Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

miércoles, noviembre 29, 2006

Presentan nuevo libro

Ayer martes se llevó a cabo la ceremonia de presentación el nuevo libro de ensayos “Torreón, ciudad centenaria”. Se trata de una contribución de la editorial La Opinión Milenio para celebrar el primer siglo de Torreón como ciudad, y también para mantener informados a los laguneros sobre diversos aspectos y asuntos regionales. La responsabilidad de la coordinación general de este proyecto editorial fue de Adriana Vargas.

Participaron en este proyecto un buen número de escritores —que aunque no todos son laguneros— ciertamente son conocidos en La Comarca. El valor académico o literario que puede tener cada uno de los ensayos es directamente proporcional a la habilidad científica o artística de sus respectivos autores. Sin duda alguna, este libro proporcionará largas horas de amena y entretenida lectura.

El evento y el posterior brindis tuvieron lugar en el hotel Crowne Plaza a partir de las 20 horas.

Los diputados desconocen el "fair play"

El día de ayer, los diputados mexicanos ofrecieron al mundo entero un deplorable espectáculo. Los flamantes hombres de leyes se agredieron a golpes y puntapiés con tal de asegurar la tribuna del Congreso de la Unión. El objetivo era claro: para los panistas, asegurar la toma de protesta de Felipe Calderón el primero de diciembre. Para los izquierdistas del PRD, se trata de bloquear la tribuna precisamente para evitar que dicha protesta tenga lugar.

No podemos concebir que los legisladores se vean reducidos, por propia iniciativa y gusto, al nivel de pandilleros. Si los legisladores tienen alguna queja, ellos mejor que nadie conocen las vías para presentarlas por las vías legales. Pero no pueden usar esas quejas para descarrilar la vida institucional de toda una nación simplemente porque las cosas no salieron como ellos querían.
En vista de los acontecimientos, Jorge Zermeño, exalcalde de Torreón y actual presidente de la mesa directiva de la Cámara Baja, determinará si el día de la ceremonia de investidura presidencial se recurre o no a las fuerzas de seguridad para mantener la calma.

Ya es tiempo de que López Obrador admita su derrota. Su negativa a aceptar la realidad solamente está generando inestabilidad, falsas expectativas, neurosis y violencia. Hay límites para la inconformidad. Y la izquierda mexicana, si es que efectivamente está actuando en bloque, debe entender cuáles son estos límites. No se puede desestabilizar a una nación, ni llevarla al enfrentamiento de sus miembros, por una mera sospecha de ilegalidad.
Porque, a final de cuentas, nunca se ha demostrado el tan mencionado fraude electoral en contra de la izquierda.

martes, noviembre 28, 2006

Consideraciones sobre la historia y la crónica

Existen entre los diversos sectores de la población de Torreón una serie de “verdades” asumidas de la manera tan gratuita como ingenua. Es decir, son cosas que se repiten —y que a fuerza de repetición— acaban siendo creídas de una manera acrítica, irresponsable, cómoda.

A estos falsos supuestos los llamamos “mitos”. Cada grupo, cada sociedad tiene los suyos propios, y son muy convenientes cuando se trata de justificar una conducta, una actitud y hasta la irresponsabilidad de quien carece de interés ético para investigar por sí mismo una verdad y delega en el "otro" esa tarea.

La existencia de “la historia” como si tuviera vida propia e independiente a la de los historiadores, es un mito. No hay historia sin historiador, de la misma manera que no hay realidad sin perceptor.

Y ya que hablamos de mitos, la cordialidad entre historiadores es solamente eso: un mito. En realidad, al menos en Torreón, el canibalismo es una práctica cotidiana entre muchos auto designados “historiadores”. Claro que —en su gran mayoría— no se trata de académicos, sino de meros forjadores de libros o de programas mediáticos para quienes la historia es solamente un pretexto y no una vocación. Se puede obtener una jugosa ganancia por un libro de renombrada casa editorial o por la publicidad de un programa de buen rating.

Se dan casos en que el verdadero historiador es percibido como un peligro para los mercachifles de “la historia”. De aquí que lo acusen falsamente de cualquier cosa que lo pueda alienar del patrocinio de los empresarios, y por ende, de la competencia.

Pero el historiador serio, académico, no necesariamente está interesado en hacer o vender libros de “historia fácil”. De los muchos que conozco de este tipo, la verdad ninguno se interesa en los libros de imagen, en las iconografías ni en géneros similares. Los que yo conozco —y son muchos— se interesan en hacer avanzar las fronteras del conocimiento por medio de la investigación científica. Son lo más opuesto que conozco al concepto de empresario, ya que les interesa mucho más la ciencia que la ganancia.

