Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

domingo, mayo 27, 2007

Nuevo presidente de la Asociación de Cronistas

Los días 25 y 26 de los corrientes, tuvo lugar en General Cepeda, Coahuila, la XXIV Reunión Ordinaria de la Asociación de Cronistas e Historiadores de Coahuila, A.C. Para llevar a cabo la inauguración estaba invitado el Profesor Humberto Moreira Valdés, Gobernador Constitucional del Estado de Coahuila.
El punto más importante de la agenda del mandatario en esta reunión era la toma de protesta de la nueva mesa directiva 2007-2009. El Lic. Lucas Martínez Sánchez era el presidente saliente, y el entrante, el profesor Matías Rodríguez Chihuahua, Cronista de Matamoros, Coahuila.

El programa de eventos de viernes y sábado incluyó pláticas sobre temas históricos y anecdóticos, recorridos de campo, comidas y entrega de reconocimientos.

Aprovechamos este espacio para felicitar ampliamente al Lic. Lucas Martínez Sánchez por los trabajos desempeñados durante su gestión, y al profesor Matías Rodríguez Chihuahua por su elección al cargo de presidente de dicha asociación.

Vaticinio estadístico

En la sección de noticias del semanario lerdense “La América Independiente” del 27 de febrero de 1898, aparece el siguiente artículo sobre las estadísticas de población comparadas, de Ciudad Lerdo y de la Villa del Torreón. A través de su lectura y análisis, el redactor manifiesta su pesimismo por el futuro de Lerdo ante la pujanza de las cifras torreonenses. Y tuvo razón.

“Estadística oficial de población. Durante el año último de 1897, se han registrado en esta ciudad de Lerdo nacimientos, 240; matrimonios, 188 ; defunciones, 1,013. De aquí resulta una disminución de población de 771 personas.

En la Villa del Torreón se registraron: nacimientos, 299; matrimonios, 215; defunciones, 621; disminución de población, 322 personas.

Se ve por estas cifras oficiales que en el Torreón hubo mayor número de nacimientos y matrimonios, y menor número de defunciones que en Lerdo, contando ambas vecinas localidades con una población casi igual, compuesta de 9 a 10 mil almas.

El Torreón tuvo 57 nacimientos y 63 matrimonios más que Lerdo, y éste contó 392 defunciones más que el Torreón.

Durante el mes de Enero último se han registrado en esta Ciudad de Lerdo, nacimientos, 11; matrimonios, 36; defunciones, 68. El Torreón registró en el mismi mes, nacimientos, 30; matrimonios, 23; defunciones, 42.

El Torreón tuvo en el mes de Enero 19 nacimientos más que Lerdo, y éste tuvo 13 matrimonios y 26 defunciones más que el Torreón. Estas cifras no necesitan comentarios.”

Fuente: Colección Hemerográfica “Agustín Escudero” del Museo Regional de La Laguna.

martes, mayo 22, 2007

El genocidio, el emperador y el crucero

El 15 de mayo se cumplieron 96 años del terrible asesinato de chinos en Torreón. Los acontecimientos de 1911 fueron propiciados por la toma de Torreón a manos de los maderistas. Sin embargo, difícilmente podría decirse que fueron solamente los maderistas los responsables de este hecho atroz. En realidad, como en el caso de Fuenteovejuna, toda la población fue responsable del asesinato, aunque en Torreón se trataba de una masacre de inocentes. Los documentos de archivo nos permiten saber con certeza de que el racismo antichino no constituyó un evento aislado, sino una campaña continua orquestada durante el Porfiriato y posteriormente por los clubes antichinos de diversos entidades del país. La matanza del 15 de mayo fue el equivalente de un pogrom, pero el sentimiento racista y las actitudes asesinas duraron mucho más tiempo, en Torreón (y en México) como lo atestiguan los archivos municipales.

