Mil pesos de 1992 se convirtieron en un peso actual
Hace veintiún años,
el primero de enero de 1993, entró en vigor el cambio de la moneda mexicana, de
los pesos tradicionales a los “nuevos pesos”. La razón, del cambio, según se
comentó en los medios, era la de facilitar las transacciones comerciales, que ya
alcanzaban cifras de millones de pesos por simples celulares, muebles y cuentas
de consumo en supermercados.
Y aunque esa razón era válida, no era la única. El
secretario de Hacienda del presidente Salinas, Pedro Aspe Armella, buscaba
también echar una manta de olvido en la memoria de todos los mexicanos. Buscaba
un “borrón y cuenta nueva” en relación al meteórico proceso inflacionario que
vivía el país desde 1976, último año del gobierno del presidente Echeverría.
Desde 1976 hasta 1993 fue un período de gran deterioro económico a pesar de las
promesas del mismo Echeverría, de López Portillo, de Miguel de la Madrid, de
Salinas de Gortari, y posteriormente, de Ernesto Zedillo, de Vicente Fox y de Felipe Calderón.
En septiembre de
1976, yo tenía casi 26 años de edad y me graduaba de mi licenciatura en
Guadalajara. Recuerdo perfectamente la estabilidad económica de los años
previos, incluso desde mi niñez, como recuerdo también que ese mes de
septiembre fue un verdadero parteaguas en la economía mexicana, el inicio de
una crisis que no ha parado. Porque el proceso inflacionario no se ha detenido
en lo absoluto. Para botón de muestra, revisemos los archivos y los precios
promedio de algunos productos básicos:
En mayo de 1976, el
frijol bayo blanco “Imperial” costaba (en Torreón) $ 5.30 la bolsa de 800 grs.
Para enero de1992, la misma cantidad de frijol bayo blanco costaba $ 2,300.00 y
en 1993, N$ 2.30, ya sin los tres ceros. Pero los precios actuales del frijol
demuestran que, a pesar de la maniobra cosmética de desaparecer el triple cero,
la inflación no se ha detenido, pues de $2.30 ha subido a un rango que va de
$12.00 a $39.00 pesos el kilo de frijol, según calidad y marca. Este rango
representa un incremento del 521% al 1,695% en relación al precio de 1993. Y
hablando en pesos de 1976, el frijol pasó de $5.30 a $ 12,000.00 - $ 39,000.00.
Un incremento de tal magnitud en el precio de este producto básico demuestra
cómo el poder adquisitivo que los mexicanos teníamos en 1976, ha sido
“pulverizado”. Pues todos
los bienes y servicios incrementaron sus precios, no solamente el frijol. Los
salarios jamás se incrementaron en la misma proporción, ni remotamente.
Otro producto de
referencia es la tortilla de maíz, que en octubre de1976 costaba $ 3.30 el
kilo, en febrero de 1992 costaba $ 1,000.00, en 1993 N$ 1.00 y actualmente $
13.00 ($13,000.00 pesos de aquéllos). De 1993 a 2013 aumentó 1300% su precio.
El litro de aceite de cocina “Capullo” costaba en enero de 1976, $ 16.55; en 1992, $3,158 pesos o N$
3.15 en 1993. Y en 2013 cuesta $25 pesos, aproximadamente un 793% más.
Podemos revisar
muchos más productos y precios, pero todo lleva a la misma conclusión: el
proceso inflacionario fue extremadamente acelerado entre 1976 y 1992 –un corto
período de 16 años– pero ha continuado sin parar. Este fenómeno se le ha
ocultado a la población joven (para evitar costos políticos) anualizando y
descontextualizando los índices inflacionarios. Aún así, no hay retórica
política ni estadística financiera que engañe a las amas de casa. Ellas, mejor
que nadie, conocen cuál es el estado real de la economía del mexicano promedio.
Independientemente de los informes de la macroeconomía, saben bien que el poder
adquisitivo de las familias ha sido pulverizado por los manejos irresponsables
de administraciones anteriores.
Frenar este
añejo proceso inflacionario e incrementar en algo el poder adquisitivo del
peso, son dos grandes retos que enfrentan actualmente la presidencia de la
república, las autoridades estatales y las municipales. Les deseamos suerte.
Todos queremos un México mejor.
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