Otra verdad asumida que bien puedo calificar de mito, es la “obligación” de que el cronista se encuentre afiliado a alguna asociación histórica de carácter extramunicipal o interestatal, e incluso nacional. Estas asociaciones ordinariamente constituyen organismos de control político, es decir, sindicatos que acatan consignas o cumplen agendas. La figura del cronista municipal no puede ni debe ser alineada ni amordazada por ningún medio, pues este servidor público se debe a los intereses del municipio que representa. Su voz debe ser libre para actuar sin límites ni reservas.
Y, aún como sucede en algunos casos afortunados, si el cronista recibe un significativo estipendio del municipio, no debe ser considerado este estipendio como un salario que lo ata “al patrón”, sino como la contribución del ayuntamiento para que el cronista tenga la libertad y la seguridad económica que requiere el libre desempeño de su oficio. Se trata de un mero apoyo pecuniario que garantice su independencia.

lunes, noviembre 27, 2006

¿Los indios de La Laguna colonial construian altares de muertos?

Como es bien sabido, Santa María de las Parras se fundó en 1598 bajo la figura jurídica de “pueblo”, por ser indígenas sus colonos fundadores. Las etnias que constituyeron el pueblo primigenio eran básicamente la de los tlaxcaltecas de San Esteban de la Nueva Tlaxcala [Saltillo] o descendientes suyos, y una buena porción de indios “laguneros” “agregados” de las diversas misiones o visitas jesuíticas de la región.

Los tlaxcaltecas de Saltillo y Parras provenían del área geográfica y cultural que conocemos como Mesoamérica. Estos nuevos pobladores llegaron a Saltillo en 1591, y tan sólo siete años después algunos estaban en Parras como fundadores del nuevo pueblo. Es posible que trajesen con ellos sus viejas tradiciones funerarias mesoamericanas, si bien debemos considerar que los tlaxcaltecas norteños constituyeron uno de los pueblos indígenas más occidentalizados de la Nueva España a través de un continuo proceso de aculturación —básicamente por contigüidad con criollos y españoles— que, desde luego, incluía los elementos ideológicos y litúrgicos del catolicismo español.

Hasta ahora no hay testimonio documental que pruebe que los tlaxcaltecas de Parras hacían ofrendas a sus muertos para el día de los fieles difuntos del calendario religioso católico. En cambio, resulta sorprendente que contemos con el caso documentado de un presbítero criollo, don Joaquín Ignacio Blas de Maya, que ofrendaba la tumba de sus padres —ubicada nada menos que en el Colegio de San Ignacio de Loyola de ahí mismo— a la manera que lo hacían y hacen aún los purépechas de Janitzio.
Más aún, a la muerte del padre Joaquín, otro criollo, don Juan de Urtazum, continuó la costumbre del primero por varios años hasta que el obispo de Durango se lo prohibió por no constar por escrito que fuese voluntad del difunto padre Joaquín que se continuase realizando dicha ofrenda. Independientemente de si la razón del obispo para terminar con esa costumbre era de índole económica (después de todo, la ofrenda se hacía con dinero de la obra pía) o religiosa, este caso arroja luz sobre la manera como los blancos, incluso los presbíteros, podían apropiarse de elementos antropológicos e incluso teológicos mesoamericanos.
¿Pensaban que efectivamente los difuntos volvían una vez al año para estar con sus parientes? ¿Consideraban que los muertos se alegraban a la vista de las ofrendas colocadas sobre sus tumbas? El simple acto de presentación de las ofrendas así lo sugiere. Las ofrendas funerarias constituían en este caso la evidencia, la expresión tangible y perceptible de una apropiación cultural ajena al pensamiento católico ortodoxo de la época.

Para el año de 1753 ya había muerto el presbítero bachiller don Joaquín Ignacio Blas de Maya, el cual era miembro de una ilustre familia criolla parrense de origen vasco. Antes de fallecer había dispuesto se fundase una capellanía sobre las dos casas y viña contigua. Casas y viña fueron constituídas en obra pía por el superior despacho de don Salvador Becerra y Zárate, arcediano, dignidad, juez de testamentos, capellanías y obras pías, provisor y vicario general del obispado de Durango.

En ese año de 1753, las casas tenían rentadas “un cuarto y una cocinita maltratada” a don Andrés Bello, el cual pagaba un peso de renta al mes; “un cuartito y un patiecillo corto” a don Joaquín Rodríguez, también por un peso mensual, y “un cuarto y un patio grande” a Ambrosio de Vielma, por dos pesos mensuales.

