Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

miércoles, julio 25, 2007

Economía vs. estética

Las fotografías antiguas de Torreón muestran que su centro histórico tenía una apariencia armónica. Y esto, porque sus edificios eran coetáneos, es decir, se construyeron durante la misma época —un período relativamente breve— y sus estilos arquitectónicos eran bastante congruentes entre sí.

Tengo en mente sectores como los de la avenida Hidalgo, donde en dos o tres cuadras destacaban los edificios del Hotel Salvador, La Suiza, el Banco de Coahuila, el edificio de Correos, el edificio Arocena. Tan solo de estos mencionados, casi la mitad ya no existe.

La verdad es que los Torreonenses confundimos “lo antiguo” con “lo viejo”. Desde el punto de vista popular, una antigüedad tiene valor económico, por eso hay tiendas que compran y venden antigüedades. Pero a “lo viejo” no le conferimos gran valor. Lo viejo lo tiramos a la basura, o pagamos para que se lo lleven. Esto demuestra que nuestra percepción de los objetos del pasado que han sobrevivido hasta el día de hoy, es eminentemente económica, pragmática. Cuando pensamos en tesoros, imaginamos cofres llenos de monedas de oro. Si las monedas son raras o no, no nos interesa, nos interesa la fortuna que haremos al venderlas.

Los torreonenses nunca hemos valorado los edificios del centro histórico, solamente el terreno en el que se encuentran construidos. Porque el terreno se puede vender (o comprar) para construir nuevos edificios. Si el edificio “viejo” que se eleva sobre el terreno tiene influencia “Nouveau”, “Decó” o “Mudéjar”, no nos interesa. Son edificios “viejos” “que se pueden tirar”. Éstos “no valen sino por el terreno sobre el que están edificados”.

Con estos criterios en mente, resulta claro que a los torreonenses, o al menos a quienes se dedican a la compra y venta de bienes raíces, no les interesan los méritos estéticos, históricos o arquitectónicos de los edificios “viejos”. Ni la armonía o unidad del centro histórico de la ciudad, ni el patrimonio cultural de los torreonenses.

En nuestra ciudad ya tuvimos muchos casos lamentables de edificios que desaparecen por criterios económicos, a veces en contra del clamor popular. Gracias a la falta de penalización (legal o real) de estos actos vandálicos, nuestro centro histórico, que era el de una ciudad opulenta, ahora pareciera el de una ciudad fronteriza.

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