En la Comarca Lagunera, la tradición oral minimizaba los hechos, como era de esperarse. Nadie se sentía culpable por la muerte de estos seres humanos, el hecho mismo era recordado de manera anecdótica y hasta cómica, sin culpas ni culpables. Nadie consideraba vergonzozo que algo así hubiera ocurrido en Torreón.

En 1911 gobernaba China su último emperador, Puyi, duodécimo de la dinastía Ching. Entre los últimos asuntos internacionales que pudo gestionar su gobierno (abdicó el 12 de febrero de 1912) se encontraba la reclamación por los atentados de lesa humanidad en Torreón, y el envío de un crucero a México, el “Hai Chi” , con el objeto de apoyar estas reclamaciones.

El semanario “El Mañana” en su edición del 22 de junio de 1911, nos permite conocer la percepción que de estos asesinatos de Torreón tuvieron algunos medios. En el artículo intitulado “Indemnizaciones de guerra” se expresan, entre otros, los siguientes comentarios:

“La reclamación más seria y que tiene más fundamento legal a partir desde los principios más rudimentarios del derecho de gentes, es la presentada por la Legación China, por las vidas de sus nacionales sacrificados en Torreón de modo tan horripilante, que ningún pueblo —tal vez ni la Tierra del Fuego— querría tener en su historia, ese episodio que excede a la fantasía del novelista más sanguinario del medio siglo pasado.

Es preciso tener serenidad y honradez para las cuestiones de grave resolución. No equivoquemos el patriotismo con la impunidad del delito.

Al pedir justicia para los infortunados orientales, abogamos por el decoro y por la dignidad de la Nación. Si estados extraordinarios en la República causaron estas conflagraciones espantosas, y para desgracia nuestra permitieron la aparición de ejemplares orgánicos que deshonran a la humanidad, ocurramos solícitos a la reparación que nos dignifique, si queremos constituir un pueblo regido por las sanas doctrinas del derecho, que prescriben tirar con resolución la línea recta en las desviaciones que traza la perversidad del hombre.

Pobres y desmedrados han sido los argumentos de los que han querido justificar crímenes de tan increíble enormidad; más vigorosas son nuestras obligaciones ante el derecho internacional que remite a la protección de los Estados, la vida y la propiedad de los semejantes diseminados sobre la tierra.

Se ha lanzado a la exploración pública otra especie que no queremos calificar de malévola, pero que tampoco puede aceptar un criterio justo. Han dicho algunos diarios que los chinos presentaron resistencia encarnizada a las fuerzas rebeldes, y en tal caso —se agrega con censurable hipocresía— “no pueden quejarse, porque murieron en campaña”, así como suena, en pleno combate, tal vez por defender a los científicos.

Para que en acción de guerra valerosa, a la Pascual Orozco, perezcan trescientos hombres, se necesita un grueso lo menos de mil, bien armados y pertrechados, y batiéndose disciplinadamente a campo raso, y no en los vericuetos de los almacenes de seda o de los depósitos de té. Las crónicas en esta matanza son espeluznantes, y ni por equívoco se puede aceptar una versión que se desprende de la lógica más incipiente y primitiva.

No conocemos todavía, desde las guerras púnicas hasta la ruso-japonesa, una lucha armada en que una parte combatiente pueda hacer juegos malabares con la cabeza de la otra, o en que le sea posible uncir a su enemigo tranquilamente a la cola de tres corceles y fustigarlos para que, tomando distintas direcciones, se lleve el uno la pierna desgarrada, el otro el brazo sangrante y el de más allá el cráneo arrancado de la médula entre horribles crepitaciones.

Sentimos el deseo de hacer la apología de los tigres, como individuos de una especie benevolente”.

Por la edición del 15 de septiembre de 1911, p. 4, del periódico “El Criterio” nos enteramos de que China envió su mejor crucero para apoyar las demandas que causaron las muertes en Torreón. Dice el texto:

“Por el extranjero. China envía un crucero. El día 8 del actual llegó al puerto de Nueva York el crucero chino “Hai Chi” al mando del Almirante Chin Pin Kawang. El alcalde de la ciudad le dio la bienvenida, organizándose después una recepción a la que asistieron el Ministro chino, el alcalde, algunos marinos americanos y algunos prominentes miembros de la Legación y de la colonia asiática.

