Escudo de Torreón

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viernes, mayo 17, 2013

La recámara virreinal en el País de La Laguna



Recordemos que hasta mayo de 1785, las alcaldías de Parras y Saltillo (todo lo que actualmente es el sur de Coahuila) pertenecieron al Reino de la Nueva Vizcaya. En ese mes y año, Carlos III firmó la separación de ambas alcaldías de la Nueva Vizcaya, para anexarlas a Coahuila. 

Por esta razón, para poder estudiar la vida colonial en esta antigua parte de la Nueva Vizcaya, debemos referirla como “sur de Coahuila”. De acuerdo a la mayoría de los inventarios que hemos podido analizar para esta parte de la Nueva Vizcaya en el siglo XVIII (Inventarios procedentes del Archivo Municipal de Saltillo y del  Colegio de San Ignacio de Loyola de Parras) la recámara  o aposento —por lo general— estaba equipada con muy pocos muebles. 


Casa de Lope de Vega (S. XVII) en Madrid


En primer lugar encontraremos el “armazón” para cama, esto es, la base destinada a sostener el colchón, el cual podía estar fabricado con materiales más o menos bastos, entre los cuales era usual la jerga. Sin embargo, es interesante constatar que no es frecuente encontrar referencias a esta armazón en los testamentos indígenas, que muchas veces, como en Santa María de las Parras, el número de artefactos que poseían los tlaxcaltecas parecen sobrepasar en número y calidad a muchos inventarios de los percibidos como españoles en el mismo lugar.  





Encontramos casi siempre en el aposento el indispensable cofre, baúl o caja, que ordinariamente procedía de Michoacán, ya que el comercio con esa región era muy intenso, a juzgar por el gran porcentaje de artículos domésticos y piezas de mobiliario de ese origen existentes en el sur de Coahuila en aquella época. En esta caja se guardaba tanto la ropa de cama como la de uso personal. Para la conservación y buen olor de las prendas, éstas se ponían a buen recaudo junto con algunas ramitas de alhucema o espliego, planta que hoy conocemos con el nombre de lavanda. 

El mobiliario de la recámara podía completarse con una o dos sillas, también de Michoacán, un espejo, quizá alguna imagen religiosa y el candelero para la vela o manteca combustible, que se llevaba encendida a la hora de retirarse al aposento y tenerla así a la mano.

Por lo que respecta a la ropa de cama, solían contar la mayoría del los hogares con dos pares de sábanas, por lo general confeccionadas en aquella tela conocida entonces como Ruán, que era un tipo de tela de algodón, dos almohadas de la misma tela con sus respectivas fundas; en algunas ocasiones había juegos de almohadillas menores llamadas acericos (Acerico: almohada pequeña que se pone sobre las de la cama, para tener más alta la cabeza. Diccionario de Autoridades. 1726) una colcha o sobrecama y una o dos cobijas, designadas característicamente como frezadas o frazadas.

Era la costumbre que la ropa de cama fuera aportada por la mujer entre aquellas cosas que entraban en el nuevo hogar por concepto de dote matrimonial.

Esta noción de dote, que en la conciencia popular ha sido interpretada como costumbre discriminatoria para la mujer, en realidad buscaba su protección. Se trataba de un conjunto de bienes que los padres otorgaban —si podían hacerlo— a sus hijas cuando éstas se casaban.  Los bienes podían ser de distinta índole o naturaleza: en este concepto podían entrar desde el vestuario, blancos, propiedades muebles o inmuebles y, en última instancia, dinero. ¿Tenía esta institución social el propósito de hacer a las novias más aceptables? De ninguna manera. Se trataba de hacerlas más independientes,  ya que la dote siempre pertenecería a la mujer, aunque estuviera casada. El marido no podía disponer de ella sin permiso de la mujer, y en caso de hacerlo, siempre tendría que reintegrársela. A la hora de la muerte de aquél, invariablemente había que discernir legalmente cuántos de los bienes matrimoniales pertenecían a la dote original —los maridos tenían que otorgar recibos al casarse— antes de hacer el reparto de los bienes paternos a los herederos.

Las prendas que entraban al matrimonio como “bienes dotales” habrían sido confeccionadas y adornadas poco a poco por la futura novia, con materiales que podían adquirir en la tienda de la villa, pueblo o lugar de que se tratará; ahí se podían encontrar diversas telas —importadas o “del reino”— que se vendía por varas (medidas de longitud de 83.5 centímetros), y toda clase de buhonería.

Las técnicas de ornamentación más usadas en el vestuario dotal de aquella época fueron el labrado, hoy conocido como bordado; el deshilado y el guarnecido. Se “labraba” con hilo de seda, de lana o de algodón, aunque podían  entrar materiales diversos en la ornamentación de una sola pieza.

El deshilado era una técnica muy popular para la ropa de cama, manteles, ropa femenina y aún par los pañuelos de los caballeros.
El guarnecido consistía en sobreponer el adorno a la tela que le servía de base; en algunos inventarios se describen piezas de vestuario femenino guarnecidas con encajes o con franjas de metales preciosos, tales como el oro y la plata.

A manera de ilustración, era común que la novia trabajara las almohadas, una con la técnica del deshilado, y la otra con el labrado o bordado de seda.  En este último caso, se llevaba registro del peso de la seda bordada, ya que era un material más bien caro. En cambio, la colcha podía ser bordada con lana y con algodón.

Por lo general, en los diversos hogares del sur de Coahuila encontramos la recámara básicamente con el mismo mobiliario y ajuar descritos, y varía solo la calidad y la cantidad.

Nombres y funciones asociadas de algunos muebles coloniales del sur de Coahuila: Petaca (con llave). Guardar objetos de valor como dinero, plata. Servir como ropero: vestimenta zapatos. Caja. Guardar  ropa, calzado, accesorios del vestuario o tocador, alimentos (en cocinas). Tumbadillo (de Michoacán). Se usaba al pie de la cama. Servía para guardar ropa y accesorios, particularmente femeninos. Baúl. Guardar ropa masculina o femenina, blancos, ropa de cama, cubiertos de valor, platería y varios. Cestón. Al parecer hecho de mimbre. Mismo uso que cajas y baúles.
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