Mapa de La Laguna en el siglo XVIII
Prácticamente desde la fundación de los primeros asentamientos españoles y tlaxcaltecas en la Región de Parras, El Alamo (hoy Viesca, Coah.) Mapimí y San Juan de Casta, los llamados “chichimecas” o “indios bárbaros” comenzaron a asaltar pequeñas poblaciones, rancherías, viajeros o recuas de arrieros.
El Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad Iberoamericana-Laguna conserva sobre estos temas testimonios desde octubre de 1682, año en que las autoridades españolas de Parras y Durango reportaban que
“Yndios enemigos...[h]an bajado” y que estaban
ranchados cerca del hábitat de los indios Laguneros y Bahaneros [que eran
feligreses de el Pueblo de Sn.P[edr]o de La Laguna, pacíficos y aliados de los
españoles] sin determinar su identidad. Estos indios enemigos causaban recelo y
temor del “muncho daño” que les podían hacer [a Laguneros y Bahaneros] por ser
como eran “Yndios Rebelados, traidores y que tantas veces [h]an quebrantado la
paz que han ofrecido”. Laguneros y Bahaneros temían “los asolacen los enemigos
y llebasen sus mugeres” por lo que en esa ocasión se refugiaron en los
alrededores de Santa María de las Parras en el “Sitio de Andrada”. En gran
medida, los indios Laguneros y Bahaneros —que eran habitantes ribereños de la
Comarca desde tiempos remotos— se habían atraído la enemistad de la muy
belicosa nación de los Tobosos porque aquéllos, como aliados de los blancos y
tlaxcaltecas, les ayudaban a rastrearlos y perseguirlos, o, como lo dice un
testimonio de 1683, los atacaban “por ser leales vasallos de su Mag[esta]d y
amigos de los españoles y que en las entradas que d[ic]hos españoles hasen en
busca de los yndios enemigos ban d[ic]hos laguneros en su aiuda y suelen servir
de espías, por cuia rasón y enemistad avían de procurar destruírlos y acaballos,
y les sería fácil por ser d[ic]hos tobosos muchos y guerreros, y éstos [los
Laguneros y Bahaneros] pocos...” Y dice el Capitán Rodrigo García: “...d[ic]hos
laguneros no es posible se defiendan solos como [h]a susedido muchas vezes
matarles gente, y en cierta ocación huvieranlos muerto a todos una madrugada a
no [h]aversen allado acaso en d[ic]ha laguna dos españoles que les aiudaron a
defendersen en la Ygl[es]ia que ya se la llebó el agua, y porque los yndios
mismos laguneros me binieron a [a]visar como en muchas partes serca de la
laguna avisan a [h]umasos de los enemigos...”
Los indios Tobosos habían sido evangelizados y sedentarizados por los misioneros españoles en la Región Lagunera del siglo XVII, pero sin mucho éxito, ya que —según el mismo escrito de 1683— “los yndios tobosos”... “estaban de paz y en doctrina” pero se retiraron “alzados”, es decir, en pie de guerra, y según la misma fuente testimonial, eran muchos, belicosos, crueles y de “mal natural” (de mala entraña, diríamos hoy) “matadores y robadores”. Los Tobosos eran muchos, nómadas y muy guerreros. En 1683 se les había visto atacar a veinte leguas (unos 80 kilómetros) de Parras, donde vivían los Laguneros. Nos dice don Rodrigo García “después tube otro aviso (de) q(ue) avían visto rastros (de los tobosos) serca de su pueblo (de los laguneros, San Pedro de la Laguna).
De entre los cronistas de la Comarca Lagunera en la epoca colonial, el Padre Morfi nos da cuenta de las “naciones” que habitaban en la región: Irritilas, Mamazorras, Neguales, Salineros, Baxaneros, Laguneros y Cabezas, de las cuales dice que “habitaban las orillas de la Laguna de Parras”; y que era “su genio apocado”. Este comentario debe ser tomado desde su horizonte histórico, es decir, es un juicio emitido por un fraile del siglo XVIII, que habla desde la civilización sedentaria y acumuladora de excedentes característica del pensamiento occidental. Conoce también la crueldad de algunas tribus del Norte Novohispano.
Para él, los grupos sedentarios y pacíficos que habitaban la orilla de la Laguna de Parras eran “apocados” por no hacer la guerra y por no valorar la acumulación de excedentes (siendo cazadores y recolectores, sólo tomaban lo que necesitaban para vivir “al día”. Los indios laguneros no consideraban como un valor ni la guerra ni la belicosidad. Se sustentaban de la abundante caza, pesca y recolección. Los mismos padres misioneros dan testimonio de su hospitalidad y disposición a ser evangelizados. Les gustaba la caza, no la guerra. Por su parte, Orozco y Berra menciona que los indios que habitaban la Laguna eran pacíficos “mansos” mientras que los indios guerreros eran “vomitados” por el Bolsón de Mapimí, entre ellos los Tobosos, Cocóyomes, Cabezas y Apaches
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