Se supone que este crucero fue el enviado por el gobierno chino, para hacer una visita de cortesía a México, y apoyar las demandas que aquel gobierno hace al mexicano, por sus nacionales ignominiosamente asesinados en Torreón durante la pasada revolución”.

El “Hai Chi” era un magnífico crucero armado en Gran Bretaña, con desplazamiento de 4,300 toneladas y una velocidad de 24 nudos. Medía 129.24 metros de longitud y estaba equipado con doce calderas que generaban 17 mil caballos de fuerza. Estaba diseñado para una tripulación de 400 individuos. Su armamento estaba constituido por dos cañones de 8 pulgadas o sea, de 203 mm., diez de 120 mm., 22 de 100 mm. Estas características lo convertían en el mejor barco de guerra del Imperio Chino en 1911.

jueves, mayo 17, 2007

Tercer Festival Internacional de piano

Con la entusiasta asistencia de un público que se ha ido especializando, arrancó anoche el Tercer Festival Internacional de Piano Isauro Martínez, con la presentación del maestro Stewart Goodyear, de Canadá.

Están programados para este magno Tercer Festival los maestros Jerome Rose (EUA) para el martes 12 de junio; William Wolfram (EUA) para el miércoles 11 de julio; Vanesa Pérez (Venezuela) para el miércoles 15 de agosto; Jean Luis Steuerman (Brasil) para el miércoles 12 de septiembre; Ricardo Castro (Brasil) para el miércoles 10 de octubre; Bárbara Nissman (EUA) el miércoles 7 de noviembre, y cierra los eventos Konstanze Eickhorst (Alemania) el 18 de diciembre.

Como podemos apreciar, se trata de maestros pianistas de primerísimo nivel. Realmente nos congratulamos por la magnífica labor que el Patronato y funcionarios del TIM han venido desarrollando en favor de la ciudadanía comarcana amante del arte

lunes, mayo 07, 2007

"Pancho Villa: la construcción del mito"

El pasado viernes 4 de mayo, en punto de las veinte horas, fue presentado el interesante libro “Pancho Villa. La construcción del mito”. La cita fue en el Instituto Coahuilense de Cultura, ICOCULT Torreón. Ante numerosa concurrencia, la presentación de la nueva obra estuvo a cargo de este cronista. Tras las exposiciones y espacio de preguntas y respuestas, se ofreció el tradicional brindis. Ofrezco a continuación mi texto, preparado para este evento.

“El autor del libro que hoy nos ocupa es el conocido investigador iconográfico Miguel Ángel Berumen Campos, director de la editorial Cuadro X Cuadro, compañía dedicada a la investigación fotográfica y edición de libros.

Como miembro que soy del Comité Coahuilense de los Festejos del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, me honra y me complace sobremanera hacer algunos comentarios sobre este connotado autor y su obra “Pancho Villa: la construcción del mito”.

Berumen Campos nació en 1962 en Ciudad Juárez, Chihuahua. Trabajó como analista de cine para la radio, televisión y publicaciones periódicas Ciudad Juárez (1995-1999). Fundó la Asociación Fílmica de Ciudad Juárez, A.C. Dirigió el departamento de cine de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y la Muestra Permanente de Cine de Calidad por seis años (1995-2001).

Fue el editor e investigador iconográfico del libro “La mirada desenterrada” (2000). Ha escrito “La cara del tiempo: la fotografía en Ciudad Juárez y El Paso. 1870-1930” (2002); “1911, La Batalla de Ciudad Juárez” (2003); y “Pancho Villa. La construcción del mito” (2005) y esta segunda edición que hoy presentamos (2006), la cual cuenta con 16 páginas más, nuevo material fotográfico, un nuevo capítulo y una cronología anexa.

