Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

martes, junio 03, 2008

Epílogo


Verdadera acrópolis y símbolo de la ciudad, el Santuario de las Noas preside el lado sur de Torreón
Ayer lunes los laguneros refrendaron el gusto que sienten por el triunfo de su equipo, el Santos Laguna. Si yo no me incluyo, a pesar de ser torreonense de nacimiento, es porque considero que la figura de cronista requiere que se guarde cierta distancia para observar y comentar los fenómenos sociales.

Efectivamente, toda la noche del domingo fue de festejos, y todo el lunes también. Los laguneros no hablaban de otra cosa que del tercer campeonato del Santos. Por la ciudad deambulaban innumerables personas de ambos sexos y de todas las edades, con la playera franjada de albiverde. Sucedió lo mismo en lugares públicos y privados, y en todo tipo de comercios y oficinas. Es algo que llama la atención cómo un triunfo futbolístico puede inyectarle tanto entusiasmo, no digo a una ciudad, sino a toda una región, pues los festejos fueron idénticos en los otros municipios de La Laguna.

La cantidad de personas que se estima asistieron al desfile “de la victoria” fueron entre 300 mil y 360 mil. Este desfile inició en al monumento del piloto aviador Francisco Sarabia, en la ciudad de Lerdo, Durango, recorrió toda la calzada que la une con la ciudad de Gómez Palacio, Durango, y luego por el boulevard Miguel Alemán, cruzó el Nazas hasta Torreón, y ya en nuestra ciudad, el recorrido continuó por el boulevard Independencia, hasta Cuatro Caminos. La principal atracción del desfile fueron los guerreros mismos y la copa del equipo campeón.

Tal cantidad de gente se ve solamente a lo largo de noviembre-diciembre, durante la época de las peregrinaciones al Santuario de Guadalupe. Y me atrevería a decir que en esta ocasión, era aun más. La llamada santosmanía no la comparten solamente las clases populares, ya que existe muy arraigada en todos los estratos y ocupaciones. Supimos que el domingo de la final deportiva, hubo iglesias laguneras donde se terminó el culto dominical y se continuó la sesión de porras y tambores del Santos, a manera de plegaria, sacerdotes incluidos.

A pesar de los llamados de autoridades y líderes religiosos para que la afición conservara la serenidad, ganara o perdiera su equipo, hubo manifestaciones de conducta alcoholizada y vandalismo. Si comparamos con lo que suele ocurrir en otras ciudades, diríamos que aquí no hubo nada que lamentar, que el ambiente fue mas bien festivo. Pero sí hubo algunos casos aislados de accidentes, coches rayados —de mala fe— con punzones, y agresiones por el estilo.

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