El pasado viernes 4 de mayo, en punto de las veinte horas, fue presentado el interesante libro “Pancho Villa. La construcción del mito”. La cita fue en el Instituto Coahuilense de Cultura, ICOCULT Torreón. Ante numerosa concurrencia, la presentación de la nueva obra estuvo a cargo de este cronista. Tras las exposiciones y espacio de preguntas y respuestas, se ofreció el tradicional brindis. Ofrezco a continuación mi texto, preparado para este evento.
“El autor del libro que hoy nos ocupa es el conocido investigador iconográfico Miguel Ángel Berumen Campos, director de la editorial Cuadro X Cuadro, compañía dedicada a la investigación fotográfica y edición de libros.
“El autor del libro que hoy nos ocupa es el conocido investigador iconográfico Miguel Ángel Berumen Campos, director de la editorial Cuadro X Cuadro, compañía dedicada a la investigación fotográfica y edición de libros.
Como miembro que soy del Comité Coahuilense de los Festejos del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, me honra y me complace sobremanera hacer algunos comentarios sobre este connotado autor y su obra “Pancho Villa: la construcción del mito”.
Berumen Campos nació en 1962 en Ciudad Juárez, Chihuahua. Trabajó como analista de cine para la radio, televisión y publicaciones periódicas Ciudad Juárez (1995-1999). Fundó la Asociación Fílmica de Ciudad Juárez, A.C. Dirigió el departamento de cine de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y la Muestra Permanente de Cine de Calidad por seis años (1995-2001).
Fue el editor e investigador iconográfico del libro “La mirada desenterrada” (2000). Ha escrito “La cara del tiempo: la fotografía en Ciudad Juárez y El Paso. 1870-1930” (2002); “1911, La Batalla de Ciudad Juárez” (2003); y “Pancho Villa. La construcción del mito” (2005) y esta segunda edición que hoy presentamos (2006), la cual cuenta con 16 páginas más, nuevo material fotográfico, un nuevo capítulo y una cronología anexa.
La segunda edición corregida y aumentada de este espléndido libro ha sido coeditado por Cuadro X Cuadro, Imagen y Palabra, A.C. y Editorial Océano de México, S.A. de C.V. y consta de doscientas páginas.
Y para entrar en materia, mencionaremos que “Pancho Villa: la construcción del mito” es un libro que es resultado de una investigación iconográfica, la cual incluyó una exhaustiva revisión de archivos con esta clase de materiales.
Las preguntas a las que esta investigación intentaba responder, son las siguientes:
1- ¿Cómo y cuándo se construyó el mito de Pancho Villa?
2- ¿Cuál fue el papel de las imágenes, del cine y de la tradición oral en la construcción de este mito?
Los supuestos sobre los que descansó este proceso de investigación, fueron A).- Que efectivamente existe el mito de Pancho Villa. B).- Que, mediante la recopilación y comparación del material iconográfico con los materiales hemerográficos y orales coetáneos, es posible responder a tales preguntas. El texto nos declara que entenderemos por mito “una creencia aceptada por vastos sectores sociales” “una creencia social compartida, no una verdad sujeta a la verificación. Su validez y eficacia residen en su credibilidad” y diríamos nosotros, en su verosimilitud.
En realidad, la interesantísima investigación que subyace en la génesis de esta obra que hoy presentamos, plantea la existencia de un Pancho Villa histórico no muy conocido, el cual fue sobrepujado y opacado por el Pancho Villa mítico, sobrehumano, una visión creada, consensuada, compartida e incuestionada, visión que maravillaba a mexicanos y extranjeros por igual, a la vez que atemorizaba a los estadounidenses, nuestros eternos vecinos. En este mito existe una dualidad positivo-negativo, el Villa Robinjudesco que despojaba a los ricos en favor de los pobres, y el bandido que mataba a sangre fría, el caudillo de la ocurrencia genial y el homicida que no respetaba la condición humana de sus enemigos. El líder venerado y seguido por sus soldados hasta la muerte, y el bandido sin escrúpulos. En el fondo, son las dos caras, las dos actitudes hacia un ser que llegó a ser considerado excepcional “por aclamación popular”.
La metodología que sigue la investigación es bastante más que solvente para llegar a las conclusiones que plantea. La reunión de materiales iconográficos, hemerográficos y elementos anecdóticos, al ser comparados, permitieron determinar si la percepción popular sobre Villa, y la expresión de esa percepción en realidad trascendieron la estatura del Villa histórico. A partir de esta comparación se hacen evidentes los elementos históricos y orales, así como la visión hipérbólica que el pueblo comienza a construir, los adjetivos, los superlativos, las expresiones cargadas de valor en el lenguaje, y desde luego, Berumen Campos comprueba que ésta es una visión compartida y no puramente subjetiva, individual o mantenida por pequeños sectores de la población.