Las principales entradas en metálico para la obra pía de don Joaquín de Maya provenían de los productos anuales de la viña: uva, vinos y aguardientes.

En 1753 era administrador de dicha obra pía don Juan de Urtazum, otro criollo de ascendencia vascongada. Entre las actividades y gastos que don Juan reportó haber realizado ese año, declaraba que

"En 1º de 9[noviem]bre para el día de finados se pusieron en la zepultura de d[ic]ho S[eñ]or B[achille]r 6 v[ela]s de zera. Ytt[em] en 1º de 9[noviem]bre de 1753 a[ño]s para d[ic]ha ofrenda, un carnero en pie. Ytt[em] en d[ic]ho [día] para d[ic]ha ofrenda un varr[i]l con 2 a[rroba]s 8 q[uartillo]s de vino".

En 1754, don Juan de Urtazum repetía la ofrenda de muertos en la tumba de don Joaquín de Maya. Sobre esta ocasión, que fue el día 2 de noviembre, dice que

"En 2 de 9[noviem]bre para la ofrenda que se puso en la cepultura don[d]e está enterrado d[ic]ho S[eñ]or B[achille]r y sus difuntos padres, se puso un tercio de [h]arina, un carnero, un varril de vino con 2 a[rroba]s 8 q[uartillo]s y quatro v[ela]s de zera".

La ofrenda colocada en la sepultura donde estaba enterrado don Joaquín de Maya y sus padres se repitó el 2 de noviembre de 1755 con harina, un carnero, un barril de vino y cuatro velas de cera; en 1756 en la misma fecha se hizo igual, con 6 velas en lugar de cuatro; en 1757 se menciona que 33 pesos

"se gastaron en la ofrenda que se pusso el día de finados en la zepoltura del p[adr]e"

En 1758 la información del administrador de la obra pía nos revela que la ofrenda se colocaba en el Colegio de San Ignacio de Loyola de Parras, en donde se ubicaba la tumba del presbítero y de sus padres. Dice don Juan de Urtazum a propósito de las cuentas de dicho año de 1758

"Se rebaxan 36 p[eso]s del importe de la ofrenda que se pone en este collegio en la zepultura del B[achille]r don Juachín de Maya y sus disfuntos padres..."

En 1759 la “ofrenda anual” se colocó como los otros años, el 2 de noviembre, día “de finados”. En el apunte de 1760, se nos hace saber que el mismo presbítero don Joaquín de Maya acostumbraba colocar la ofrenda en la tumba de sus padres —que luego sería la suya— antes de morir. Escribe en sus cuentas don Juan de Urtazum sobre este punto:

"En 2 de 9[noviem]bre, para la ofrenda que se puso en la zepultura de d[ic]ho B[achille]r y de sus defuntos Padres, como tenía de costumbre, un tercio de [h]arina...10 libras de zera...un carnero...un varr[ i ]l de vino con 2 a[rrobas] 10 qq[uartillo]s".

En el año de 1761, el primero de julio, don Pedro Tamarón y Romeral, obispo de la diócesis de Durango —en cuya jurisdicción quedaba Santa María de las Parras— “visitó” los libros, ingresos, egresos y bienes de la obra pía de don Joaquín de Maya. El resultado de esta “visita” del obispo fue que:

"Se le dan las gracias p[o]r su buena administras[ió]n, cuidado y zelo en procurar su aumento, y mediante a q[u]e [h]aviendo preguntado a d[ic]ho Adminis[trado]r D[o]n Juan de Urtazun en qué se [h]avía fundado p[ar]a ofrendar todos los años las sepulturas del d[ic]ho B[achille]r D[o]n Joaquín de Maya y sus ascendientes, y respondió q[u]e p[o]r [que] éste lo hazía en su vida, pero q[u]e no dexó or[de]n ni disposición p[ar]a su continuas[ió]n, en cuia disposición cessará en poner d[ic]ha ofrenda para q[u]e con más brebedad se verifiquen los fines piadosos a q[u]e se dirixe la fundas[ió]n de d[ic]ha obra pía".

Desde luego, don Juan de Urtazum honró su palabra, y no se volvió a realizar ofrenda alguna en la tumba de don Joaquín de Maya y de sus ascendientes. Lo que hacía don Joaquín de Maya y don Juan de Urtazum, ¿era realmente una práctica individual, o más bien una práctica social? ¿Dónde se apropiaron de dichos elementos ideológicos? ¿Solía haber en Parras ofrendas a los muertos en una escala verdaderamente social? No lo sabemos. Solamente los testimonios documentales y el trabajo de los historiadores pueden ofrecernos una respuesta válida.

