La gran serranía de Las Noas es un
macizo de roca caliza que flanquea a la ciudad de Torreón por su lado sur. Su
nombre le fue atribuido en la era colonial, a causa de la gran cantidad de
agaves del tipo “noa” (Bautizado en 1875 por el británico Thomas Moore como “Agave
Victoriae Reginae” o “Agave de la reina Victoria”) que existían en sus laderas. La primera persona que colocó la
figura de un Cristo en la cúspide de dicho cerro fue el presbítero Manuel
Herrera, conocido mejor como el “padre Manuelito”, de grata memoria, filántropo
y luchador social por medio del servicio a los más necesitados.
Su interés era que cualquier lagunero,
o cualquier viajero que llegara a Torreón por ferrocarril, carretera o vía
aérea, pudiera ver la representación de la figura del Redentor, un Cristo
resucitado. Entonces, el primero que existió sobre el Cerro de las Noas era
visible en los años sesentas, tenía 8 metros de alto, con brazos y cabeza de
metal, y cuerpo de concreto vaciado. El padre Manuel hizo muchos viajes para
subir él mismo los materiales necesarios.
Posteriormente, otro presbítero, el
conocido padre José Rodríguez Tenorio, recientemente fallecido, tomó la
estafeta y continuó avanzando, perfeccionando y engrandeciendo el modesto
proyecto original. Comenzó por añadir un mirador, una escalera, una iglesia y
un camino de concreto para que subieran los coches con facilidad. Esta nueva
fase a cargo del padre Rodríguez, comenzó en 1973. Un aspecto fundamental de
esta segunda etapa, consistía en cambiar al viejo Cristo por uno nuevo, más
grande. Para ello, desde 1981, el escultor saltillense Vladimir Alvarado, tuvo
a su cargo el proyecto de la nueva escultura.
La nueva imagen tendría una altura de
17 metros, solamente en la parte del cuerpo, y otros cuatro metros de base, lo
cual sumaría un total de 21 metros. De acuerdo al proyecto del padre Manuelito,
se representaría al Cristo resucitado, con las señales de los clavos en manos y
pies.
El 1 de abril de 1983, es decir, el
viernes santo, se inauguró la nueva imagen del Cristo mediante un vía crucis al
que se invitó a la feligresía lagunera. El evento se planeó para las 11 de la
mañana, y el recorrido se llevaría a cabo en la escalinata del cerro. El acto
litúrgico fue presidido por el entones obispo de Torreón, Fernando Romo
Gutiérrez y el padre Rodríguez Tenorio como capellán. Mucha gente concurrió a
la solemnidad de la inauguración.
Con el tiempo, el conjunto de
construcciones del santuario del Cristo de las Noas, han formado una especie de
acrópolis (un conjunto de edificios sobre una gran elevación, o sea, una
“ciudad alta” como lo indica la etimología griega) que domina la zona
metropolitana por su gran altura sobre el nivel del suelo.
Desde entonces, el Cristo de las Noas
se ha convertido en un símbolo alterno de la ciudad de Torreón. El primero ha
sido, y lo será siempre, un Torreón. Este símbolo nos recordará, de manera
perenne, a aquéllos primeros colonos de la Hacienda de San Lorenzo de La laguna
que vivieron aquí, y que tuvieron que luchar contra los apaches para convertir
nuestra población en un lugar habitable. Para vigilar las crecientes del Nazas,
bastaban las alturas del Cerrito de la Cruz; pero para defenderse de los
indios, se necesitaba un Torreón almenado, una construcción netamente
defensiva.
En diarios:
Milenio
http://www.milenio.com/firmas/dr-_sergio_antonio_corona_paez/Cristo-Noas_18_493330665.htmlEl Siglo de Torreón
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1102566.el-cristo-de-las-noas.html
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