“San Julián” era el nombre de un
típico rancho algodonero de antes y después del reparto agrario en La Laguna.
Se encontraba en el municipio de Matamoros, (en la esquina sur-oeste de su
histórico cuadro) a unos 30 kilómetros al sureste de la ciudad de Torreón,
sobre la carretera que va a Mieleras, a la altura del cruce de ésta con las vías
del Ferrocarril Central (México-Ciudad Juárez) las cuales pasaban sobre las
tierras de San Julián.
Este rancho, propiedad del señor Luciano Fernández Collada y de su
esposa, la señora María Antonia González García (originaria de San Pedro,
Coahuila), había pertenecido en un principio al señor Narciso Larregui, y
constaba de 500 hectáreas, que, tras el reparto de Cárdenas, se redujeron a
200.
Don Luciano Fernández Collada nació en Bozanes, parroquia de San Juan
de Amandi, en el concejo de Villaviciosa de Asturias, en 1888. De 18 años
embarcó para México, a donde llegó en 1907. Como muchos otros españoles, a base
de trabajo y esfuerzo como administrador de ranchos (“El Barro” entre otros)
obtuvo el ahorro necesario para comprarse predios agrícolas, entre ellos el de
San Julián.
Este rancho contaba con tres estructuras principales, distribuidas en
forma de herradura alrededor de un gran patio central. Primeramente estaba la
casa, luego, la hilera de viviendas de los empleados, y en tercer lugar, las bodegas.
Una acequia bordeada de sauces e higueras separaba a la casa del patio y de los
otros edificios. Esta casa contaba con su huerta, en la que había emparrados,
frutales y todo tipo de hortalizas y legumbres. También tenía su corral para
aves y ganado menor.
La casa constaba de recibidor, sala comedor, tres recámaras, despacho y
un baño. El cuidado de la casa estaba a cargo de un ama de llaves, un mozo,
varias mucamas y una nana.
La sección de casas de los empleados de tiempo completo comenzaba con
la casa del mayordomo, don Juan Sánchez. Todos los empleados tenían servicio
médico, ya en la Beneficencia Española, de la cual don Luciano fue uno de sus
socios fundadores ya con médicos particulares. Había otras prestaciones y
privilegios para los trabajadores. Todo lo que se elaborara en el ejido
contiguo (ejido San Julián, obviamente) se le compraba al ejido, y no se
fabricaba en la casa: tortillas, nieve y toda clase de productos confeccionados
por las familias de los trabajadores.
Las bodegas guardaban en su interior algodón en hueso, forrajes, y
otros productos e implementos agrícolas. Al lado de las bodegas había un corral
para vacas lecheras, y por la parte posterior, pasaba la vía del ferrocarril.
San Julián celebraba, con gran regocijo, su santa protectora. El 4 de
julio es la fiesta de Nuestra Señora del Refugio, patrona de Matamoros,
Coahuila, en cuya jurisdicción estaba San Julián. Por toda la región había
danzas de matachines, y había un grupo en especial que tenía la “manda” de
danzar continuamente desde la madrugada hasta la medianoche. Esta comparsa se
presentaba en San Julián al mediodía. La danza era una dramatización de hechos
históricos y míticos, y todos los participantes desarrollaban un argumento
preciso conforme a un guión preestablecido. Terminada la danza, todo el grupo
pasaba a comer. En la casa se habían preparado, previamente, grandes ollas de
menudo. Al terminar la comida, los danzantes, en fila india, pasaban a saludar
y agradecer a doña Antonia González su hospitalidad.
Tras el reparto agrario, don Luciano Fernández destinaba 60 hectáreas
de San Julián al cultivo del algodón; 40 se destinaban al trigo y otras 20 para
maíz blanco. El rendimiento promedio de algodón en San Julián era de 4.5
toneladas por hectárea. En aquellos años, los precios de compra de la fibra
eran buenos.
Originalmente se cultivaba con arados de mulas, que fueron con el
tiempo sustituidos por 4 arados y 4 tractores. Además había 2 rastras de discos
para tractor, 2 rodadillos, 1 subsuelo John Deere, 1 bordeadora de ala, un
“roll” de desvare, 1 plataforma, 1 cortadora de alfalfa, 1 fumigadora para
mulas, 1 fumigadora de motor para 6 surcos, 1 cultivadora para tractor, 1 arado
de 4 discos John Deere para tractor, 4 arados de hierro Oliver, 2 arados Oliver
B, 6 arados Oliver A, 6 cuchillas, 6 escardillas, 4 sembradoras de bote.
Durante la época de la pizca, se contrataban unas 50 personas. El
algodón cosechado se transportaba en camiones. En San Julián había, además de
lo mencionado, 12 mulas, 2 caballos y 2 norias de 8 pulgadas, una de 300 pies
de columna y la otra de 280.
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