La "reliquia" y sus orígenes


Una de las instituciones sociales que parecen caracterizar a la norteña ciudad mexicana de Torreón es la llamada “reliquia”. Este es un evento social de carácter popular que involucra aspectos filantrópicos, religiosos y gastronómicos.

Es muy frecuente que entre las clases medias y populares de Torreón, muchas familias organicen y compartan de manera tradicional, año con año, esta comida. En realidad, la “reliquia” es la concretización anual de un culto perenne relacionado con algún santo o advocación de la Virgen. Una familia devota de San Judas Tadeo, de la Virgen de Guadalupe, de la Virgen de San Juan de los Lagos, etc., con ocasión de la fiesta anual del santo, prepara un cuantioso festín de asado de puerco acompañado de una guarnición de siete sopas de pasta.
Esta comida se distribuye de manera gratuita entre todos aquellos comensales que lo soliciten. Desde luego, los vecinos de la familia que ofrece la “reliquia” saben de antemano que ese la comida estará disponible, porque se trata, no de un evento aislado en el tiempo, sino que se repite año con año como una manda o voto hecho al santo.

Pero la “reliquia” no es solo comida. Siempre va acompañada de un acto litúrgico en familia o en pequeña comunidad de familiares y vecinos e invitados. Ordinariamente implica el rezo de cinco misterios del rosario, con todas sus letanías. Este acto de veneración al santo antecede al reparto de la comida. En muchas ocasiones, una danza de “matachines” (representación de un tipo de indígenas prehispánicos) señala desde temprano el domicilio donde se ofrecerá una “reliquia”. Estos danzantes pueden ser contratados por la familia, o bien, puede tratarse de un grupo de personas que aportan su danza personal como ofrenda al santo en cuestión y en esa casa en particular.

Una vez terminado el rezo, se procede a la distribución de la parte gastronómica de la “reliquia”. La familia y los invitados especiales comen en los platos de la casa; los vecinos que no fueron al rezo pero sí a la distribución de la comida, suelen llevar sus propios platos. Cuando son muchos los solicitantes, forman fila y van pasando frente a las grandes ollas que contienen las sopas y el asado de puerco.

Para quienes no conocen México ni están familiarizados con su gastronomía, diremos que el asado de puerco no es carne cocida en asador, sino que se trata de un guiso de trozos de carne de puerco (pierna, lomo) cocidos en una salsa hecha a base de chile rojo (chile ancho colorado, poblano seco), tomate y cebolla. Las sopas son de las llamadas “de pasta” y que se sirven secas, no caldosas: fideo, letras, almeja, semilla de melón, etc.

La “reliquia” en su conjunto constituye pues un acto de culto de carácter netamente ético, filantrópico, destinado a servir al ser humano en necesidad. Está muy lejos de la autoflagelación penitencial e individualista con que muchas personas de las clases populares de México creen agradar a la Divinidad, a los santos o a la Virgen. Sin duda hay un gran trasfondo cultural de origen prehispánico en esas actitudes masoquistas, tan dolorosas como estériles, con las cuales la “reliquia” nada tiene que ver.

Es muy interesante que en Torreón, la “reliquia” permanece como una comida o institución de carácter popular. No ha gozado de la aceptación directa o movilidad vertical que otros platillos —de origen extranjero— han tenido. En Torreón, las clases pudientes y medias, además del menú cotidiano, consumen paella, alubias, hojas de parra, jocoque fresco y seco, kipe de ambos tipos, dedos de novia, belewes, comida china cantonesa como el arroz frito, puerco en agridulce, chop suey, etc. Muchas veces, los platillos originales ya están acoplados al gusto regional, o bien se han mestizado y reinventado.
En Torreón, estos no son simples platillos que algunos restoranes ofrecen a sus parroquianos, se trata de platillos incorporados a la dieta de las familias regionales, y que ordinariamente las señoras o señores saben preparar. Es decir, se trata de platillos que han sido incorporados a la cultura gastronómica de las clases medias y altas (calificamos en base al poder adquisitivo).

