En ocasiones, siento una gran
molestia al observar cómo largas filas de ancianos permanecen de pie por horas
enteras, bajo la inclemencia del frío invernal o del calor del verano
torreonense. Y todo, para demostrar que siguen vivos y poder cobrar su exigua
pensión. En esas ocasiones, me pregunto si podrán seguir más tiempo con vida,
exponiéndose de esa manera a los elementos por largos períodos de tiempo.
Muchos de estos ancianos padecen enfermedades crónicas. Más que una
demostración de supervivencia, pareciera un verdadero reto a la supervivencia.
¿Es esa la manera como el gobierno federal y las instituciones estatales
protegen a nuestros ancianos? ¿No sería mucho más deseable que trabajadoras
sociales acudieran a los domicilios de estas personas, previa cita o fecha
determinada, para comprobar que el pensionado sigue con vida y con su derecho
vigente a cobrar? ¿Para qué hacerlos salir de sus casas, para qué exponerlos
La verdad, y después de ver muchos casos análogos, considero que es verdad que,
salvo contadas y honrosas excepciones, la burocracia vive para sí misma, y no
para servir. Esto a su vez es el reflejo de la falta de una verdadera
democracia en México. Los burócratas no pueden ni quieren creer que su puesto y
salario se lo deban a los impuestos que pagan los usuarios, sino más bien al
amigo, al compadre o al padrino. Los usuarios, que se aguanten. Ellos, los
burócratas, son quienes tienen el poder de administrar los bienes y servicios
respectivos, a quienes quieran, a la hora que quieran. Y al que no le guste,
que se vaya. ¿Cuántos mexicanos no hemos padecido esa estúpida arrogancia?
En
esto, los burócratas siguen de cerca (por desgracia) la mentalidad de muchos
funcionarios públicos, que consideran que su puesto se lo deben al partido, y
no a los votantes. De manera similar a como lo pensaban los reyes absolutos de
Europa, estos funcionarios solo dan cuenta a un poder superior a ellos, pero
jamás a sus subordinados. Como decía el marqués de Croix a los vasallos
novohispanos, ellos (los vasallos) “habían nacido para callar y obedecer”.
Si
los gobiernos federal, estatal y municipal quisieran de verdad generar una
buena imagen ante los votantes, no deberían gastar millones de pesos en
campañas publicitarias en las que ya nadie cree. Mejor metan en cintura a sus
burócratas de todo rango, córtenles las alas de la arrogancia y la indolencia,
y háganles entender que solo la amabilidad y servicialidad hacia los usuarios
serán la medida de su condicionada permanencia en el puesto. Hay muchos
mexicanos y mexicanas sin empleo que pueden llenar este requisito a entera
satisfacción. Merecen la oportunidad.
Y para cambiar por completo de tema, mencionamos
que una de las actividades que este cronista oficial ha recomendado al actual
gobierno municipal, presidido por Miguel Ángel Riquelme, para la conmemoración
del centenario de la Batalla por Torreón. Se trata de la formal solicitud del
H. Ayuntamiento de Torreón al H. Congreso del Estado de Coahuila para que
declare a la ciudad de Torreón, “Ciudad Heroica”. La Asociación Nacional de
Cronistas de Ciudades de México la declaró así en 2010. La justificación es obvia,
por la importancia decisiva y trascendencia histórica que la Toma de Torreón
tuvo para el movimiento revolucionario y para el derrocamiento del usurpador
Victoriano Huerta. A esta toma se sumaría también la muy importante de 1911,
durante la revolución Maderista.
Ya que tocamos el punto, diremos que las
acciones de armas que precedieron a la toma de Torreón (La División del Norte
entró a Torreón el 3 de abril de 1914) se llevaron a cabo en el Estado de
Durango, si bien el objetivo era la captura de Torreón, centro neurálgico para
las comunicaciones la estrategia militar y la economía. De ahí que a la acción
bélica, en su integridad estratégica, se le llame “La Batalla por
Torreón”.
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