Entre las observaciones de que Berumen Campos da cuenta, están las siguientes:
Que Pancho Villa ya contaba con una gran imagen por capital propio en 1913, a saber, su posición política como gobernador de Chihuahua, y su posición militar como Jefe de la División del Norte. Y más que nada, todo lo que la gente decía y repetía sobre él. Para Berumen Campos, la oralidad, el relato popular fue el elemento protagónico en la conformación del mito, algo así como la lanzadera que lo tejía. A través de la oralidad se creaban, crecían y se difundían los consensos populares sobre lo extraordinario que Villa era y lo mucho que significaba para el pueblo y para la causa popular. Villa, un hombre como cualquier hombre del pueblo, estaba en una posición exaltada debido a sus extraordinarias cualidades que lo convertían en sobrehumano, que es lo que implica el término “Centauro del Norte”.
Para Berumen Campos, los medios de comunicación acudieron a Villa en 1914, cuando sus triunfos y su brillo eran innegables, y solo hasta entonces, no antes. Es decir, contribuyeron a la difusión del mito, más que a su creación.
Así pues, para el autor, el mito de Villa comenzó en 1913, cuando algunas concepciones sobre él se pusieron en marcha.
La particular estructura del libro que presentamos obedece a cada una de las funciones que las secciones realizan.
La primera parte del libro es la parte argumentativa del texto. Es aquí donde los términos manejados y las hipótesis planteadas durante la investigación, se dan a conocer. Es algo así como su memoria, su diario de campo. Cuenta con una “introducción”, una parte dedicada a repasar “la construcción del mito”, y una tercera parte, denominada “la historia de una fotografía”. Se trata de la más famosa de las fotografías de Villa, que muchos han afirmado que corresponde a la entrada de éste a Torreón, pero que Berumen, con un impecable ejercicio hermenéutico del que nos da cuenta, determina que fue tomada en Ojinaga o cerca de ahí en 1914, y que quienes la publicaron antes que nadie fueron los semanarios Leslie´s y Collier´s (febrero de 1914). El autor a quien se le atribuye dicha fotografía es John Davidson Wheelan.
La segunda parte del libro demuestra no solo la extensión, sino la multitud de temáticas que podría abordar el mito de Villa, y esto a partir de materiales fotográficos y diversos testimonios coetáneos. Esta precisamente es la función de la sección denominada “Pancho Villa por sus contemporáneos”. Las otras secciones, “el inicio”, “de Ciudad Juárez a Ojinaga”, “los hombres alrededor de Villa”, “la familia y el retiro” constituyen auténticas galerías fotográficas acompañadas de los nombres de los autores o repositorios, así como de pies de grabado que nos sitúan, nos informan y nos orientan sobre determinados aspectos de la vida del caudillo.
Hay una “cronología” al final, la cual es de gran ayuda cuando queremos situar o poner en perspectiva algún acontecimiento descrito en el texto.
Como en cualquier otro libro que se precie de serio o de científico, encontramos a su término una lista de referencias bibliográficas, iconográficas y hemerográficas, así como los nombres de los numerosos archivos consultados.
La necesidad de que una obra con sello académico lleve esta clase de referencias no es comprendida del todo. Por lo general se le interpreta como un signo de erudición del autor. Mientras más referencias y fuentes, más erudito.
La realidad es muy otra. En las ciencias duras el experimento debe poder repetirse bajo las mismas condiciones una y otra vez para que cualquier investigador pueda observarlo y verificar su validez. De manera analógica, en las ciencias sociales las fuentes primarias y secundarias deben ser claramente manifestadas para que cualquier otro investigador pueda dar fe de que efectivamente existen, y de que existen donde se dice que existen. Cualquier investigador tiene derecho a revisar si la interpretación que el autor original le atribuye a cierto material citado es congruente con dicha interpretación, o si no lo es. O bien, si las citas textuales realmente pertenecen al autor citado, y si son empleadas en el sentido en que lo hizo el autor.
En pocas palabras, toda esta serie de referencias, fuentes y archivos constituyen el sello distintivo de una obra que es verdaderamente académica, veraz y que está abierta a la crítica y a la revisión científica. Demuestra que hay transparencia como para exhibir las fuentes y las interpretaciones que se propusieron. Además, nos permite cuantificar y cualificar de golpe la magnitud de la obra y su probable valor científico.
En este sentido, “Pancho Villa, la construcción del mito” es una obra impecable, una obra que aporta nuevos conocimientos y nuevos materiales fotográficos al ámbito de la historia de la revolución y a la historia del mito de Pancho Villa. Y como si fuera poco, lo hace con un gran criterio estético, con lo cual añade valor artístico al ya de por sí alto valor histórico del texto. Muchos de ustedes se preguntarán ¿y que dice el libro sobre Pancho Villa? Para satisfacer su inquietud, mi mejor recomendación es: adquieran el libro. Es un ejemplar de colección. Vale la pena y se lee con gran facilidad y deleite”.
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