Escudo de Torreón

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lunes, diciembre 21, 2015

Origen de las posadas navideñas





Sobre el origen de las tradicionales posadas y su significado, se afirma que fue el agustino Diego de Soria quien, en 1587, pidió permiso al papa en turno para celebrar misas diarias durante la novena que iba del 16 al 24 de diciembre. Fr. Diego de Soria se encontraba ministrando en el monasterio o convento de Acolman, en el centro de la Nueva España. Recibió el respectivo permiso, y comenzaron a celebrarse las misas, acompañadas de representaciones de la Virgen y San José “pidiendo posada” es decir, un alojamiento digno (posada era sinónimo de mesón).

Sobre este punto nos comenta Antonio Toussaint, en su artículo “La navidad en el México de antaño” (Artes de México núm. 72, 1965, p. 11) lo siguiente: “En 1587, durante un viaje a tierras europeas, fray Diego de Soria, prior del convento mexicano, obtuvo el papa Sixto V la bula de autorización para la celebración de misas en la Nueva España como festejo del “aguinaldo” que se oficiaba del 16 al 24 de diciembre de cada año. Los agustinos, “aprovechando el amplio atrio y la capilla abierta de la iglesia perteneciente al convento de Acolman diéronse a celebrar estas misas con gran boato, viéndose muy concurridas de españoles, criollos e indios”.

Al final del culto, se celebraba una pequeña fiesta donde los fieles, vendados los ojos (fieles cristianos caminando en fe ciega) golpeaban una piñata de siete puntas con un palo. El palo representaba la fortaleza cristiana por medio de la obediencia y la común unión con Dios. La piñata representaba las tentaciones malignas a través de los siete pecados capitales: lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia. Por esta razón, las piñatas tenían siete puntas.

Romper la piñata a ciegas representaba el triunfo de la virtud sobre la tentación, y la recompensa o justo premio consistía en la diversidad de frutas y golosinas que caían del interior de la piñata (desde las alturas) para delicia de los concurrentes.

En este punto, podemos establecer un paralelismo y complemento de significado con la “reliquia” zacatecana, la cual tomó carta de naturalización en La Laguna. Si golpear la piñata de siete puntas significa una ruptura en fe ciega con los siete pecados capitales, consumir la reliquia de asado de puerco y siete sopas implica alimentar el cuerpo (asado) y el alma (sopas) para la lucha espiritual, ya que las siete sopas representan el alimento del alma a través de la práctica de las siete virtudes opuestas a los pecados considerados en la piñata: la humildad, contra la soberbia; la generosidad, contra la avaricia; la castidad, contra la lujuria; la paciencia, contra la ira; la templanza, contra la gula; la caridad, contra la envidia; la diligencia, contra la pereza.

Con el tiempo las posadas dejaron de ser una celebración institucional para convertirse en una celebración popular, en el ámbito de la familia y del vecindario o barrio. Esta costumbre se extendió a toda la Nueva España, donde fue adquiriendo matices propios de cada región.


En la actualidad, nuestras posadas, en su gran mayoría, han dejado de ser celebraciones de la fe, para convertirse en simples fiestas pre-navideñas.

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