Para abundar en la temática del artículo anterior, mencionaremos que existen diversos testimonios que dan cuenta de la relación causa-efecto que hubo entre los desórdenes de la temprana guerra de independencia y el significativo incremento del cultivo del algodón en la Comarca Lagunera. Uno de los más autorizados es el que nos dejó el Comandante de las Provincias Internas de Occidente, el mariscal de campo don Bernardo Bonavia y Zapata, en su comunicado del 22 de julio de 1813.
En su argumentación es enfático: el desorden que causó la guerra de independencia 1810-1813 en el comercio, alteró el abasto de materias primas y la distribución de los productos elaborados en la Nueva España, pero a la vez estimuló en las Provincias Internas, particularmente en La Laguna, la producción de las materias primas y de los artículos que escasearon. El algodón y sus manufacturas se contaban entre ellos. De esta manera, Bonavia y Zapata remonta el inicio de la significativa producción de algodón en la Comarca Lagunera al año de 1810.
Leamos de su puño y letra:
“La horrible y criminosa Ynsurrección de tierra afuera, que asoló las Provincias desgraciadas en q[u]e se propagó como un fuego deborador, disminuyendo su población, destruyendo la agricultura, las artes, el comercio y minería, dividiendo los ánimos quando gozabám[o]s de una constante y embidiable paz y unión […] aunq[u]e gracias a Dios, no ha influido en estas fidelísimas y exemplares provincias, en perjuicio de su unión, concordia e inalterable tranquilidad; pero obstruidas como han estado por largo tiempo las comunicaciones, ha sufrido y sufre, como era consiguiente, en todas sus ramos productivos por la falta de habilitación de unos, y de salida en otros. Este mal pasagero para nosotros, puede producirnos un bien permanente; la necesidad ha empezado a promover la industria en el hilado y tejidos comunes de algodón”.
La lectura de Bonavia y Zapata es bastante esclarecedora. En su opinión, la guerra de independencia en el período que él delimita entre 1810 y 1813, los disturbios armados que califica de “horribles” se dieron en la “Tierra Afuera”, es decir, en las provincias novohispanas al sur del Trópico de Cáncer. Consecuencia de esas luchas “horribles” fueron la disminución de la población así como la destrucción “de la agricultura, las artes, el comercio y la minería”.
Para Bonavia, la guerra civil era cosa de algunas provincias novohispanas, pero nada que hubiera afectado a las Provincias Internas, que permanecían “en unión, concordia e inalterable tranquilidad”. Sin embargo, las comunicaciones entre las provincias sureñas y las norteñas o Internas fueron obstruidas por mucho tiempo a causa del desorden.
Por esta razón, las Provincias Internas sufrían a causa del desabasto de algunas mercancías y por la dificultad de sacar algunas otras al mercado. En esa época, el Partido de Parras, era gran productor de vinos, aguardientes y ganado menor, mientras que la parte duranguense de la Comarca Lagunera producía minerales (Mapimí, Cuencamé) y ganado menor (hacienda del conde de San Pedro del Álamo). A pesar de lo anteriormente dicho, Bonavia reconoce que esa situación de desorden promovió en el País de La Laguna la industria de los hilados y tejidos de algodón.
Los lugares a los que fue enviado este documento de Bonavia fueron, en Durango: Cuencamé, Cinco Señores (Nazas), Mapimí, San Pedro del Gallo, San Juan de Casta (León Guzmán) y en Coahuila: Álamo de Parras (Viesca) y Parras. Es decir, la carta fue enviada a las viejas poblaciones que antiguamente formaban parte de la “Provincia o País de la Laguna” en las cuencas del Nazas y el Aguanaval, y que actualmente se ubican en los estados de Coahuila y Durango.
Fuente documental: “El Comandante de las Provincias Internas de Occidente, mariscal de campo don Bernardo Bonavia y Zapata, a los curas y habitantes de Cuencamé, Cinco Señores, Mapimí, Gallo, San Juan de Casta, Álamo de Parras y Parras” 22 de julio de 1813, AHCSILP en el Centro de Investigaciones Históricas de la UIA-Torreón, Edictos y proclamas 1813-1817, expediente 743, documento II.
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