La celebración y consumo de la “reliquia” pertenece al ámbito del “pueblo”, esta es la percepción de las clases altas y medias de Torreón. Aunque puede suceder que algunas familias pudientes apoyen económicamente a quienes organizan la celebración, estas familias nunca pensarían en adoptar la costumbre para sí. Existe un cierto desdén por lo que tenga sabor popular o de mexicanidad, porque “no viste”. La tendencia va hacia la valoración de lo extranjero y lo elitista.
Así, muchas señoras de las clases más desahogadas se reúnen a celebrar y venerar a la advocación alemana de la Virgen de Schoenstadt. Y están en todo su derecho. La religiosidad tiene derecho a manifestarse de acuerdo a posición y cultura, siempre y cuando nadie resulte agredido o lastimado. Y mejor aún si alguien resulta beneficiado, como en el caso de la “reliquia”.
Los torreonenses, al igual que los adolescentes (Torreón es una ciudad adolescente que no ha cumplido su primer siglo de vida como tal) pensamos que el mundo nació con nosotros. Realmente asumimos que la celebración de la “reliquia” surgió con nosotros por “generación espontánea”.

Ya he dedicado un libro (La Comarca Lagunera, constructo cultural) para mostrar que aunque la ciudad cumpla un siglo de existir como tal, la cultura de sus habitantes es mucho más antigua y diversa. Las profundas raíces coloniales son evidentes, y la “reliquia” nos ofrece un ejemplo perfecto para evidenciar la naturaleza transgeneracional (y de clase) de la cultura.

La “reliquia” no es una institución originaria de Torreón. Estamos ante un caso de difusión cultural por migración. Con la apertura de las líneas de ferrocarril (1884-1888) Torreón quedó sujeto a la migración regional, nacional e internacional, y también a la adopción de las innovaciones que personas de otros ámbitos pudieran traer consigo. Llegaron la energía e iluminación eléctrica, los motores de vapor y de combustión interna, llegaron las modas, y también llegaron nuevas formas de celebración religiosa. Y decimos “nuevas” no porque fueran realmente nuevas, sino porque en la Comarca Lagunera fueron percibidas como nuevas.

En nuestro libro arriba citado, mostramos la gran inclinación que tenían las clases populares de origen regional —colonizadoras de Torreón— hacia la celebración cotidiana y familiar de liturgias de origen virreinal: las “acostadas” y “levantadas” de niño, el rezo del rosario, la organización de danzas religiosas, etc. La celebración de la “reliquia” añadió elementos nuevos, al incorporar la obligación de preparar y compartir una comida a base de carne de puerco y sopas. La carne de puerco y el pavo o guajolote constituían los ingredientes “de lujo” de las comidas de origen popular.
Así que la “reliquia” era percibida como un verdadero banquete, y el nivel de compromiso que implicaba una obligación anual de este tipo era mayor que la versión regional lagunera, que solamente ofrecía pan dulce. Pero también, para satisfacción de los creyentes que se comprometían a celebrar la “reliquia”, la “gratitud” o la “complacencia” del santo venerado sería mayor. Es decir, la versión zacatecana del culto popular podía reemplazar con ventaja la versión regional. De ahí la adopción de esta costumbre.

La “reliquia” llegó a la Comarca Lagunera con los inmigrantes zacatecanos. Sabemos que había cierto flujo de migrantes de aquella región hacia Viesca (entonces San José y Santiago del Álamo) en la era colonial. Pero los que popularizaron la celebración de la “reliquia” en la Comarca Lagunera, fueron los zacatecanos que comenzaron a llegar cuando la Comarca Lagunera y Torreón quedaron conectados con el estado vecino por medio del ferrocarril.

En Zacatecas, la “reliquia” tiene muchos años de existir, tantos que el término “reliquia” zacatecana” es de viejo cuño y se refiere a la celebración religiosa de un santo con un platillo formado por asado de puerco y siete sopas de pasta. A diferencia de lo que ha pasado en Torreón, en Zacatecas la “reliquia” ha sido aceptada por los más altos círculos sociales y hasta existen restaurantes especializados en “reliquia”, como “El Pueblito” en la ciudad de Zacatecas.
La “reliquia” ha sido presentada entre las muestras gastronómicas “Los sabores de la tierra” organizadas por la Universidad Autónoma de Zacatecas. En esta muestra se ha distinguido formalmente entre la “reliquia” de asado y siete sopas, y la “reliquia” de atole de maíz, pinole y pan ranchero, es decir, entre la “reliquia” salada y la dulce. La “reliquia” de asado y siete sopas constituye uno de los platillos tradicionales de inmemorial de Valparaíso y Villa de Cos, en Zacatecas, entre otros lugares de ese estado de la federación.

