben-hur.com/career.html
[iv] Barber, Amherst Willoughby. The benevolent raid of General Lew Wallace. Washington, D.C. 1914. George A. Schultz y Robert Ryal Miller elaboraron interesantes estudios sobre Wallace y los liberales mexicanos.
[v] Branksome Tower era en 1850 una enorme mansión ubicada en los acantilados de South Leicestershire. Entonces pertenecía a Mr. Charles Packe. Cfr. Sir Walter Scott, Kinmont Willie.
[vi] Carlos Castañón Cuadros, op.cit., p. 28.
[vii] Miguel Hidalgo fue el primer caudillo insurgente que decretó la abolición de la esclavitud el por bando del 6 de diciembre de 1810. Desde luego, dicha disposición tendría vigencia en los territorios que el movimiento controlara.
[viii] Los “Brittish Tower” eran rifles de pedernal fabricados en el siglo xviii, y se caracterizaban por traer troquelada una torre.

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