Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

martes, noviembre 27, 2012

Reconocimiento al alcalde de Torreón




En días pasados, se celebró el encuentro de la Asociación Estatal de Cronistas Municipales de Coahuila, A.C., con representantes de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, A.C. 

El evento se llevó a cabo con el generoso y decidido apoyo del Presidente Municipal  de Torreón, Lic. Eduardo Olmos Castro, alcalde anfitrión del evento, como lo fue en el 2010 con motivo de la proclamación de nuestra comunidad como Ciudad Heroica y Ciudad Histórica de interés nacional. También recibió el apoyo de la Universidad Iberoamericana Torreón, sin duda alguna la institución vanguardista en la escritura de la historia regional.




La parte inicial del evento se llevó a cabo en el Hotel Marriot de Torreón, con un desayuno para los cronistas y la ceremonia de apertura de trabajos, donde se escucharon los mensajes de los integrantes del Presidium. Es de señalar que el Mtro. Jaime Muñoz Vargas, Director Municipal de Cultura, representó de manera personal en el evento al alcalde Olmos Castro. El Mtro. Muñoz Vargas recibió los reconocimientos y testimonios de gratitud que ambas asociaciones le confirieron al alcalde, y a su vez agradeció y alentó a los cronistas municipales a proseguir con su importante tarea. 




En la imagen superior, el presidente de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, A.C., Cresencio Montoya Cortés, muestra el reconocimiento conferido al alcalde de Torreón, Lic. Eduardo Olmos Castro (representado por el Mtro. Jaime Muñoz Vargas, Director Municipal de Cultura) , por su incansable y generoso apoyo a la Asociación estatal y nacional de Cronistas Oficiales. (Foto Milenio Diario).


Asimismo, en la misma sesión, el Cronista Oficial de Torreón, Cronista anfitrión del evento, recibió reconocimientos de parte de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, y de la Asociación Estatal de Cronistas Municipales de Coahuila.  




Posteriormente, los cronistas visitantes conocieron la Plaza Mayor, y se dirigieron a la visita programada al Museo Arocena, donde fueron gratamente recibidos por su directora, la Lic. Rosario Ramos Salas y guiados en dos grupos por guapas edecanes, de quienes escucharon sobre los testimonios del pasado. 




Posteriormente, los cronistas se dirigieron a los municipios de Matamoros y de Viesca, donde fueron guiados a los sitios de interés histórico y también festejados por las autoridades municipales.  

El sábado por la mañana, los cronistas oficiales estuvieron en las instalaciones de la Universidad Iberoamericana Torreón, donde elogiaron sus modernas y funcionales instalaciones y belleza arquitectónica. Ahí mismo se les ofreció un desayuno de típicas gorditas torreonenses de harina y de maíz. Estas gorditas se han convertido en parte de nuestra cultura lagunera. Le comentaba yo al cronista de Monclova, que hemos localizado las referencias escritas más antiguas sobre la tortilla de harina hacia 1730, precisamente en Monclova. Y como es natural, desea la compartamos el dato. Así será. 





En la imagen superior, los cronistas oficiales disfrutan el sábado por la mañana, en la Universidad Iberoamericana Torreón, un ejemplo del patrimonio gastronómico de Torreón: las gorditas rellenas con toda clase de guisados.

Luego del desayuno, los cronistas oficiales hicieron un recorrido por el Centro de Investigaciones Históricas de la Ibero Torreón, donde pudieron admirar las instalaciones, procesos, procedimientos, métodos de catalogación, vigilancia electrónica de condiciones de humedad y temperatura. Pero su mayor interés se dejó ver al examinar los más de 400 fondos documentales que posee dicho Centro de Investigaciones, y que se remontan a la Era Colonial Lagunera, y abarcan hasta el día de hoy. Pudieron constatar asimismo su extensa línea editorial (de la cual se llevaron libros de regalo) así como la enorme utilidad de los servicios en línea, que les permite acceder documentos y publicaciones desde sus lugares de origen o jurisdicción. 

De la Universidad Iberoamericana Torreón, los cronistas oficiales se dirigieron a los municipios de Francisco I. Madero y San Pedro de las Colonias, donde terminaron, con visitas y eventos, su recorrido por los cinco municipios laguneros de Coahuila. 