Examinemos un caso histórico de difusión por migración: el testimonio de la señora Esperanza Huízar Núñez.[1] Dice ella:
“Miguel Huízar (mi abuelo) nació en Valparaíso, Zac. en el año de 1853 […] llegó a Gómez Palacio en 1905[2] trayendo consigo la imagen de Sra. Santa Ana que data del siglo pasado y habiendo sido la patrona de la hacienda que llevaba su nombre del municipio de Valparaíso, Zac. El hacendado primo hermano de mi abuelo se la regaló en tiempos de los cristeros que cerraban las iglesias o las quemaban, por ese motivo, mi abuelo se hizo cargo de la imagen, con la promesa de venerarla siempre el 26 de julio de cada año, promesa que ha sido cumplida a través de generación en generación de abuelo a padre, a hijos, nietos, y Dios permita que bisnietos y tataranietos […] Quiero hacer mención que la celebración del 26 de julio se inicia con una novena que data del año de 1868[3] […] esta novena la rezamos desde el 18 de julio hasta el 26, el santo rosario sin faltar la danza de matachines y una riquísima reliquia”.

En conclusión: la Comarca Lagunera ha tenido, desde la era virreinal, múltiples manifestaciones de culto privado. Las danzas, las “acostadas” y “levantadas” del Niño Dios han sido las tradiciones populares de carácter rural que más han pasado al ámbito urbano con los migrantes regionales. Los migrantes zacatecanos aportaron a la cultura religiosa y gastronómica de Torreón y de la Comarca Lagunera esa forma particular y específica de veneración del santo, la “reliquia”, cuyo aspecto gastronómico consiste de asado de puerco acompañado de siete sopas de pasta. Esta es una forma profundamente bíblica de culto, ya que “dar de comer al hambriento” es quizá la actividad religiosa más altamente valorada por los primeros cristianos (Mt. 25: 35)


[1] Archivo Histórico de la Universidad Iberoamericana Laguna, Torreón, México. Expediente 85.

[2] Gómez Palacio es una ciudad separada de Torreón por el Río Nazas, cuyo cauce sirve de límite estatal entre Coahuila y Durango. Gómez Palacio fue elevada al rango de ciudad en 1905.

[3] “Novena de Señora Santa Ana, madre de María Santísima. Dispuesta por el presbítero D. Mariano Toraya, el menor de sus devotos. Monterrey. Reimpresa por A. Mier, calle de Abasolo número 36. 1868”.

jueves, noviembre 23, 2006

Las manos del tahúr

El día de ayer fue presentado el libro de cuentos Las manos del tahúr del aclamado autor lagunero Jaime Muñoz Vargas. El acto estaba programado para las veinte horas en el foyer del Teatro Isauro Martínez. Esta colección de textos ganó el premio nacional de cuento de Sonora, convocado por el Instituto Sonorense de Cultura y el Conaculta.

Ante un espacio repleto de espectadores, se dejaron escuchar los comentarios de la Lic. Mariana Ramírez, de Saúl Rosales y del propio autor.

Mariana presentó una reflexión muy atinada en torno a la estructuración de los cuentos de la obra, haciendo evidente para el público el grado de dificultad y de maestría que supone el entramado de cada uno de los cuentos, con dos o más líneas de narración simultánea. Y destacó que no es coincidencia que Jaime Muñoz haya recibido tres premios nacionales en un lapso de 96 horas, cosa que sucedió en octubre del año pasado.

Saúl a su vez hizo comentarios sobre la impresionante trayectoria de Jaime Muñoz, sobre los lugares sociales, políticos y económicos desde los que el autor aborda su obra, y desde luego, sobre los cuentos mismos.

Jaime Muñoz, quien declaró que por lo general él se apega a la estructura tradicional del cuento, explicó a la audiencia algunos de los secretos que implica escribirlos, de las formas ortodoxas y heterodoxas de redactarlos, y de su indistinta validez cuando tienen verdadero mérito artístico. Como tiene por costumbre, el autor convirtió su participación en una verdadera clase magistral con humor y con su sólido conocimiento del tema.

El público estuvo verdaderamente embebido en la presentación y en las palabras de cada uno de los oradores. Jaime recibió no solamente la admiración del público, sino que además fue calificado por éste con toda clase de elogiosos epítetos, destacando el de “Perro Negro” del cuento regional, es decir, el “monstruo sagrado”. Y la verdad, el público no estaba nada lejos de la verdad.

miércoles, noviembre 22, 2006

Concluye el II Festival Internacional de Piano

Anoche finalizó el II Festival Internacional de Piano del teatro Isauro Martínez. Para la ocasión se presentó el connotado pianista brasileño Jean Louis Steuerman, quien ejecutó un programa basado en una selección de obras de Johann Sebastian Bach, Ludwig van Beethoven, César Franck, Fréderic Chopin y Alexander Scriabin.

