Nuestra moderna ciudad de Torreón es testigo de la feroz lucha con que un grupo de “historiadores” le hacen la guerra sucia a su cronista legítimamente nombrado por unanimidad por un cabildo plural.
En realidad, se trata de un fenómeno de lucha en contra de la profesionalización de la historia. Se trata de la lucha que algunos grupos de historiadores aficionados mantienen contra la historia escrita por profesionales. Porque, evidentemente, carecen de la preparación y de las habilidades que requiere la escritura de una historia académica. Y quieren, a como de lugar, un nicho en la estructura política municipal.
Y como no pueden acreditar sus trabajos (si los tienen) entonces se dedican a desacreditar al Cronista de la Ciudad. Porque para sus fines e intereses de escribir la historia o la crónica amateur, el Cronista de Torreón es un verdadero obstáculo.
Mientras los integrantes de este grupito se han dedicado a vociferar, el Cronista de Torreón ha escrito y publicado varios libros de investigación, y ha ganado dos premios internacionales. Y si creen que este Cronista solamente escribe historia, y no crónica, deberían visitar mi página de Crónica Virtual, donde doy fe del acontecer de nuestra ciudad y municipio desde 2006, con más de 900 artículos. Está página fue elogiada por las autoridades de la UNAM como la más constante y antigua de México en su categoría.
Los argumentos de este grupito de “historiadores” son tan ingenuos, que hasta da pena considerarlos. Lo que ellos pretenden hacer, lo hace el suplemento de fin de año de cualquier diario regional. Y son los medios de comunicación los que dan fe del diario acontecer en cualquier ámbito de la actividad torreonense. Es absurdo que un Cronista quiera competir con la prensa, la radio o la TV; el cronista debe ser selectivo e interpretativo. Para eso es cronista. Se le encomienda la responsabilidad de discernir entre los acontecimientos, no la tarea de consignarlos todos, y de escribir la historia de la ciudad. La premisa "historia" o "crónica" es falsa. El Cronista de una ciudad siempre ha hecho ambas cosas.
Muchas de estas “historiadoras”, “historiadores” y “políticos de la historia” poseen una trayectoria poco clara. No alcanzo a creer la enorme temeridad con que hablan a la comunidad de Torreón, sobre estos temas o sobre cualquier otro. Hace meses les propuse un debate académico ante los medios de comunicación, en vivo, y nadie recogió el guante. Sigo esperando respuesta.
Finalmente, mi nombramiento como Cronista es legal y es vitalicio. No me molestaría en lo absoluto nombrar un consejo de la crónica, como dice la señora Isabel Saldaña que hizo el señor Guillermo de Tovar y de Teresa, Cronista de la Ciudad de México. Es mi prerrogativa como Cronista el hacerlo. Pero señores aspirantes al consejo de la crónica de Torreón, por favor, hay maneras de hacer las cosas. Yo no he recibido una sola invitación del señor secretario del ayuntamiento, ni de nadie, para dialogar sobre el tema. Así que si se efectivamente se llegara a nombrar un consejo de la crónica sin tomar mi opinión ni respetar la dignidad de mi legítimo cargo, será por imposición y obedeciendo a sabrá Dios qué obscuros intereses.
Y esta guerra sucia que consigno, estimados lectores, es un artículo más de mi crónica. No está de más mencionarlo, por aquéllos que dicen que solamente escribo historia.
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