De entre las cosas que nos llamaron la
atención la semana que terminó, mencionaremos que, en respuesta a innumerables solicitudes de ciudadanos coahuilenses,
la Secretaría de Medio Ambiente analiza el tema de la supresión de las corridas
de Toros.
Las autoridades de dicha dependencia
en Coahuila han comentado que el tema se analizará, ya que siempre ha estado
presente en la agenda en los grupos conservacionistas y de protección a los
animales, con el propósito de que las corridas, como las conocemos, sean
prohibidas en el estado de Coahuila.
No estamos en contra de lo que la
tauromaquia tiene de tradición, de arte o de fiesta. Únicamente estamos en
contra de que nuestro país sancione alegremente las prácticas crueles, ya sea
en las corridas de toros, o en cualquier otra actividad que involucre abuso
cruel contra la integridad personas o animales.
Lo interesante del asunto es que
quienes están a favor de las corridas de toros, declaran de manera abierta que
efectivamente, en las corridas hay violencia y agresión cruenta. Pero que no
tienen interés en cambiar esta situación, porque “es parte de la idiosincrasia”
(es decir, de la cultura o costumbres en común) de los mexicanos. Pero no hay
cultura que sea inmodificable, esto lo sabe cualquiera.
Si festejáramos todo lo que es
nuestro, simplemente porque es nuestro, (las corridas de toros no son de origen
mexicano ni español, sino árabe andalusí) tendríamos que aplaudir, celebrar y
perpetuar la “corrupción” como una de las formas más “nuestras” de conducta.
Esto sería absurdo. Evidentemente, tenemos el deber de modificar, por medio de
la educación cívica y de la sensibilidad, aquellos rasgos de nuestra cultura
que sean bárbaros o indeseables.
La crueldad ejercida contra cualquier
ser humano o animal no es algo agradable ni deseable, al menos para quienes aún
tienen sensibilidad como para ponerse en el lugar del otro. Una alternativa
viable para los empresarios de la tauromaquia, es la de las corridas de toros
portuguesas, (recorte) donde el toro no es lastimado en lo absoluto, y que son
eventos que constituyen verdaderos éxitos de taquilla y de entretenimiento.
En México, lamentablemente, la raíz
del mal se encuentra en la tendencia enfermiza de muchas personas que obtienen
satisfacción al agredir al más débil (al que no se puede defender) mientras
tengan oportunidad (es decir, mientras la sociedad o las leyes lo permitan,
desconozcan, toleren o disimulen).
Ahora bien, sería un disparate pensar
que sólo los toros padecen trato cruel. El llamado para reconsiderar y cambiar
las actitudes innecesariamente crueles incluye toros, todo tipo de animales de
rastro, los perros sin dueño que vagan por la calle, gatos, etc. La crueldad en
México existe desde hace mucho tiempo, no es ninguna moda. La lucha contra la
crueldad tampoco es una moda, existe desde que hay mexicanos compasivos que
hablan y actúan a favor de los animales maltratados.
De hecho, en Coahuila es mayoría la
gente que busca desterrar la crueldad del ámbito de nuestra vida cotidiana.
¿Será eso precisamente lo que temen los promotores de la fiesta brava, que
saben que ellos son la minoría?
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