El apellido Estens es de origen catalán, y hay muy
poca información sobre su presencia en La Comarca en los siglos XIX y
principios del XX. Entre las primeras familias que encontramos en La Laguna con
este apellido, está la conformada por el señor José Antonio Estens y la señora
Felícitas Cuevas. Originalmente residían
en la ciudad de Durango, y posteriormente, en Mapimí y en Lerdo. En esta ciudad
fue registrada doña Felícitas ya viuda y con 87 años de edad, y algunos de sus
hijos, según el censo de población de 1930.
Censo de población. Familia Estens. Imagen cortesía de la Iglesia S.U.D.
Entre los vástagos de este matrimonio se contaban
José Estens Cuevas, nacido hacia 1864; María Dolores Martina Estens Cuevas,
bautizada en Mapimí el 27 de junio de 1879;
Margarita Estens Cuevas, nacida hacia 1870; Santiago Estens Cuevas,
nacido hacia 1884 y Jesús Jose Francisco Estens Cuevas, bautizado en Lerdo el 5
de julio de 1886.
Los padres del señor José Antonio Estens fueron el
señor Santiago Estens y la señora Josefa Carrera. Los padres de la señora
Felícitas Cuevas lo fueron Ramón Cuevas y la señora Josefa Ceniceros.
Desde la década de los novecientos cincuentas,
encontramos en Torreón a los hermanos Jaime y Federico Estens como personas muy
conocidas y apreciadas.
A continuación, y con motivo de la pasada celebración
del Día de las Madres, se transcribe una composición literaria dedicada a las
mamás, tal y como se les imaginaba a finales del siglo XIX y principios del XX
en la Comarca Lagunera. Se trata de un ejercicio literario que se encuentra
escrito en un cuaderno escolar de aquélla época, y que nos dibuja, con grandes
pinceladas, la reverencia con que se enseñaba el amor debido a las madres.
"Ciertamente adorada mamacita, no has pensado en
que mi pluma está aún entorpecida para expresar, con exquisito tino y de un
modo discreto y elocuente, el inmenso cariño que se siente por estos seres a
quien tanto amamos y de quien toda entera es nuestra vida.
Sí, para hablar de las madres es preciso ponernos de
rodillas y adorarlas, contemplarlas cual ángeles del cielo en su excelso y
grandioso paraíso. Y como a Dios en su divino trono, con profundo respeto
venerarlas.
Besar sus frentes límpidas y puras, llegando en
nuestro amor hasta el exceso de ofrendarles la fe de nuestras vidas, con ellos
nuestra alma en cada beso.
Grabad con sangre exenta de pecado la dulce imagen
siempre idolatrada de la mujer que, al darnos la existencia, nos dio con ella
la mitad de su alma.
Y aquellas que reposan en la tumba y hayan dejado su
misión cumplida, pongámosles las flores que en nuestra alma regaron con el
néctar de su vida.
Ya veis, queridos condiscípulos, cuánto vale ese
inmenso tesoro incomprendido, ese raudal de amores sacrosantos. Vivas les damos
nuestros tiernos besos; muertas, el fuego venturoso en que se inflama el casto
amor de su cariño santo".
Y también la noche del día de las madres se jugó en
esta ciudad de Torreón el partido "de vuelta" entre Pachuca y Santos
Laguna, en la fase de semifinales del torneo de clausura.
Y aunque el marcador parcial del encuentro de vuelta
era de 4-2 favor de los guerreros del Santos, el global quedó 4-4, con la
ventaja para Pachuca, por haber metido dos goles como visitante en el TSM de
esta ciudad.
Una torpeza por parte del portero titular Osvaldo
Sánchez, le valió la expulsión de la cancha. Sin su pericia, la meta de los
guerreros quedó expuesta en el momento en que más se le necesitaba.
El rumbo del partido pudo fácilmente ser otro, pero
los errores se pagan. A juegos calientes, cabeza fría. Es una regla fundamental
del futbol mundial, máxime cuando los árbitros no simpatizan con la plaza.
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