Las cocinas de la mayoría de las señoras del sur de Coahuila durante los siglos XVII y XVIII eran sumamente sencillas. Las mejor equipadas tenían una especie de fogón de adobe integrado a la pared al estilo de las cocinas poblanas de la época, aunque sin el precioso ornato vidriado de éstas La gran mayoría simplemente contaba con humildes braseros (por lo general de cobre) y un asador.
Estufa estilo colonial coahuilense
El mobiliario y el ajuar de una cocina promedio incluía el imprescindible metate para la molienda del maíz o del cacao; un “almírez”, un molcajete; un comal, de barro o de hierro; una artesa, vasija que servía para amasar el pan o para llevar la comida a la mesa en un solo plato común; dos o tres cazos de cobre u ollas o cazuelas de barro; una pala de madera para sacar y meter el pan al horno, en aquellas casas que lo tenían.
Solía haber una mesa de madera, cuadrada o rectangular, con una o dos bancas largas –también de madera- a los costados, y en las casas mejor dotadas, sillas individuales de respaldo, muy sencillas. A veces se completaba el ajuar con un barril quintaleño (uno que tenía capacidad para un quintal). En algunos inventarios se menciona el garabato de hierro, es decir, el gancho o jaula de reja que servía para colgar trozos de carne.
Doña Petrona María, vecina de Parras en el siglo XVIII y esposa de don Lázaro Miguel, pequeño vitivinicultor indígena, contaba con los siguientes utensilios de cocina: dos metates, tres cazos medianos, uno pequeño, y una artesa grande. Había, además, una banca y una mesa grande en su cocina; sus cubiertos consistían en ocho platos de estaño. No hay referencias de cucharas, tenedores, ni cuchillos.
El clérigo presbítero don Buenaventura de Organista –también parrense y tlaxcalteca de ascendencia- manifiesta, a través de los utensilios de su cocina y cubiertos, una posición social mucho más pudiente y cosmopolita.
Así encontramos referencias a una olla y un jarro de cobre, un cazo mediano, batidor, metate con su mano, asador, almírez y un comal de fierro. Incluye también dos braseritos de cobre y dos botijas (para agua o vino). Los cubiertos consistían en vasos de vidrio de Benencia[1] (sic por Venecia), cinco tazas “calderas” y cinco pozuelos, todo de China (porcelana). Hay además dos cucharas de plata. El presbítero comía en una mesa equipada con dos bancas. Se agrega a lo anterior dos sobremesas de bayeta (tela de lana floja y rala) verde, nuevas, de cinco varas de longitud; manteles de “terlinga” y cuatro servilletas; y un paño de manos de “Ruán” (tela francesa de algodón).
En el caso de la también parrense del siglo XVIII, doña Ignacia Nicolasa Hernández, esposa de don Felipe Cano Moctezuma, pequeño vitivinicultor e indígena, los utensilios de cocina que tenía a su disposición eran los siguientes; dos cazos medianos, una artesa grande y un asador, además de una mesa grande.
Utensilios coloniales de
cocina más comunes en el sur de Coahuila en el siglo XVIII
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Utensilio
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Funciones Primarias
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Cazos
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Calentar, cocer, contener
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Metates
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Moler nixtamal y cacao
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Almírez o molcajete
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Moler o licuar chile y
especias
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Comales
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Cocer tortillas de maíz o
harina
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Asador
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Asar carne al fuego directo
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Artesa
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Amasar, contener comida
hecha.
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Brasero
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Generar calor para cocer
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Platones
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Platos chicos y grandes
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Saleros de una o dos piezas
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Tembladeras grandes y
medianas
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Cucharones, cucharas y
cucharitas
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Jarros de diversos tamaños
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Tazas
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[1] En Parras, pueblo de cultura vitivinícola,
el término venencia (vaso con asa larga para muestrear el vino o el mosto de las botas
Jerezanas) era mucho muy conocido. Seguramente prevaleció esta grafía sobre la
del nombre de la ciudad italiana.
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