Cuando yo era estudiante de
administración de empresas en la Escuela de Comercio y Administración de
Torreón (actualmente FECA) y para mayores señas, entre los años de 1969-1971,
un maestro de la asignatura de economía tenía un dicho (algo pícaro por cuestión
de nemotecnia) para definir dos procesos:
“Inflación —decía— es cuando un huevo
cuesta un peso”. Y “deflación —decía también— es cuando un peso cuesta un
huevo”. Si nos ponemos a hacer cuentas, un peso de aquella época equivale a un
milésimo de nuestro peso actual. Y se tenía por tan disparatado el pensar que
un solo huevo pudiera costar un peso, que se usaba como ejemplo del precio
inflacionario.
Pues bien, una revisión de precios
actuales de ese producto nos habla de una realidad tan atroz que se ha buscado
ignorarla por todos los medios posibles, incluso quitando ceros a la moneda.
Porque el continuo proceso inflacionario de 1977 al 2015 supera infinitamente
al que pudo darse en 300 años de período colonial novohispano.
A manera de comparación, si tomamos en
cuenta la oferta de huevo de diferentes marcas comerciales en sus diversas
presentaciones y categorías al 15 de abril de 2015, como lo son el “huevo
extra”, “blanco”, “orgánico rojo”, “de libre pastoreo”, “jumbo blanco”,
“light”, “rojo”, notaremos que sus precios (por cada huevo) oscilan entre $2.13
y $5.25, y que el promedio se sitúa en $2.76 por pieza.
Pero debemos recordar que en los
términos de mi maestro de economía, estaríamos hablando de 2,130.00 pesos por
cada huevo, y de los más económicos. A él ya le parecía descabellado en extremo
que un huevo pudiera costar un peso.
¿Qué ha sucedido, pues, con la economía
y con el poder adquisitivo? ¿Cómo ha sido posible este encarecimiento de la
vida y empobrecimiento de las posibilidades familiares de bienestar?
Solamente podemos atribuir este fenómeno
económico y social a la mala administración de la clase política mexicana. El
proceso inflacionario galopante comenzó al final del sexenio de Luis
Echeverría, cuando puso a “flotar” el peso (un eufemismo que la cámara de
diputados aplaudió) en septiembre de 1976. Y desde entonces no ha parado.
El "nuevo peso" despojado de tres ceros
Fue
tan grave el proceso que en 1993 el presidente Salinas puso en vigor el “nuevo
peso” (con tres ceros menos). Una maniobra de carácter político que buscaba manipular
la memoria histórica de los mexicanos. A pesar de que los gobiernos de 1976 a
1993 eran los responsables del enorme deterioro de la economía nacional, no
quisieron asumir el costo político.
Con la creación del “nuevo peso” —pensaban—
crearían una cortina de humo que les permitiría continuar en el poder con
gobernabilidad. Los mexicanos, sobre todo las nuevas generaciones, no serían
conscientes del inmenso robo que la clase política había cometido en contra del
bienestar de la ciudadanía.
Los dispendios y malos manejos continúan
hasta el presente sin que los diputados cumplan con su obligación, que es la de
representar los intereses de la ciudadanía en contra de las decisiones o
acciones dañinas del poder ejecutivo o el judicial.
Continúan las alzas
inflacionarias, los sueldos congelados, la impunidad, el enriquecimiento
ilícito, los conflictos de interés, el alza e incremento de impuestos, los
pésimos servicios de salud, y ni para qué mencionar las miserables tasas
vigentes de jubilación. No cabe duda de
que la clase política mexicana es extraordinaria cuando se trata de crear
“realidades históricas”, o bien, de desaparecerlas.
1 comentario:
Hola! Me llamo Christopher Joseph Martinez, estoy haciendo una tesis sobre el rescate del centro histórico, me interesaría ponerme en contacto con usted... chrisjmh@hotmail.com
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