Hace 54 años, en enero de 1961, se le
comunicó a la población de la Comarca Lagunera que el precio de la leche
subiría quince centavos. En efecto, las pasteurizadoras Laguna y Nazas de
Torreón, y la Higiénica de Gómez Palacio, dieron a conocer que el frasco de un
litro de leche pasaría de costar un peso y sesenta centavos, a un peso con
setenta y cinco centavos. Esta noticia se difundió en anuncios desplegados en
los diarios locales.
Las razones que dieron las
pasteurizadoras a la Dirección General de Precios de la Secretaría de Industria
y Comercio para justificar el aumento de la leche fueron las siguientes: el
aumento del precio en los forrajes: la harinolina subió un 40%; la cascarilla
subió un 125%, y el salvado, un 20%. Se argumentó además un aumento del 100% en
el precio del combustible, y 23% de aumento en los salarios.
Esta noticia fue recibida con gran
descontento en todas las centrales obreras, y como es natural, entre las
familias humildes. Algunos líderes sindicales protestaron por el alza ante el
gobernador de Coahuila. El mandatario estatal se encontraba en Torreón por esas
fechas. Otros trataron de mostrar su inconformidad ante el delegado de
Industria y Comercio, quien, al parecer, se ausentó de la ciudad para evitar la
confrontación. La Federación Revolucionaria de Trabajadores del Estado de
Coahuila se inconformó ante el Presidente de la República.
Analicemos ahora cuál era la capacidad
de los laguneros para inconformarse con las alzas de los productos básicos.
Quince centavos de aquella época representaban aproximadamente un sexto de la
milésima parte de nuestro peso actual. Y por esta “insignificante” suma, la
población se sentía agraviada y se manifestaba. La ilusión creada por los
“nuevos pesos” mexicanos desde enero de 1993, ha tratado de ocultar y de
arrojar al olvido la enorme diferencia que existe entre la capacidad
adquisitiva de la población de aquellos años y la actual.
La pauperización ha sido un proceso
continuo para los mexicanos. Nos hemos acostumbrado a la pobreza, a la crisis,
a los constantes aumentos en los precios de todo y a la continua devaluación
del peso. La supresión de los tres ceros de nuestra moneda en 1993 equivale a
la extirpación de la memoria colectiva, a la desaparición de recuerdos
políticamente “incómodos”, puntos de referencia para calibrar la verdadera
magnitud del desastre económico que se ha venido gestando en México desde los
años setenta, y cuyas raíces se encuentran en la mala administración pública, en la
corrupción y la impunidad como prácticas generalizadas en la sociedad mexicana.
Cambio de tema. En Coahuila se encuentra
en debate la prohibición de las corridas de toros a causa del maltrato contra
los animales. A un sector de la ciudadanía coahuilense le parece que esta es
una jugada política para distraer la atención de otros temas que realmente
merecen el escrutinio público. Y claro, están los aficionados a la tauromaquia
que por ningún motivo quisieran ver el fin de la “fiesta brava” en nuestro
estado. Y existe también un amplio sector de la población, particularmente
urbana, que realmente desea la desaparición y penalización del maltrato
innecesario contra los animales en general y no solamente contra los de lidia,
cualquiera que sea la razón que impulse a los legisladores.
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