Las tortillas de harina siempre han sido
asociadas a los espacios norteños de nuestro país, desde Sonora hasta
Tamaulipas. Existe la hipótesis de que estas tortillas constituían el pan sin
levadura (matza) de la cultura judeo-española desde una época colonial muy
temprana, a finales del siglo XVI.
La verdad es que no existen muchos datos
históricos –testimonios documentales confiables- sobre su origen. Dada la
circunstancia, aprovechamos para mostrar la referencia de un manuscrito que nos
dice algo sobre las tortillas de harina en Coahuila a principios del siglo
XVIII, es decir, un documento fechado en 1734.
Se trata de la declaración judicial de
un indio “coahuileño”, Gerónimo Camargo, realizada en Parras el 5 de enero de
1734, en la cual confiesa tener 19 años de edad, ser soltero, originario de la
región de Monclova, y que en unión de su banda de “compañeros” han sido
incógnitos malhechores y autores de muchas tropelías y asesinatos en contra de
indios y españoles por igual.
La confesión menciona que por un día
entero y una noche, esta banda de malhechores estuvo celebrando cerca de
General Cepeda, Coahuila, cantando y embriagándose. Y que al día siguiente se
fueron al “Barrial” de la Paila a reconocer la cuesta de la Boca de los Tres
Ríos (al sur de Castaños) y que fueron a salir a Castaños. Y que ahí se toparon
con un soldado de Coahuila (la región
norte del actual estado de este nombre)
llamado Miguel Ramón “y que les preguntó que de dónde venían, y le
dijeron que iban de Parras, y que a todos los conoció, y les dio tortillas de
harina como a horas de almorzar. Y que el dicho soldado se vino para el
Saltillo”.
Templo de Santiago Apóstol, en Monclova, Coahuila
Miguel Ramón era criollo,
perteneciente a una familia de importantes militares, exploradores,
colonizadores y funcionarios de Saltillo, del norte de Coahuila y de Texas. De buena fe
compartió las tortillas de harina que llevaba consigo como bastimento de viaje,
con los que él consideraba pobladores inofensivos de la región de Monclova.
Pero estos malhechores mantenían su verdadera identidad en secreto: pacíficos
en pueblos y villas, pero verdaderos lobos al agruparse en los montes.
De esta
distinguida familia coahuilense era Diego Ramón, Teniente de Gobernador de
Coahuila, en cuya “Relación de Méritos y Servicios levantada el 12 de octubre
de 1703 (Archivo General de Indias; Indiferente, 136, N. 135) menciona que “Es
hijo del Sargento Mayor Don Joseph Ramón, quien consta asimismo sirvió a Su Majestad
toda su vida en aquellas Provincias en diferentes empleos, habiéndose dedicado
también con gran celo a la conversión de los indios infieles, ejecutando
diversas salidas a su costa, en que tubo favorabilísimos sucesos”.
Sobre Miguel
Ramón, el de las tortillas de harina, mencionaremos que se casó con Lugarda
Cortinas, ambos criollos, el 30 de julio de 1724, en Monclova. Para 1746 Miguel
era soldado del Real Presidio (fuerte militar) de Monclova, donde alcanzaría el
grado de sargento. Ya viudo, casó en segundo matrimonio con Petra Flores de
Ábrego y Cantú, el 7 de enero de 1746. Tuvo por hijos (de ambos matrimonios) a
José Eugenio, María Felipa, María Justa y Joaquín.
Finalmente, esta referencia histórica
sobre las tortillas de harina muestra que ya constituían un alimento cotidiano
a finales del siglo XVII y principios del XVIII en la región norte de Coahuila,
incluso con su nombre ya lexicalizado como “tortillas de harina”, exactamente
como las llamamos en la actualidad.
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