Me preguntaba cierta persona si al escribir sobre la influencia de la inmigración protestante en Torreón, no estaba yo mostrando cierto favor al concepto mismo de La Reforma.
Su inquietud provocó en mí una sonrisa. Me hizo pensar que, de muchas maneras, los torreonenses seguimos divididos en tribus. Cada individuo otorga su lealtad a una, y le regala su decidida enemistad (recalco, gratuitamente) al resto de las tribus. Esta fragmentación identitaria y odio tribales suelen aparecer en todos los ámbitos del quehacer humano de nuestra vida diaria comarcana.
¿De qué le sirve a la gente viajar a Europa, si no aprehende su esencia? Europa es una actitud, no un continente que se visita para presumir. Me pregunto si no nos dice algo el término “Unión Europea”.
Como personas que creemos en la dignidad del ser humano, el primer valor que debemos vivir de manera cotidiana, es el respeto. Debemos respetar el derecho del “otro” a ser él mismo, mientras no dañe a terceros. Pero un “respeto” que no se basa en una convicción sincera, es mera hipocresía, es amenaza latente.
Su inquietud provocó en mí una sonrisa. Me hizo pensar que, de muchas maneras, los torreonenses seguimos divididos en tribus. Cada individuo otorga su lealtad a una, y le regala su decidida enemistad (recalco, gratuitamente) al resto de las tribus. Esta fragmentación identitaria y odio tribales suelen aparecer en todos los ámbitos del quehacer humano de nuestra vida diaria comarcana.
¿De qué le sirve a la gente viajar a Europa, si no aprehende su esencia? Europa es una actitud, no un continente que se visita para presumir. Me pregunto si no nos dice algo el término “Unión Europea”.
Como personas que creemos en la dignidad del ser humano, el primer valor que debemos vivir de manera cotidiana, es el respeto. Debemos respetar el derecho del “otro” a ser él mismo, mientras no dañe a terceros. Pero un “respeto” que no se basa en una convicción sincera, es mera hipocresía, es amenaza latente.
Respetar a los protestantes no me hace protestante, solo me convierte en una persona plural, incluyente y cosmopolita. Los cristianos de todos los credos (católicos, católicos orientales, protestantes, ortodoxos griegos y rusos) cuentan con todo mi respeto, como lo tienen los judíos, los musulmanes, los budistas o los ateos. Como seres humanos, debemos aprender a respetar la diversidad y a vivir en ella con armonía y con paz. Ni como Cronista Oficial de Torreón, ni como simple ciudadano del mundo hago —ni debo hacer— distinción de razas, credos o clases sociales. En este oficio sirvo a todos los torreonenses, para mí todos ellos poseen la misma dignidad como seres humanos y como coterráneos.
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