La interpretación fue impecable, y dejó un muy buen sabor de boca. La señora Claudia Máynez nos ha mostrado una vez más la sensibilidad y el gran conocimiento que posee, sobre todo en cuestiones artísticas y culturales. Las presentaciones de la temporada se caracterizaron por su gran nivel de dificultad, virtuosismo e inspiración interpretativa. Sin duda alguna, constituyeron una muy buena elección.

Asmimismo, es muy interesante constatar que el público que acude suele ser básicamente el mismo, lo cual habla de un núcleo de espectadores laguneros que se va especializando en la música para piano.

Todo nuestro apoyo merece el Patronato del Teatro Isauro Martínez por la calidad de los espectáculos que pone a nuestra disposición.

martes, noviembre 21, 2006

Error político


Ayer 20 de noviembre en el Zócalo, el ciudadano Manuel Andrés López Obrador se autoprocalmó “presidente legítimo” de México, en una ceremonia que pretendió ser el equivalente de las que se celebran cada seis años en el Congreso de la Unión.

La fecha no fue escogida al azar, ya que el 20 de noviembre —en el imaginario de la historia oficial— representa la ocasión de celebrar el triunfo de los movimientos de arraigo popular.

Parece que López Obrador está llevando demasiado lejos sus actos de protesta. Desde su muy personal percepción, pareciera no poder distinguir entre lo puramente simbólico y lo real. Su “toma de posesión” no es ni podrá ser mas que éso, el acto puramente simbólico de un político que ha deteriorado gradualmente su imagen por su incapacidad para aceptar la adversidad en forma de derrota.

Lejos de reasumir la contienda como oposición, con lo cual resguardaría los principios de la vida política y la búsqueda del bien común, ha optado por tratar de crear la ilusión de una “verdadera” y “legítima” presidencia no institucional. Sin embargo, con todo y el público desprecio a las instituciones del país, espera que los legisladores perredistas sometan al Congreso sus iniciativas de ley, e incluso ya instruye al nuevo regente de la ciudad de México con disposiciones populistas emanadas de “su gobierno”.

Creemos que el ciudadano López Obrador debería serenarse de una buena vez, y optar por actuar como fuerza de oposición en el marco de la institucionalidad republicana. Aún tiene tiempo para llegar a la presidencia en buena lid. No hay lugar para caprichos ni berrinches, debería pensar en el bien de todos, como lo prometió. ¿O lo prometido no era en realidad un auténtico proyecto de vida, sino pura y vana demagogia?


Conferencia extranjeros en la revolución

Muy interesante la conferencia del profesor Alejandro Contla Carmona, Cronista de Texcoco y presidente de la Asociación Nacional de Cronistas de la República Mexicana. Esta conferencia magistral tuvo por objeto dar a conocer las investigaciones del profesor Contra Carmona en torno a la presencia y función de los extranjeros en las diversas etapas de la revolución iniciada por Madero en 1910.

Resulta esclarecedor constatar que las fuerzas revolucionarias emplearon los servicios de mercenarios extranjeros para sostener la lucha armada, ya que, como explicó el profesor Contla Carmona, los revolucionarios no sabían usar equipo militar de cierta sofisticación, y requerían asimismo aprender estrategia de combate. El currículum y la experiencia militar internacional de muchos de estos mercenarios resultaban verdaderamente impresionantes.

Un detalle de la conferencia que llamó la atención fue el de equiparar a los chinos armados de Torreón con los mercenarios extranjeros al servicio de Porfirio Díaz. Los torreonenses sabemos que se trataba de simples civiles manipulados por medio del temor cuando se les dijo que los maderistas los podían masacrar si no tomaban las armas para defenderse. Y efectivamente, los maderistas los masacraron el 15 de mayo de 1911. Ese fue un día de infamia para Torreón y para la causa revolucionaria.
La conferencia se llevó a cabo en el auditorio del Museo Regional del INAH el sábado 18 a partir de las 12.30 horas con la asistencia de varios cronistas, entre los cuales pudimos saludar al profesor Matías Rodríguez Chihuahua.

lunes, noviembre 13, 2006

Los "tajos" y "tajitos" en las tierras de los marqueses de Aguayo

Una palabra que pensábamos que era de origen mucho más reciente en la Comarca Lagunera es la que la población regional usa para denominar un canal de tierra sin revestir, un “tajo”.

