El pasado sábado 24 de mayo, se cumplió el 75 aniversario de una hazaña propia de la aviación mexicana. El 24 de mayo de 1939, Francisco Sarabia Tinoco, lagunero originario de Ciudad Lerdo, Durango, rompió la marca de velocidad México-Nueva York impuesta por Amelia Earhart en 1935 (14:19 horas), para establecer una marca de 10 horas y 47 minutos, validada por la Federación Aeronáutica Internacional (FAI).
Francisco Sarabia Tinoco, a la derecha, con gorra.
Miles
de personas se congregaron la madrugada de ese 24 de mayo para despedirlo en el
entonces Campo Aéreo de Balbuena, en la Ciudad de México. Había gente de todos los estratos y
ámbitos sociales de México: políticos, famosos, niños, gente mayor, civiles,
militares, etc.
Hoy
día, un tiempo de vuelo de casi 11 horas nos parecería más adecuado para
realizar un viaje intercontinental. Sin embargo, en aquella época, los pilotos
aéreos eran prácticamente una mezcla de exploradores, aventureros y líderes, y
sus hazañas eran seguidas con ávido interés por gente de todas las edades y condiciones
sociales.
Y al
histórico vuelo de Sarabia no le faltaron tintes épicos, pues prácticamente
alcanzó el campo aéreo Floyd Bennett de Nueva York (hoy día convertido en un
parque) con tan solo un galón de combustible en el tanque, lo cual le obligó a
culminar su vuelo llevando a cabo una maniobra sumamente arriesgada,
consistente en aterrizar con viento en cola, y es que era tan poca esta
cantidad de combustible que ya no era suficiente ni siquiera para circunnavegar
el campo aéreo y colocar al avión en la orientación más adecuada para el
aterrizaje.
Pocos
días después, en Washington, el 7 de junio, Sarabia moriría al estrellarse su
avión sobre las aguas del río Anacostia (afluente del Potomac).
De
algún modo, nuestra cultura tiende a celebrar las tragedias, mas no los
triunfos. Es de gran importancia celebrar a los hombres que, como él,
enfrentaron grandes adversidades; en el caso de Sarabia, vicisitudes históricas
tales como la Revolución Mexicana, la Rebelión Cristera, y problemas personales
como ser huérfano de padre desde muy joven.
Sarabia
no se acobardó ni escogió el camino fácil. Antes bien, cuando comprendió que el
ambiente propicio para lograr sus aspiraciones estaba en tierras lejanas, hacia
allá partió sin dudarlo, en su caso, hacia Estados Unidos, Monterrey y
posteriormente el sureste mexicano, aunque sin olvidar sus raíces.
Al
principio de su carrera como piloto y tras haberse graduado en Estados Unidos,
no todo fue fácil para Sarabia. Fue boicoteado por otros pilotos, probablemente
celosos de sus habilidades y su empuje, por lo que emigró hacia el sureste
mexicano y fundó la empresa "Transportes Aéreos de Chiapas",
beneficiando enormemente a la región, desde el punto de vista económico y
social, comunicando regiones que, debido a la accidentada orografía de la zona,
eran de muy difícil acceso.
Y fue
precisamente en un viaje para visitar a su amigo Charles Babb (comerciante de
aviones) en Burbank, California, y buscar más equipo aéreo debido al cada vez
mayor crecimiento de su compañía aérea, que Sarabia vio ahí - amor a primera
vista - y semi-cubierta con unas lonas, la nave que inevitablemente ha ido
unida a la leyenda de este héroe lagunero: el Granville-Miller & De Lackner
R6H "Q.E.D". bautizado posteriormente como "Conquistador del
Cielo".
Producido
originalmente ex profeso para la aviatriz y empresaria norteamericana
Jacqueline Cochran (otro gran personaje de la aviación mundial) unos pocos años
atrás, para el rally Londres-Melbourne, es probablemente uno de los símbolos
más distintivos de Cd. Lerdo y de la Comarca Lagunera.
Los
planos del “Conquistador del Cielo” y otros documentos relacionados, serán
exhibidos en el Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad
Iberoamericana Torreón en días hábiles, del 2 al 7 de junio del presente año,
de 9 a 14 horas.
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