La segunda edición corregida y aumentada de este espléndido libro ha sido coeditado por Cuadro X Cuadro, Imagen y Palabra, A.C. y Editorial Océano de México, S.A. de C.V. y consta de doscientas páginas.

Y para entrar en materia, mencionaremos que “Pancho Villa: la construcción del mito” es un libro que es resultado de una investigación iconográfica, la cual incluyó una exhaustiva revisión de archivos con esta clase de materiales.

Las preguntas a las que esta investigación intentaba responder, son las siguientes:

1- ¿Cómo y cuándo se construyó el mito de Pancho Villa?
2- ¿Cuál fue el papel de las imágenes, del cine y de la tradición oral en la construcción de este mito?

Los supuestos sobre los que descansó este proceso de investigación, fueron A).- Que efectivamente existe el mito de Pancho Villa. B).- Que, mediante la recopilación y comparación del material iconográfico con los materiales hemerográficos y orales coetáneos, es posible responder a tales preguntas. El texto nos declara que entenderemos por mito “una creencia aceptada por vastos sectores sociales” “una creencia social compartida, no una verdad sujeta a la verificación. Su validez y eficacia residen en su credibilidad” y diríamos nosotros, en su verosimilitud.

En realidad, la interesantísima investigación que subyace en la génesis de esta obra que hoy presentamos, plantea la existencia de un Pancho Villa histórico no muy conocido, el cual fue sobrepujado y opacado por el Pancho Villa mítico, sobrehumano, una visión creada, consensuada, compartida e incuestionada, visión que maravillaba a mexicanos y extranjeros por igual, a la vez que atemorizaba a los estadounidenses, nuestros eternos vecinos. En este mito existe una dualidad positivo-negativo, el Villa Robinjudesco que despojaba a los ricos en favor de los pobres, y el bandido que mataba a sangre fría, el caudillo de la ocurrencia genial y el homicida que no respetaba la condición humana de sus enemigos. El líder venerado y seguido por sus soldados hasta la muerte, y el bandido sin escrúpulos. En el fondo, son las dos caras, las dos actitudes hacia un ser que llegó a ser considerado excepcional “por aclamación popular”.

La metodología que sigue la investigación es bastante más que solvente para llegar a las conclusiones que plantea. La reunión de materiales iconográficos, hemerográficos y elementos anecdóticos, al ser comparados, permitieron determinar si la percepción popular sobre Villa, y la expresión de esa percepción en realidad trascendieron la estatura del Villa histórico. A partir de esta comparación se hacen evidentes los elementos históricos y orales, así como la visión hipérbólica que el pueblo comienza a construir, los adjetivos, los superlativos, las expresiones cargadas de valor en el lenguaje, y desde luego, Berumen Campos comprueba que ésta es una visión compartida y no puramente subjetiva, individual o mantenida por pequeños sectores de la población.

Entre las observaciones de que Berumen Campos da cuenta, están las siguientes:

Que Pancho Villa ya contaba con una gran imagen por capital propio en 1913, a saber, su posición política como gobernador de Chihuahua, y su posición militar como Jefe de la División del Norte. Y más que nada, todo lo que la gente decía y repetía sobre él. Para Berumen Campos, la oralidad, el relato popular fue el elemento protagónico en la conformación del mito, algo así como la lanzadera que lo tejía. A través de la oralidad se creaban, crecían y se difundían los consensos populares sobre lo extraordinario que Villa era y lo mucho que significaba para el pueblo y para la causa popular. Villa, un hombre como cualquier hombre del pueblo, estaba en una posición exaltada debido a sus extraordinarias cualidades que lo convertían en sobrehumano, que es lo que implica el término “Centauro del Norte”.

Para Berumen Campos, los medios de comunicación acudieron a Villa en 1914, cuando sus triunfos y su brillo eran innegables, y solo hasta entonces, no antes. Es decir, contribuyeron a la difusión del mito, más que a su creación.

