Escudo de Torreón

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sábado, agosto 02, 2008

Un patriota saltillense



Don Juan Antonio de la Fuente, Paseo de la Reforma

Para algunos cronistas y para la mayoría de los políticos, es muy difícil hablar de los hechos y de los personajes “alternos” de la Historia, porque éstos suelen estar cargados de ideología partidista. Los partidos y las corrientes políticas suelen tener sus propios catálogos de “héroes y villanos”. Los políticos prefieren guardar las apariencias de la “Historia Oficial” porque van de por medio los votos y la aprobación del partido.

En mi caso, no tengo expectativa alguna sobre los votos que pudiera obtener como político, puesto que no lo soy, ni pertenezco a ningún partido político que pudiera “disciplinarme” por mencionar los fenómenos del pasado desligados de toda carga ideológica. Como investigador académico que soy, me interesa la verdad verdadera, aquélla que surge de la lectura desapasionada de los documentos que atestiguan los hechos del pasado, sin interés partidista alguno.

Una vez aclarado lo anterior, comentaré que los historiadores de diversas tendencias parecen no haber llegado a un consenso general sobre la existencia y significado de los tristemente célebres “Tratados de Tránsito y Comercio Mc Lane – Ocampo”. Aparentemente se trataba de un acuerdo con los Estados Unidos, el cual daba demasiadas ventajas a los norteamericanos, aún a costa de la soberanía mexicana.

No es de nuestro interés atizar más las disputas entre historiadores, ni tampoco poner el dedo en la llaga. Este artículo solamente busca celebrar la integridad de un hombre, un coahuilense nacido en Saltillo, un liberal con un gran sentido del patriotismo. Se trata del Lic. Juan Antonio de la Fuente, Ministro de Relaciones Exteriores y del Tesoro en el gabinete del presidente Juárez.

En 1859, cuando México tenía, de manera simultánea, un presidente conservador y otro liberal, el señor Mc Lane, enviado por los Estados Unidos, ofrecía en la ciudad de México y en la de Veracruz el reconocimiento político de su nación a cualquiera de los dos gobiernos que aceptara los términos del famoso “tratado”.

Cuando el señor Robert Milligan Mc Lane se entrevistó con el ministro de Relaciones Exteriores Don Juan Antonio de la Fuente en Veracruz (diciembre de ese año) y lo enteró de los términos del “tratado”, de la Fuente respondió renunciando a los Ministerios de Relaciones Exteriores y del Tesoro.

Juan Antonio de la Fuente se rehusó a aceptar los términos del tratado, declarando que él no iba a firmar la pérdida de la soberanía de México para ponerla en manos de los Estados Unidos, puesto que ésta era la intención del acuerdo internacional.

Un periódico estadounidense de la época incluso se felicitaba de que el Ministro mexicano de la Fuente hubiera sido “sacado de la jugada” para que no estorbara la firma de este tratado, tan conveniente para la Unión Americana. Comentaba dicho periódico lo siguiente:

“Pero este “moderado” que preferiría ver a su país aniquilado antes que dárselo pacíficamente a los americanos, afortunadamente está fuera de la jugada, y el proyecto cobra vida”.

Finalmente, el tratado se firmó en Veracruz el 14 de diciembre de 1859. Afortunadamente nunca se ejecutó su contenido, por cuestiones de política interior estadounidense.

Don Juan Antonio de la Fuente es recordado por su lapidaria frase pronunciada en la corte francesa de Napoleón III, cuando el señor “La Fuente” como le llamaban algunos (del francés “Lafontaine”) era plenipotenciario de México en París. Dijo entonces “No luchéis contra mi patria; mi patria es invencible”.

Nadie le recuerda por este aún mayor acto de patriotismo que implicaba renunciar a sus ministerios y al favor del Partido Liberal por cuestiones de conciencia, porque él no podía sancionar con su autoridad un tratado que consideraba vulneraba la soberanía nacional.

Fuente: New York Times, 21 de diciembre de 1859.

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