Escudo de Torreón

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sábado, noviembre 15, 2014

Nubes de Tormenta


Manifestantes incendian puerta principal del Palacio Nacional


La nación sigue sacudida por los hechos ocurridos en Ayotzinapa el pasado mes de septiembre. Los asesinatos son actos que suelen conmocionar a la ciudadanía. Pero los asesinatos a manos de policías, quienes son, al menos en teoría, parte integrante de la fuerza del estado para la preservación de la paz y del orden, resultan abominables, sobre todo cuando se hacen visibles a los ojos de la opinión pública nacional e internacional, como ha sido el caso. 

Es la percepción general que desde el Distrito Federal se hicieron esfuerzos por controlar los daños políticos que generaron estas acciones criminales. Se trató de vender la idea de que era un problema puramente regional, o bien una vendetta entre narco-grupos. 

Esta actitud de irresponsable evasión acabó por exasperar a la ciudadanía. Pues resulta evidente que no hay manera posible de deslindar al Estado (por acción u omisión) de los hechos ocurridos en Ayotzinapa, que además no son hechos que ocurran solamente en Guerrero, sino en todo el país. De ahí la ola de actos y marchas de protesta que tales intentos han suscitado. 

Los mexicanos están cansados de la inseguridad en que se vive y del clima de falta de garantías individuales. En esta movilización ciudadana nacional es muy interesante el papel que han jugado las redes sociales como medios de comunicación no controlada por el estado. Ya no vivimos los tiempos en que Jacobo Zabludovsky era el único e incuestionable vocero de “la verdad”. 

La existencia del Internet, de los diarios independientes y de las redes sociales ha permitido romper ese monopolio de la información oficialista, a la vez que la cuestionan y evidencian. 

Nuestro gobierno y los partidos políticos que lo conforman requieren estar a la altura de la historia. Sus integrantes fueron elegidos para fungir como servidores públicos, y no para servirse del poder a su gusto y conveniencia. Ya es tiempo de que desechen viejas inercias y se hagan responsables del efectivo cumplimiento de la ley y de la justicia. Es tiempo de acabar con las impunidades y con las alianzas con los poderes fácticos. 

No es a través de la represión como se sirve a los ciudadanos. Bastantes abusos de poder ha habido ya, abusos que han llevado a México a una situación económica más que angustiosa a causa del derroche, de los malos manejos, del encubrimiento, de la corrupción y del robo descarado. 

No es un buen momento para que la clase política pretenda continuar con los vicios del pasado. El país está en ebullición, o, como lo diría Agustín Yáñez, “al filo del agua”.

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