Los infrascritos cronistas participantes e invitados firmantes agradecen al Lic. Eduardo Olmos Castro su magnífica hospitalidad y su decidido apoyo para la realización de este encuentro, el cual ha superado toda expectativa: 

Carlos  Gutiérrez  Recio, Presidente de la Asociación Estatal de Cronistas Municipales de Coahuila; Ramón  Williamson Bosque, Vicepresidente de la Asociación Estatal de Cronistas Municipales de Coahuila, Matías Rodríguez Chihuahua, Comisión Nacional de Ciudades  Heroicas de la  ANACCIM, Sergio Antonio Corona  Páez, Cronista Oficial de Torreón y Cronista Anfitrión del evento; Ramiro Saldaña Maldonado, Juan Daniel  Alvarez  Peña, Rebeca  Lugo  Soto, Elvia Guadalupe  Morales  García, Roberto  González  Aguilera, Pedro  Tijerina   Ortegón, Juan Manuel  Ortegón, Patricia  Neave  Lira,    Carolina  Sánchez   Anívarro, Ma. del Socorro  Muñoz  Alba, Vicente  Rodríguez  Mendiola, Luis  García  Valdés, Gumaro  Tonche  Flores, Luis  Martín  Tavares, Manuel  Cavazos  Dávila, Manuel  Lastra  López, Carlos  Mariano Guzmán Madariaga, Flor  Estela  Luna  Sánchez, Enrique  Gómez  Dena, Feliciano  Esparza  Magaña, Luis  Treviño  García, Pablo  Amaya  Ramírez, Crescencio  Montoya  Cortez, Presidente Comité Directivo de ANACCIM, Joaquín  Inzunza, Secretario  Comité Directivo  de  ANACCIM. 





lunes, noviembre 19, 2012

Ciencias auxiliares de la Historia




Escudo de un descendiente del marqués de Jaral de Berrio. Como no lleva la corona de marqués en la parte alta del escudo (o timbre) sino el yelmo de los hidalgos, sabemos que este diseño perteneció a uno de sus descendientes directos, a quien ya no correspondía usar el título. Se trata de un caso de "nobleza de sangre" y no de "nobleza titulada". Esta pieza de porcelana heráldica pertenece al museo Franz Mayer. 


Un tipo de documentos que resultan fascinantes, se pueden encontrar en los archivos, bibliotecas o museos de prosapia colonial (como el Municipal de Saltillo) son aquellos que podemos denominar genealógico- nobiliario. De entrada, no debe asustarnos esta terminología: “Heráldica”, “Genealogía” “Nobleza”. Son términos que representaban realidades muy vigentes en la cultura de nuestros antepasados, y que en la actualidad constituyen meros pasatiempos para algunos, objeto de pretensión para otros, y fuentes de conocimiento para otros pocos estudiosos del Antiguo Régimen. 

Pero para volver a nuestra relación sobre estos documentos, diremos que los hay de diversas clases: las relaciones de méritos y servicios, las probanzas o litigios de hidalguía, infanzonía o vizcanía. Testamentos y probanzas de limpieza de sangre. Si por documento entendemos, en sentido más amplio, todo vestigio que nos dé información del pasado, entrarán también las imágenes o ilustraciones de escudos de armas en papeles, lienzos, retratos, capillas, enterramientos o escrituras y títulos de mayorazgos. Suelen encontrarse representaciones heráldicas grabadas en artefactos del mobiliario o de uso suntuario. 
   
Por desgracia para la investigación genealógica, en nuestro país los documentos coloniales que hacen referencia a la hidalguía de linaje tanto como las representaciones heráldicas son vistos con sospecha de manera apriorística, con el prejuicio de un republicanismo trasnochado que ya no casa con la seriedad e imparcialidad que requiere el estudio científico de una familia o de una sociedad virreinal. Como investigadores, no podemos mirar un emblema heráldico de manera descontextualizada. El blasón constituía un elemento muy significativo del Antiguo Régimen, que debe ser estudiado desde su propia época y cultura, porque solamente con esa óptica estaremos en condiciones de entender su significación como elemento de comunicación del pasado. 

