Cuando surgió
oficialmente la jurisdicción de la actual Comarca Lagunera, al crearse la
Alcaldía Mayor de Parras, Laguna (San Pedro) y Río de las Nazas (San Juan de
Casta, ahora León Guzmán, Durango) en 1598, se creó una jurisdicción con unidad,
a la cual se le llegó a conocer como el “País de La Laguna”.
En esa época,
el término “país” era sinónimo de “región” o “comarca”, nada que ver con la
designación de un estado soberano. El referente de identidad era el gran
sistema hidrológico integrado por los ríos “Nazas” y “Buenaval” y las lagunas
que formaban, la de Parras, la del “Caimán” (Tlahualilo) y la del Álamo de
Parras (Viesca). El gentilicio “lagunero” procede del hecho de vivir en esa
comarca de lagunas.
En aquellos
años, la identidad de los laguneros (la occidental, que es la que heredamos) era
sumamente sólida, porque solo había dos bandos entre sus habitantes: los
católicos súbditos del rey, y los bárbaros “infieles” que buscaban destruirlos.
Como sucede en cualquier región o país en guerra, sus colonos se solidarizaron
entre sí, cobrando mayor consciencia de sí mismos, de su cultura occidental y
de su identidad frente a la alteridad.
Sin embargo,
la división de su territorio en diversas jurisdicciones ha ido apagando esa
consciencia del origen común. La primera división la ejecutó Carlos III, al
separar La Laguna entre dos provincias, la de Coahuila y la de la Nueva
Vizcaya, actualmente Estado de Durango. La separación se firmó en Aranjuez, en mayo
de 1785.
En el antiguo
País de La Laguna, fueron surgiendo nuevas jurisdicciones, como la de Parras, su
antigua capital; Viesca; Matamoros, San Pedro, Torreón, Francisco I. Madero. Y
a medida que se ha fraccionado, se va olvidando el origen común. Parras no recuerda ya que fue la capital
política, judicial, religiosa y cultural de todo el País de La Laguna. Ha
olvidado que la laguna era “La laguna de Parras”.
Claro, con
los siglos y el creciente uso del agua para cuestiones agrícolas, la laguna se
achicó y quedó en la jurisdicción de San Pedro, al poniente de Parras. Esto,
más el hecho de que la enorme hacienda de San Lorenzo de La Laguna no incluía
la jurisdicción de Parras, hizo que los parrenses asociaran el nombre de dicha
hacienda con el de La Laguna. Mutilaron en sus mentes la Comarca Lagunera
original, reduciéndola al territorio que ocupaba la Hacienda de San Lorenzo de
La Laguna.
Cada
jurisdicción ha ido creando nuevas identidades, o al menos, intentos de
identidad. Se busca la diferencia, más que la herencia común. Y en esto, la
ciudad de Torreón se lleva las palmas, en su intento de desligarse de la
historia y la cultura colonial lagunera, para imaginarse a sí misma como una
Venus moderna, que surge adulta y por su propia virtud en las aguas de la
historia, sin antecedentes ni contextos previos. Pero Torreón no existiría si no
fuera por la sólida economía algodonera de La Laguna, la cual comenzó a surgir
desde el siglo XVIII. Nuestros nahuatlismos son de origen colonial, igual que
nuestros matachines.
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