Sin embargo, una revisión a los libros parroquiales de Viesca en la era colonial nos permite saber que la palabra “tajo” era muy usada en el siglo XVIII en el mismo sentido que la usábamos en el siglo XX.

En el libro de bautismos de dicha parroquia, en la partida del 12 de febrero de 1790, se asienta el bautismo de “María Dionicia Eulalia López Montelongo” en la capilla “del Rancho de San Antonio y paraje del tajo de la Laguna”. Esta niña nació el 13 de enero del mismo año en el “Rancho y tajo de San José, perteneciente al señor marqués de San Miguel de Aguallo”

En el mismo libro se asienta que “en la capilla del Rancho de San Ant[oni]o y paraje del tajo de La Laguna” se bautizó a“José Pablo Eulalio Enríquez Martínez” el cual nació el 15 de enero de ese año en “Rancho y tajo de San Antonio”

Otra acta menciona que el 12 de febrero de 1790, “en la capilla del Rancho de san Antonio y paraje del tajo de La laguna”, se bautizó a un niño que nació el 27 de enero de ese año en el “Rancho y tajo de San José” y se le puso por nombre “José Santiago Eulalio Carrillo de Aguilar”.

Como podemos ver, se mencionan los tajos de La laguna y el tajo de San José. Es evidente que se usan en el sentido de canales conductores de agua. La palabra “tajo” es castellana, de vieja prosapia. De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Castellana de la Real Academia Española (Quinta Edición, 1817) “Tajar” significaba “cortar, partir o dividir una cosa en dos o más partes o pedazos”. Según la misma fuente, “tajo” era “entre la gente de campo, el corte que llevaban los segadores o los cavadores cuando van trabajando”. Es decir, un tajo era el canal que iban construyendo los cavadores. Pero también designaba el canal ya acabado, ya que “tajo” era también “el corte que se daba con algún instrumento”.
Otra acta de matrimonio de Viesca menciona el enlace de Pablo Martínez "nativo en la Hacienda de San Juan de Casta, de la comprensión de Mapimí y residente en el tagito de Yd[em]", con Ma. Clara Almaraz, el 12 de febrero de 1839.

Por lo tanto, debemos incorporar el sustantivo “tajo” o "tajito" a nuestro repertorio de palabras regionales de origen colonial. Esta es particularmente importante para la historia de la irrigación y del uso y manejo del agua en la Comarca Lagunera.

martes, noviembre 07, 2006

Inauguración de casino en 1899

A continuación, y por su interés para la historia de la vida cotidiana de Torreón, transcribo la nota que publicó el periódico El Imparcial. Diario de la mañana el domingo 30 de julio de 1899.

“Un nuevo casino. Baile de inauguración. Correspondencia especial. Torreón, Julio 26. La buena sociedad de Torreón inauguró su elegante casino, la noche del sábado 22 del actual con un gran baile, al que concurrieron más de cuatrocientas personas, pues se dieron allí cita lo más granado de la sociedad de Torreón y de las vecinas poblaciones de Lerdo, Gómez Palacio y San Pedro.

El edificio que ocupa el Club fue construido expresamente para el objeto a que ha sido dedicado, y en verdad que tanto por su construcción cuanto por la elegancia y buen gusto con que ha sido amueblado, nada dejaría que desear al más exigente clubman.

Consta dicho edificio de dos pisos y en sus diversos departamentos han sido distribuidos conforme a los planos de construcción, el salón de baile, salón de billares, tocador para las damas, gabinete de lectura, cantinas, salón de juego, etc.

Causaba grata impresión ver allí reunidos y reinando entre todos la mejor armonía, a los miembros de la colonias española, americana y alemana, en el seno de nuestra sociedad.

Como un detalle simpático mencionaré el siguiente: se había pensado en un principio, que uno de los adornos del salón de baile, consistiese en un haz formado por las banderas de las naciones allí representadas, como una muestra de cortesía a sus representantes; pero a indicación de varios extranjeros, sólo los colores mexicanos se ostentaban en un ángulo de dicho salón.

Manifestaron los señores a que me he referido, que estaban todos bajo la protección del hospitalario pabellón de México, y que les era tan grato ver a éste como al de su patria.

Las lluvias que cayeron a principios del mes, aunque no muy abundantes, han asegurado por este año las cosechas de algodón en La Laguna, por lo que están de plácemes los agricultores de esta rica región.
EL CORRESPONSAL”