Pero antes de continuar, debemos recalcar que el “Antiguo Régimen”, que comenzó a desaparecer en 1789, era el régimen del privilegio, de la desigualdad social. No todos los ciudadanos tenían los mismos derechos ante la ley. Había un grupo privilegiado, que era precisamente, el de la nobleza. Para ellos era el uso del “Don” (del latín dominus, “señor de vasallos”), determinados puestos en los cabildos y alcaldías mayores y menores, en las cancillerías o tribunales, en el ejército, en las universidades o entre los miembros del clero. No se les podía torturar ni embargar, y sobre todo, estaban exentos de impuestos.

Básicamente, había tres clases de nobleza, que era hereditaria: la baja nobleza, o nobleza de sangre, que era la de los “Hidalgos” o “Hijosdalgo”. Esta se recibía de los antepasados que habían sido nobles, se conservaba por línea de varón, y no implicaba la posesión de título alguno. En Nueva España, y sobre todo en el Norte, hubo muchísimos que ganaron su estatuto como primeros pobladores o colonizadores.

La segunda clase de nobleza, o nobleza media o titulada, era la que estaba conformada por individuos que poseían títulos hereditarios de barón, vizconde, conde, marqués o duque. La relación era jerárquica: el vizconde era mayor en dignidad que el barón, el conde mayor que el vizconde, y así hasta el duque, cuya dignidad era suprema sobre los demás.

La tercera clase de nobleza, la “créme de la créme” estaba constituida por individuos que poseían títulos de “Grandeza”. Un “Grande de España” era igual en dignidad a cualquier otro “Grande”, aunque tuvieran títulos jerárquicos de condes o marqueses. Se trataba del cuerpo de “Pares” de España. Un ejemplo actual es el de doña Cayetana, duquesa de Alba, que es muchas veces “Grande de España” por herencia. El de duquesa no es el mayor de sus títulos, aunque sí uno de los más históricos.

Las tres clases de nobleza tenían en común el derecho a portar escudo de armas. Sin embargo, debemos advertir que la “hidalguía” o “nobleza de sangre” dejó de existir como tal durante el primer tercio del siglo XIX. Solamente se puede afirmar que existen en la actualidad, los descendientes de aquéllos. El uso del escudo de armas se les sigue reconociendo. En cuanto a la nobleza titulada y la Grandeza, constituyen las clases de nobleza generalmente reconocida por las leyes en los países monárquicos de Europa.

Existe un tipo de nobleza llamada “personal”, que es la que obtiene un individuo al ser condecorado. Esta nobleza no es transmisible. En algunos casos, las condecoraciones se otorgan exclusivamente a quienes ya son nobles. Los países que no son monárquicos, como México, también extienden esta clase de condecoraciones, como la “Orden del Águila Azteca”, cuyo arquetipo fue la “Orden Imperial del Águila Mexicana” creada por Maximiliano. También se acostumbra otorgar escudo de armas a quienes reciben una condecoración, como la de Carlos III, Isabel la Católica, Santiago, Calatrava, Montesa, etc.  

El escudo de armas constituye una representación gráfica portadora de información en dos áreas constitutivas: el campo y el timbre. El campo era y sigue siendo el lugar del blasón en el que se exhiben las marcas de un linaje dado, y no de un apellido. Los escudos se asumían o concedían siempre para una familia y sus descendientes. Era totalmente esperable que dos familias diferentes tuvieran escudos diferentes, aunque tuvieran el mismo apellido. El campo del escudo, por lo tanto, era como la "marca registrada" o, si usamos una analogía contemporánea, como el “código de barras” que distinguía a una familia de todas las demás. En la percepción popular, el “ timbre”, es decir, el diseño que va sobre el escudo, y que por lo general es un yelmo o una corona, es un simple adorno sobre el escudo. En realidad es el área que contiene la información que manifestaba el estatus o jerarquía nobiliaria del poseedor del escudo. Yelmo o casco para los hidalgos, y una serie de coronas o yelmos coronados  con una iconografía y sintaxis muy bien reguladas para caballeros, señores de vasallos, barones, vizcondes, condes, marqueses y duques. Por lo que se refiere a las representaciones de los timbres, no de la nobleza, sino de la realeza, existían también sus propias reglas. 

La importancia que estas representaciones poseen para los investigadores históricos, consiste en que los registros parroquiales o civiles que dan cuenta de los orígenes de los conquistadores, pobladores y pacificadores generalmente se remontan cuando mucho al siglo XVI o el XVII en el septentrión novohispano, muchas veces con enormes lagunas que con excesiva frecuencia son,  para desgracia nuestra, insalvables.

Sin embargo, no todo está perdido. La representación gráfica de un blasón, a veces su simple bosquejo en un documento, nos otorga la posibilidad de cotejarlo contra los miles y miles de expedientes que existen en los archivos de las Reales Cancillerías y Ordenes Nobiliarias en España. Puesto que el blasón es representación gráfica de un linaje y no de un apellido, por esta comparación estaremos en posición de determinar exactamente a qué familia de España pertenece un poblador del cual no tengamos más información que el bosquejo de sus armas. Se pueden documentar siglos de generaciones de esta manera, y retroceder fácilmente a la Baja Edad Media. La importancia de la genealogía y la heráldica como ciencias auxiliares de la historia, es incuestionables.    

Por otra parte, el desconocimiento de los diversos conceptos de nobleza —como si el término fuese por definición ahistórico y hubiese significado siempre lo mismo en los diferentes ámbitos geográficos y sociales del viejo y nuevo mundo— se traduce en una mala lectura de los documentos que portan información genealógico-nobiliaria. Desconocemos las diferencias que existían en la manera de calificarla en España. No estamos familiarizados con los matices que implican diferencias de terminología como “nobleza notoria”, “hijodalgo de linaje y solar conocido” y “nobleza titulada”. Peor aún, en muchas ocasiones hemos asumido puntos de vista nobiliarios que proceden de Inglaterra o de los Estados Unidos y los hemos considerado de valor y aplicación universal. Como investigadores veraces, debemos entender estas fuentes genealógicas y nobiliarias como textos de cultura, como elementos de comunicación que poseen su propio contexto y significado. ¿Significaba la condición de nobleza lo mismo para un vizcaíno, para un criollo o para un tlaxcalteca? ¿El término y la calidad de noble tenían el mismo referente cultural para los tres?

Nuestro desdén o nuestra franca burla sobre las “pretensiones nobiliarias” de los viejos pobladores españoles o indígenas es ciertamente una risa ingenua que nos delata como pobres historiadores. Debemos redimir nuestro quehacer y nuestra imagen gremial con investigación verdaderamente científica, sin temor de aparecer ante la sociedad como monárquicos o aristocratizantes. Los fenómenos de cada época solamente pueden ser comprendidos a partir de su propio contexto cultural. El historiador científico es el hermeneuta por excelencia.

jueves, noviembre 15, 2012

Calaveras






DE DON SERGIO ANTONIO, LA CALACA LO SABE TODO
EN SU BLOGSPOT, AL DIA SE ACCESA A SUS ARTICULOS
AVIDA LEE SUS INVESTIGACIONES QUE HA COMPARTIDO
DE LA REGION LAGUNERA, NOS DICE HASTA DE VINOS

LA CALACA LO GRITA A LOS CUATRO VIENTOS
Y A TODO PULMON, SOY SU FAN NUMERO UNO
LO TRAERE, SERA EL CRONISTA DE LOS CEMENTERIOS
PORQUE COMO EL DR.CORONA PAEZ, NINGUNO

Y HASTA LA MISMA PUERTA A RECIBIRLO
LA CALACA EXTENDIO SUS FRIOS BRAZOS
 TOMANDOLO EN SU TODO, CUBRIENDOLO
QUIEN SABE QUE LE DECIA EN SUSURROS

SINTIENDOSE QUE CONTRA SU VOLUNTAD
LO QUERIAN ENTERRAR EN EL PANTEON
GRITABA: ESTAN VIOLANDO MI LIBERTAD
NADA, DE CAJON, MEJOR UNA ORACION

L A HUESUDA, QUE ES BIEN AVIESA
DE ESTOS SUS MENESTERES
YA TIENE UNA LAPIDA DISPUESTA
“CRONISTA VITALICIO YA ERES”.

LA MISA DE CUERPO PRESENTE
AHÍ EN LA “IBERO” DE SUS AMORES
ERA, TODO UN MUNDO DE GENTE
 A DON SERGIO LE LLEVAN FLORES.

Y DE AHÍ, CON RUMBO AL PANTEON
ERA UN SEPELIO MUY ESPECIAL
LOS DISCURSOS, EN ESTA OCASIÓN
EXALTARON AL CRONISTA OFICIAL.

EN UN MAUSOLEO, AHÍ REPOSAN SUS RESTOS
PARA CUANDO USTEDES LO QUIERAN VISITAR
DON SERGIO, NO QUISO SABER  DE CONSEJOS
LA CALACA LO SUPO, Y ACCEDIO A RESPETAR

LE HAN PROPORCIONADO UNA GRAN BIBLOTECA
ANEXO UN GRAN SALON PARA SUS CONFERENCIAS
 UN SALON DE GRAN COMODIDAD CON  HEMEROTECA
CON UNA HERMOSA MESA Y SILLAS, PARA VISITAS.

POR C.P.ENRIQUE GOMEZ DENA  

Entre el humor, la ironía y el sarcasmo, Contador Gómez-Dena. Muchas gracias...


lunes, noviembre 12, 2012

X Encuentro de Cronistas Oficiales de Coahuila



 

Los días viernes 23 y sábado 24 de noviembre se llevará a cabo, en los cinco municipios laguneros del Estado de Coahuila, el “X Encuentro de los Cronistas Oficiales de Coahuila con la Historia Nacional”. La ciudad anfitriona será Torreón, con recorridos a Viesca, Matamoros, Francisco I. Madero y San Pedro. Cabe mencionar que en Coahuila, tal y como lo contempla el código municipal, solo existe un solo Cronista Oficial por cada municipio. Precisamente éstos son los que se reunirán en nuestra ciudad, para intercambiar materiales, conocimientos, ideas y fuentes documentales adecuadas para la redacción de la crónica oficial de cada uno de ellos.

Este evento lo organiza la Asociación Estatal de Cronistas Municipales de Coahuila, A.C. con la participación y representación de la “Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, A.C. y bajo los auspicios de la Presidencia Municipal de nuestra ciudad y de la Universidad Iberoamericana Torreón. El viernes 23 estarán en Torreón, en Matamoros y en Viesca. 

El sábado por la mañana, los Cronistas Oficiales desayunarán en las instalaciones de la Universidad Iberoamericana, y tendrán la oportunidad de conocer todos los fondos, recursos en línea y trabajos editoriales del Centro de Investigaciones Históricas. Luego seguirán su recorrido por Francisco I. Madero y San Pedro de las Colonias.  

Y para continuar con otro tema, mencionamos que el periódico “El Diario”, en su edición de hace poco más de 105 años, es decir, del 8 de octubre de 1907, publicó la siguiente nota sobre una amenaza de plagio en Torreón, y por lo que leemos, las amenazas, secuestros y rescates no constituyen en lo absoluto una novedad en nuestra población. He aquí el texto original:

“Plagiarios en Torreón. Amenaza de muerte o entrega de mil pesos. La sociedad de Torreón, Coahuila está alarmada porque el señor Alfredo Attolini, propietario de una joyería, ha recibido anónimos en que se le amenaza con matarle si no deposita la cantidad de mil pesos.

Como han ocurrido otras circunstancias en conexión con las amenazas recibidas por el señor Attolini, éste se halla preocupado, y con él, la sociedad de Torreón”. 

Y para cambiar de tema, diremos que algunas fuentes históricas nos refieren que, en 1905, la Hacienda Soledad y los ranchos Las Margaritas, Fresno del Sur, El Refugio, en el municipio de Matamoros, Coahuila, eran propiedad de la sociedad Prince, Torres y Prince, formada por Santiago Prince, Miguel Torres y el Dr. Francisco Prince. La Soledad y los ranchos citados proveían de algodón a la fábrica de hilados y tejidos de algodón “La Amistad” en Gómez Palacio, Durango, también propiedad de la citada sociedad mercantil.

Los edificios de la fábrica ocupaban un cuadrado de 250 metros por lado. Frente a la fábrica estaban situadas las casas de los operarios, 8 manzanas de 80 metros en cuadro cada una y en un área de 6 mil 400 metros cuadrados. Las oficinas o despachos se encontraban en medio de las dos fábricas, una de mantas y géneros gruesos, y la otra de imperiales y géneros delgados. Su producción alcanzaba más de $1,000,000.00 al año y se expendía en la mayor parte de las plazas de la República.

La empresa ocupaba a más de 800 operarios a quienes les daba casa habitación con sobrada comodidad. Como la fábrica tenía su médico particular, éste se encargaba, por cuenta de la empresa, de atender a los operarios enfermos a quienes la misma empresa proporcionaba gratuitamente todas las medicinas que eran necesarias, aún las más costosas, y la ejecución de operaciones quirúrgicas cuando, por alguna fatalidad, las necesitan los operarios. Los sueldos de éstos eran “buenos”, al grado de que algunos hicieron economías que les permitieron, al cabo de un tiempo, contar con un fondo propio para formar un pequeño patrimonio a sus hijos.

La forma de la sociedad fue la colectiva compuesta de Santiago Prince, Miguel Torres y el Dr. Francisco Prince. Al fundarse (1887) tenía 36 telares y después subió a 45, con toda la correspondiente maquinaria de preparación. Se proveía de algodón para elaborarlo, del que se cosechaba en las fincas algodoneras propiedad de la misma empresa. Su capital en giro pasa de los $2,000,000.00. Producía principalmente mantas y géneros blancos imperiales; formaban parte también de la producción, los driles, mezclillas, shirtungs (listados) y otros artículos de fantasía. Se consumían en su labor más de 2,500 pacas de algodón al año. El edificio de la fábrica estaba situado a dos cuadras de la plaza principal.

En las diferentes exposiciones a las que concurrió con su manufactura la fábrica de “La Amistad” obtuvo los primeros premios, así en la Exposición de San Antonio, Texas, como en la Exposición Regional de Durango. La fábrica de “La Amistad” fue de los primeros edificios que en Gómez Palacio tuvieron su instalación eléctrica y por eso se observaba que ahí todo marchaba de conformidad con las prescripciones modernas y que el mejor orden reinaba en las labores de los diferentes talleres o departamentos.

Y para recordar a un parrense notable, diremos que uno de los personajes regionales que han caido en el olvido, es sin duda el general de división Manuel H. Reyes Iduñate, seguramente porque la mayor parte de su carrera militar la hizo fuera de la Comarca.
Manuel Hermes Reyes Iduñate nació el 10 de mayo de 1891 en Parras de la Fuente, hijo legítimo del señor Pedro Reyes y la señorita María Lázara Iduñate.

Ingresó al Ejército Mexicano en las fuerzas Maderistas el 7 de marzo de 1911 como teniente, en el regimiento que fue llamado posteriormente 22º Cuerpo Rural, en el 12º Regimiento de Caballería de la 2ª División del Norte.

Estuvo en el Estado Mayor del general Emilio Madero y en otros cuerpos militares del Ejército Constitucionalista. Herido en batalla, estuvo en los Estados Unidos entre 1913 y 1914 para tratarse.

El 21 de septiembre de 1916, el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza, le otorgó el ascenso a Teniente Coronel de Infantería.

El 24 de abril de 1920, fue promovido a Coronel de Infantería, por acuerdo del Presidente de la República .El Senado de la República lo ratificó en la sesión del 23 de septiembre de 1931.
Entre el 1º de marzo de 1931 y el 16 de junio de 1941, con el grado de Coronel y luego de General, Manuel H. Reyes Iduñate fue Jefe del 47º Batallón de Infantería, que es el de los Guardias Presidenciales.

El 1º de marzo de 1938, fue nombrado general brigadier, y fue ratificado por el Senado en la sesión del 22 de diciembre del mismo año.

El 16 de enero de 1945 fue nombrado general de brigada, y lo ratificó el Senado el 4 de septiembre de 1947.

El 16 de noviembre de 1952, fue nombrado general de división.
Manuel H. Reyes Iduñate fue Director General de Educación Física en la Secretaría de Educación Pública desde el 16 de julio de 1942. A partir del 1º de enero de 1943, fue Director Nacional de Educación Física y Enseñanza Pre-Militar.

A partir del 1º de noviembre de 1945, Manuel H. Reyes fue Comandante de la Sexta Zona Militar ubicada en Torreón, en 1º de abril de 1951 pasó a ser Comandante de la 26ª Zona Militar, en 1º de junio de 1952 se convirtió en Subinspector General del Ejército, el 16 de enero de 1953 tomó poesión como Comandante de la 32ª Zona Militar. El 16 de marzo de 1954 ocupó su último puesto, que fue el de Comandante de la III Región Militar.

El general Reyes Iduñate obtuvo las siguientes condecoraciones: de Perseverancia de 5ª, 4ª, 3ª, 2ª, y 1ª clases. Mérito Militar, 3ª, 2ª y 1ª clases. Mérito Deportivo 4ª clase. Cruz de Guerra de 1ª clase.

El general Reyes Iduñate casó con Ma. De los Ángeles Conde, y fueron padres de Manuel Ángel Reyes Conde. 

El general era sumamente conocido y apreciado en la Comarca Lagunera, y a su muerte, ocurrida el 13 de diciembre de 1954, su cuerpo fue trasladado desde Mérida para recibir sepultura en Torreón. La ceremonia fúnebre fue la más solemne que se haya registrado en Torreón, con desfile de diversos cuerpos y transportes militares y civiles, armón para el féretro, caballo sin jinete guiado por palafranero, descargas de fusilería, etc. 

lunes, noviembre 05, 2012

Doña Carlota Camacho de Crabtree


Autorretrato. 1893.

"El preso". 1896.



La formación del núcleo urbano de la Comarca Lagunera propiamente dicha —Torreón, Gómez Palacio, Lerdo, San Pedro— es un fenómeno relativamente reciente. En su parte más antigua comienza a mediados del siglo XIX. Solamente Parras y Viesca, remontan sus orígenes municipales a la era colonial. Mapimí también, aunque no estuvo poblado de manera  continua. 

Podemos entonces hacer coincidir la formación de las principales ciudades laguneras con la época del liberalismo decimonónico, un período durante la cual la mujer no era equiparable —jurídicamente hablando— al varón.  Del hombre, cuyas dotes y funciones se estimaba debían ser “...principalmente el valor y la fuerza, debe dar y dará a la mujer protección, alimento y dirección, tratándola siempre como a la parte más delicada, sensible y fina de sí mismo, y con la magnanimidad y benevolencia generosa que el fuerte debe al débil”. 

La mujer era considerada inferior en fuerza y en valor, y aparte de hija de su padre, esposa de su marido y madre de sus hijos, se le consideraba prácticamente como el ornamento de la casa, la fuente de la estética familiar: “La mujer, cuyas principales dotes son la abnegación, la belleza, la compasión, la perspicacia y la ternura, debe dar y dará al marido obediencia, agrado, asistencia, consuelo y consejo, tratándolo siempre con la veneración que se debe a la persona que nos apoya y defiende”. 

En la Comarca Lagunera del siglo XIX, este contexto social de corte machista no era un buen caldo de cultivo para la realización de las mujeres en un campo diferente al de esposas y madres de familia. El mundo de los negocios, de las profesiones o del arte les estaba vedado. Realmente no sabemos el verdadero papel que doña Luisa Ibarra, esposa de don Leonardo Zuloaga, desempeñó en los negocios de éste, incluso en la fundación del Rancho del Torreón, porque a la mujer no se le permitía tener parte en los negocios, si no era a través de un hombre.  

Un caso histórico que muestra con mucha claridad que los consensos sociales de La Laguna decimonónica no permitían el desarrollo ni la realización de la mujer fuera del matrimonio, es el de la extraordinaria pintora académica Carlota Camacho Hall, también lagunera por vecindad. Carlota Camacho Hall nació el primero de octubre de 1876 en Tampico, Tamaulipas. Sus padres fueron Carlos Camacho, mexicano, y Charlotte Hall, inglesa, quienes se conocieron mientras el señor Camacho fungía como diplomático de México en Inglaterra. Carlota —debido a la profesión de su padre— vivió parte de su infancia en Ecuador, en las ciudades de Quito y Guayaquil,. Tuvo dos hermanos, Margarita y Carlos, los cuales murieron víctimas de escarlatina a muy temprana edad, cuando realizaban un viaje a Nueva York.

De regreso a la ciudad de México, Carlota estudió primaria en el Colegio de las Damas del Sagrado Corazón y a muy temprana edad —se cree que a los once años— ingresó a la Academia de San Carlos, en donde se inició en las técnicas de dibujo y pintura. José Salomé Pina fue uno de los maestros que más influenció en su obra y la consideraba una de sus alumnas más destacadas.

En 1893 fueron exhibidas en una exposición mundial celebrada en Chicago algunas de sus obras más importantes, como “Mi tetera”, “El monje”, “Las uvas”, “Frutas”, “Naturaleza muerta”, “El apóstol”, “El sauce”, entre otras. Cabe destacar que varias de sus obras fueron adquiridas por concurrentes a dicha exposición.

En la ciudad de México en 1895, Carlota contrajo matrimonio con el ingeniero Henry Herbert Crabtree, inglés que se encontraba en México trabajando para la compañía inglesa Pearson and Son. Poco tiempo después de casarse cambiaron su residencia a la ciudad de Veracruz, debido a que el ingeniero Crabtree tenía a su cargo las obras del puerto de dicha ciudad. Fue en Veracruz en donde nacieron sus cuatro hijos: Enriqueta, Carlos, Josefina Beatriz y Concepción.

El 19 de marzo de 1899, dentro del marco de la vigésima Exposición Nacional de Obras de Bellas Artes, Carlota recibió de manos del presidente de la Nación, Porfirio Díaz, un diploma y una medalla de bronce que daban testimonio del segundo lugar que obtuvo en el ramo de pintura de figura y por sus cuadros de estudios del natural.

En el año de 1908 el ingeniero Crabtree fue enviado por la compañía Pearson and Son a la ciudad de Lerdo, Durango, con el objeto de trabajar en la construcción de varios canales y para localizar el lugar idóneo para construir una presa. A partir de este año, la familia Crabtree radicó en Lerdo, debido a que les gustó la ciudad y a que el ingeniero vio posibilidades de hacer negocios en la región., Lamentablemente, Carlota, en su época lagunera, ya casada y con cuatro hijos, se dedicó muy poco a la pintura.

El ingeniero Crabtree no tuvo éxito en sus negocios mineros en la región, por lo cual le dio un giro a sus ocupaciones, y aceptó el consulado de Inglaterra en la Comarca Lagunera.

En el año de 1918, Carlota sufrió una de las mayores perdidas de su vida, su hija Enriqueta murió víctima de la influenza española cuando estaba embarazada de su segundo hijo.

El 20 de octubre de 1934 murió el ingeniero Crabtree. Tres años después, en 1937, murió también su hija Concepción, la cual dejó a seis hijos muy jóvenes. Carlota se dedicó en sus años de viudez a atender los hijos que sobrevivieron, a sus nietos y a las obras de caridad dirigidas a la niñez. Entre estas actividades destacaba la confección de muñecas, a las cuales les pintaba el rostro, para regalarlas a niñas pobres a través de instituciones de beneficencia como la Acción Católica.

Carlota Camacho murió el 24 de mayo de 1956; sus restos fueron enterrados junto a los de su esposo en el Panteón Municipal de Ciudad Lerdo, Durango.




En julio de 1978 se montó una exposición de algunas de sus obras, la cual fue realizada a manera de homenaje y se tituló “homenaje a Carlota Camacho Crabtree”. Esta exposición fue realizada en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de Gómez Palacio, Durango bajo la organización del Instituto Nacional de Bellas Artes y el Gobierno del Estado de Durango. Agradecemos a los descendientes de doña Carlota Camacho, buena parte de la información aquí presentada.