Así pues, para el autor, el mito de Villa comenzó en 1913, cuando algunas concepciones sobre él se pusieron en marcha.

La particular estructura del libro que presentamos obedece a cada una de las funciones que las secciones realizan.

La primera parte del libro es la parte argumentativa del texto. Es aquí donde los términos manejados y las hipótesis planteadas durante la investigación, se dan a conocer. Es algo así como su memoria, su diario de campo. Cuenta con una “introducción”, una parte dedicada a repasar “la construcción del mito”, y una tercera parte, denominada “la historia de una fotografía”. Se trata de la más famosa de las fotografías de Villa, que muchos han afirmado que corresponde a la entrada de éste a Torreón, pero que Berumen, con un impecable ejercicio hermenéutico del que nos da cuenta, determina que fue tomada en Ojinaga o cerca de ahí en 1914, y que quienes la publicaron antes que nadie fueron los semanarios Leslie´s y Collier´s (febrero de 1914). El autor a quien se le atribuye dicha fotografía es John Davidson Wheelan.

La segunda parte del libro demuestra no solo la extensión, sino la multitud de temáticas que podría abordar el mito de Villa, y esto a partir de materiales fotográficos y diversos testimonios coetáneos. Esta precisamente es la función de la sección denominada “Pancho Villa por sus contemporáneos”. Las otras secciones, “el inicio”, “de Ciudad Juárez a Ojinaga”, “los hombres alrededor de Villa”, “la familia y el retiro” constituyen auténticas galerías fotográficas acompañadas de los nombres de los autores o repositorios, así como de pies de grabado que nos sitúan, nos informan y nos orientan sobre determinados aspectos de la vida del caudillo.

Hay una “cronología” al final, la cual es de gran ayuda cuando queremos situar o poner en perspectiva algún acontecimiento descrito en el texto.

Como en cualquier otro libro que se precie de serio o de científico, encontramos a su término una lista de referencias bibliográficas, iconográficas y hemerográficas, así como los nombres de los numerosos archivos consultados.

La necesidad de que una obra con sello académico lleve esta clase de referencias no es comprendida del todo. Por lo general se le interpreta como un signo de erudición del autor. Mientras más referencias y fuentes, más erudito.

La realidad es muy otra. En las ciencias duras el experimento debe poder repetirse bajo las mismas condiciones una y otra vez para que cualquier investigador pueda observarlo y verificar su validez. De manera analógica, en las ciencias sociales las fuentes primarias y secundarias deben ser claramente manifestadas para que cualquier otro investigador pueda dar fe de que efectivamente existen, y de que existen donde se dice que existen. Cualquier investigador tiene derecho a revisar si la interpretación que el autor original le atribuye a cierto material citado es congruente con dicha interpretación, o si no lo es. O bien, si las citas textuales realmente pertenecen al autor citado, y si son empleadas en el sentido en que lo hizo el autor.

En pocas palabras, toda esta serie de referencias, fuentes y archivos constituyen el sello distintivo de una obra que es verdaderamente académica, veraz y que está abierta a la crítica y a la revisión científica. Demuestra que hay transparencia como para exhibir las fuentes y las interpretaciones que se propusieron. Además, nos permite cuantificar y cualificar de golpe la magnitud de la obra y su probable valor científico.

En este sentido, “Pancho Villa, la construcción del mito” es una obra impecable, una obra que aporta nuevos conocimientos y nuevos materiales fotográficos al ámbito de la historia de la revolución y a la historia del mito de Pancho Villa. Y como si fuera poco, lo hace con un gran criterio estético, con lo cual añade valor artístico al ya de por sí alto valor histórico del texto. Muchos de ustedes se preguntarán ¿y que dice el libro sobre Pancho Villa? Para satisfacer su inquietud, mi mejor recomendación es: adquieran el libro. Es un ejemplar de colección. Vale la pena y se lee con gran facilidad y deleite”.