Como en cualquier otra ciudad, en
Torreón del 2014 existe una historia alterna, la historia de los que no se han
ido del todo, la historia de los fantasmas.
Muchos de estos episodios consisten
en meras leyendas y consejas populares. Como la historia aquella del jinete que
pasa galopando a la medianoche por el barrio de La Vencedora, o la de los
caballos invisibles que corren desbocados llevando tras de sí una ruidosa
carreta en el barrio de La Antigua Aceitera. Ambos son barrios muy históricos,
situados a los lados de lo que fue la vía del ferrocarril, lugares donde hubo
numerosos hechos de violencia durante la Revolución. Y esto siempre sucede,
dicen los narradores, en las obscuras horas de la noche.
Muchas otras personas dicen haber
sido “espantados” en lugares muy específicos. A espaldas del Hotel Calvete, en
Ramón Corona y Juárez, donde estuvo ubicada la Presidencia Municipal por algún
tiempo, se encontraba situada una academia secretarial famosa por sus
apariciones de chinos fantasmales, al decir de sus ex alumnas. En uno de sus
salones de mecanografía, éstos se lamentaban de una manera muy lastimera. El
lugar corresponde a uno de los sitios donde se perpetraron las matanzas de
orientales en 1911.
En otros casos, el carácter de
“leyenda” o “conseja” no puede ser aplicado tan fácilmente, porque hay
evidencias de que, efectivamente, algo extraño ha sucedido. Tal es el caso de
aquella señorita Garibay que, al salir de un baile de fin de año celebrado en
el Campestre de La Laguna, fue arrollada por el tren, muriendo en el acto junto
con algunos de sus familiares. Esto sucedió precisamente en donde ahora se
encuentra el paso a desnivel del kilómetro 1140 de Gómez Palacio, Durango.
Algún tiempo después, algunos
automovilistas comenzaron a notar que en el sitio preciso del accidente, esta
misma señorita, ataviada de fiesta, pedía un “aventón” hacia nuestra ciudad.
Quienes están familiarizados con la Comarca Lagunera, saben que el paso a
desnivel que menciono se encuentra ubicado en el boulevard Miguel Alemán, que
es la principal arteria entre Gómez Palacio y Torreón. Y fueron muchos los
desprevenidos quienes efectivamente recogieron a la señorita Garibay y cruzaron
los puentes sobre el Nazas para llevarla a donde pedía ser llevada.
En este punto, surgen dos versiones
diferentes. Primero, que la señorita simplemente desaparecía mientras cruzaban
el puente de ingreso a Torreón, un vistazo por el espejo retrovisor mostraba
que ya no había nadie ocupando el asiento trasero de los coches. Esto le pasó a
mucha gente conocida, y a mí en particular me lo platicó mi tío político
Ezequiel Acevedo, a quien le sucedió así.
Otros, en cambio, llevaban a la
señorita hasta su casa, y a la hora de abrirle la portezuela del coche,
simplemente ya no estaba. Lo curioso es que la residencia a la que pedía ser
llevada era efectivamente, la casa de sus parientes. Se dice que incluso en
alguna ocasión, dejó algún recado escrito de su puño y letra.
Y como éste, hay muchos otros casos
de convivencia entre vivos y los mal llamados “muertos”, que parecen también
estar muy vivos, aunque quizá en una forma diferente.
Estos relatos nos demuestran que el
ámbito de las leyendas regionales resulta del mayor interés para los estudios
de mentalidad. Muchas de estas leyendas tienen su origen en acontecimientos
inexplicables ocurridos a personas bien conocidas en su comunidad. Por la
evidente sobrenaturalidad con que las sociedades perciben estos acontecimientos
extraños, y porque la comunidad no los puede explicar de otra manera, se les
dota de intencionalidad. Son signos, son presagios, son comunicaciones del
mundo de los espíritus que ocurren para corregir una conducta y dejar una
enseñanza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario