Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

martes, agosto 26, 2014

Lo que el "tiempo" nos robó






Para interpretar bien esta lista de ofertas del "Roizer" de Torreón en 1971, hay que recordar que un peso de 1971, equivale a la milésima parte de un peso de 2014. Menos mal que no hay inflación en México. La verdad, en nuestro país, la inflación galopante e imparable comenzó con una devaluación del entonces presidente Echeverría, en 1976. 

El "Roizer" fue el primer supermercado de autoservicio en Torreón, popiedad de la familia Roiz. Y a propósito de las ofertas que mostraba el anuncio de 1971, diremos que si no hubiera existido esa inflación tan brutal como desgobernada, en la actualidad las amas de casa comprarían una tonelada (mil kilos) de esa papa blanca del Roizer, por un peso y noventa centavos de los nuestros de 2014.  


miércoles, agosto 20, 2014

Los primeros "tajos" laguneros



El mapa de Nicolás de Lafora, 1771. Nótese el curso del Río Nazas 
hacia el norte, para formar la laguna de Tlahualilo.


“Tajo” constituye una palabra que se consideraba ser de origen relativamente reciente en la Comarca Lagunera, llegada de España con los inmigrantes de finales del siglo XIX y principios del XX. La palabra que la población regional usa para denominar un canal de tierra sin revestir, es precisamente “tajo”. 

Sin embargo, contamos con evidencias documentales que indican que tanto la denominación como los tajos mismos en La Laguna, datan de la era virreinal. El primer constructor de tajos fue sin duda, el conde de San Pedro del Álamo, casado con la marquesa de San Miguel de Aguayo. 

Durante el primer tercio del siglo XVIII, la pareja adquirió la Hacienda de San Lorenzo de La Laguna. En sus vastas propiedades se establecieron ranchos y haciendas, ya que en estas tierras de San Lorenzo pastaban unas 400 mil ovejas durante 6 meses del año. La producción de estos ranchos para alimentar a sus habitantes y a los innumerables pastores que cuidaban los rebaños, requería del abasto seguro del agua de riego.  

Y como nos lo relata el padre Dionisio Gutiérrez del Río en su “Breve historia de La Laguna” (Historeta de La Laguna) escrita en 1786, durante el siglo XVIII, el Río Nazas cambiaba de curso, particularmente en la segunda mitad del siglo. Las avenidas del río llenaban de arena los viejos cauces, hasta taparlos. Y entonces el agua buscaba un nuevo cauce. 

Para resolver el problema del abasto  del agua a causa de los cambios de curso del Río Nazas, los marqueses de Aguayo mandaron cavar el “Tajo de San Antonio”, el cual les permitiría contar con el agua necesaria para la siembra de los ranchos de la Hacienda de San Lorenzo de La Laguna.   

Una revisión a los libros parroquiales de San José y Santiago del Álamo (Viesca) en cuya jurisdicción eclesiástica se encontraba la Hacienda de San Lorenzo de La Laguna desde el primer tercio del siglo XVIII, nos permite encontrar las evidencias que nos autorizan a afirmar lo que llevamos dicho. 

Un ejemplo entre muchos: el acta de bautismo que se conserva en Viesca, Coahuila y que data del 29 de diciembre de 1789 corresponde a María Saturnina Tomasa Hernández Barraza, caracterizada “racialmente” como “loba” (mezcla de negro e india). La partida de bautismo indica “que nació en el Tajo, Río de las Nazas, Laguna de “Tagualilo”, Rancho de San Antonio del señor marqués de Aguayo” el 30 de noviembre de 1789, como hija legítima de Francisco Hernández, "de la Sauceda de esta jurisdicción, Rancho de San Antonio del marqués de Aguayo, Río de las Nazas, Laguna de “Tagualilo” de esta jurisdicción", y de María Juliana Barraza, de San Juan de Casta, jurisdicción de Mapimí, y legítimamente casados. 

“Y porque a la presente viven y habitan en el Rancho de San Antonio del marqués de Aguayo; en el Tajo Río de las Nazas, Laguna de “Tagualilo” desta vecindad y jurisdicción”, fueron padrinos, que la tuvieron o recibieron, Josef Alvino Chavarría del Rancho de San Antonio del marqués de Aguayo, jurisdicción de San Francisco de los Patos perteneciente al pueblo de Santa María de las Parras, y su mujer, María Michaela Peinado, de la estancia de Aguanueva, jurisdicción de la villa de Santiago del Saltillo.  Firma don Manuel Sáenz de Juangorena, capellán de la Segunda Compañía Volante de San Carlos de Parras, y actual teniente de cura del pueblo de San José y Santiago del Álamo.  

Nótese que el padre Juangorena se esfuerza (hasta llegar a lo repetitivo) en distinguir claramente en el texto del acta, entre el Rancho de San Antonio, en el tajo del Río de las Nazas, propiedad de los marqueses de Aguayo y que quedaba en su jurisdicción eclesiástica, del homónimo Rancho de San Antonio, también propiedad de los marqueses de Aguayo, pero en la jurisdicción de San Francisco de los Patos (General Cepeda) y de Parras. 

viernes, agosto 15, 2014

El pasado desde el presente



El Titanic, nave sobre la cual se han hecho varios filmes


Para continuar con la visión nostálgica de nuestra comunidad torreonense y lagunera de finales del siglo XIX y principios del XX, mencionaremos que los valores de solidaridad, espíritu de colaboración y de engrandecimiento de nuestra Villa del Torreón, ciudad a partir desde 1907, en gran medida han desaparecido. 

La ciudad era joven y fuerte, soñaba y aspiraba a grandes cosas. Hasta los nombres de las industrias reflejaban ese optimismo, esa confianza en el futuro. “La Amistad”, “La Esperanza”, "La Fe", “La Constancia” “La Alianza” son nombres de industrias locales que reflejaban esa fuerza vital, ese afán de trabajar hombro con hombro en la construcción de una comunidad que era una sola a pesar de su diversidad étnica y cultural. Como sucedía en la pragmática Inglaterra, el negocio era lo que importaba, y las diferencias quedaban en segundo plano. Había que sumar esfuerzos.

Y para hablar de otra cosa, referiré que cada semestre imparto un curso universitario en el que invariablemente pregunto a mis alumnos cómo vivía la gente en el siglo XVIII. Abundan las respuestas ricas en detalles sobre pelucas, polvos, bailes, duelos, recato o desenfreno, iluminación con velas, alimentación, etcétera. Me agrada mucho escuchar que poseen una buena cantidad de información sobre el tema, sea ésta acertada o errónea. Pero cuando les pregunto cómo es que saben todo eso, entonces titubean. Les hago evidente que ellos no vivieron en esa época, y que por lo tanto no se trata de recuerdos personales. 

Sólo entonces comienzan a tomar consciencia de que han aprendido sobre la vida del siglo XVIII en el cine, en los libros, en la televisión, en los museos o con los videos. Se dan cuenta de que sus ideas sobre el pasado provienen de narraciones que usan los diversos lenguajes disponibles: cinematográfico y televisivo, que como el de los videos, es audiovisual; el literario, con base en textos y quizá algunas viñetas (que es lenguaje gráfico, como los grabados y las fotografías). Los museos “narran” por medio del uso de los espacios, luces y audio, objetos, textos, escenografía y sistemas audiovisuales. 

Por otra parte, se les plantea un problema cuando caen en la cuenta de que existen diversas producciones cinematográficas sobre un mismo tema. No es lo mismo un “Robin Hood” visto por “los pobres” que el Robin que ven las autoridades medievales inglesas. Y aunque Robin Hood es un tema mítico, ilustra perfectamente lo que tratamos de mostrar. El “héroe” de los pobres no es sino un “bandido y sedicioso” para las autoridades y los terratenientes de la Inglaterra feudal. Se podría decir que hay dos historias diferentes porque hay dos ángulos, dos maneras, dos lugares diferentes para percibir e interpretar los hechos. 

Ya lo hemos dicho antes, cada estrato social puede vivir y percibir los hechos de manera diferente porque pueden significar cosas diferentes para sus miembros. No se trata de dos ópticas diferentes de una sola realidad, se trata de dos realidades que coexisten en el tiempo y en el espacio, y que incluso pueden ser antagónicas. Entonces, ¿qué nos queda del pasado? El pasado ya no existe, y la historia, o mejor aún, las diversas interpretaciones de la historia, consisten solamente en diversas narraciones de autores e interpretaciones. 

Exactamente eso es la historia, una representación, la ilusión de mirar el pasado a través de una narración que hacemos desde el tiempo presente.  

domingo, agosto 10, 2014

Miembro de Consejo Científico Internacional










El pasado 6 de agosto, este cronista oficial, en sus calidades de doctor en Historia y Director del Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad Iberoamericana Torreón, fue nombrado miembro del Consejo Científico Internacional de la Revista Iberoamericana de Viticultura, Agroindustria y Ruralidad (RIVAR). Esta publicación la edita la Universidad de Santiago de Chile. 

Los miembros de dicho consejo, son los siguientes:



CONSEJO CIENTÍFICO INTERNACIONAL

Doctor Emilio Barco (Universidad de La Rioja – España)

Doctor William Beezley (University of Arizona – US)

Doctor Juan Blánquez (Universidad Autónoma de Madrid)

Doctor Eduardo Cavieres (Universidad Católica de Valparaíso – Chile)

Doctor Sebastián Celestino Pérez (Consejo Superior de Investigaciones Científicas – CSIC – España)

Doctor Sergio Corona Páez (Universidad Iberoamericana de Torreón (México))

Doctor Ricardo Couyoumdjian (Universidad Católica de Chile)

Doctor Adolfo Cueto (Universidad Nacional de Cuyo – Argentina)

Doctor Marcos Fernández Labbé (Universidad Alberto Hurtado)

Doctora María José García (Universidad del País Vasco – España)

Doctora Noemí Girbal Blacha (Universidad Nacional de Quilmes – Argentina)

Magister Frédéric Duhart (Universidad de Mondragón – España)

Magister Leonardo León Solís (Universidad de Chile)

Doctora Sonia Montecino (Universidad de Chile)

Doctor Héctor Noejovich (Universidad Católica de Lima – Perú)

Doctor Jorge Pinto (Universidad de la Frontera – Chile)

Doctor Jorge Ricardo Ponte (Conicet – Argentina)

Doctor José del Pozo (Universidad de Quebec – Canadá)

Doctora Ana María Rivera Medina (Universidad Nacional de Educación a Distancia – España)

Magister Trinidad Alemán Santillan (Departamento de Agroecología en El Colegio de La Frontera Sur, San Cristóbal de las Casas, Chiapas)

Este cronista, en las mismas calidades que mencionaba arriba, ha sido miembro de otro consejo científico internacional, desde que El excelentísimo ayuntamiento de Almendralejo (Badajoz, España) el Instituto de Arqueología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y la Universidad Autónoma de Madrid, convocaron a la Conferencia Internacional “Patrimonio Cultural de la Vid y el Vino”. Esta conferencia tuvo lugar en Almendralejo, en Badajoz, España, del 8 al 11 de febrero de 2011.

El Comité Científico para dicha Conferencia y para proyectos posteriores, está formado por académicos de afamadas instituciones de investigación como son la Universidad Autónoma de Madrid, el Instituto de Arqueología, Universidad de la Rioja, Universidad de Murcia, y la Universidad de Cádiz, en España; ORVE-OIV, en París; Ecole Francaise de Rome, en Nápoles; Universidad de la Serena, en Chile; Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza, Argentina; Universidad de Chicago; Universidad de Santiago de Chile; Universidad de Pensilvania, Universidad de Oporto, y por México, el Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad Iberoamericana Torreón.




jueves, agosto 07, 2014

Bicentenario de la restauración de la Compañía de Jesús






Hace exactamente 200 años, el 7 de agosto de 1814, el papa Pío VII restauró la Compañía de Jesús mediante la bula "Sollicitudo Omnium". 

Los jesuitas habían sido muy impopulares entre las altas esferas de los gobiernos absolutistas católicos europeos de la segunda mitad del siglo XVIII, específicamente los de de Portugal, Francia y España. En una época de despotismo ilustrado y de liberalismo, durante la cual se afianzó la noción de que el Estado era supremo, no se toleraba la existencia de "un estado dentro del Estado". El marqués de Pombal en Portugal acicateó al rey lusitano para que acabara con el "imperio jesuita" de las misiones del Paraguay. Además, expulsó a los jesuitas de Portugal y sus dominios en 1759. 

El rey Luis XV de Francia los expulsó en 1762. Por su parte, Carlos III de España padecía la misma aversión por la Compañía de Jesús, a cuyos miembros expulsó de sus dominios europeos y americanos en 1767. 

Finalmente, la presión conjunta de Carlos III de España, Luis XV de Francia, ambos reyes católicos y Borbones, decidió al papa Clemente XIV a suprimir por completo la existencia de la Compañía de Jesús, por medio del breve pontificio "Dominus ac redemptor" fechado en Roma el 21 de julio de 1773. Los jesuitas fueron desbandados como instituto religioso, y declarados miembros del clero secular. Como recompensa, Clemente XIV recibió de España y de Francia algunos territorios previamente ocupados por España y Francia. 

Los jesuitas, sin embargo, fueron bien acogidos en Prusia y en Rusia. Ahí se aprovechó el talento intelectual de sus miembros, hasta que la Compañía de Jesús fue restaurada el 7 de agosto de 1814, hace dos siglos. 











domingo, agosto 03, 2014

El viejo espíritu torreonense




Cuando se piensa en lo que fue nuestra ciudad en sus orígenes, se notan grandes diferencias con  la actual en varios aspectos. Cuando Torreón se convirtió en el ferropuerto de La Comarca Lagunera (1884-1888) dio inicio a un vertiginoso crecimiento económico, social y cultural. 

Empresarios regionales y nacionales de la era porfiriana comenzaron a  invertir aquí sus capitales. A ellos se sumaron los empresarios de origen extranjero, aprovechando que las sociedades anónimas fueron aprobadas por completo en 1890.  

Desde el punto de vista económico, Torreón se convirtió en la ciudad más importante de Coahuila. Los empresarios hacían causa común y sumaban esfuerzos. Esto es muy sencillo de demostrar: basta darle un vistazo a los protocolos notariales donde se registraban las nuevas empresas y sus socios. Por lo general, la mayoría de los socios se conocían bien y tenían acciones en diversas industrias y comercios. 

Lo que el gobierno municipal o estatal no construía, lo sacaban adelante los empresarios, de común acuerdo en convertir a Torreón en una ciudad modelo. Así, el tranvía, la electrificación citadina, el puente automotriz sobre el Nazas, fueron obras de la iniciativa privada.  

Con inmigrantes mexicanos regionales y nacionales, sumados a todos los extranjeros de muchas nacionalidades que llegaron del continente Americano y de ultramar, nuestra sociedad era verdaderamente cosmopolita y progresista. 

Sin embargo, con el tiempo esa sociedad tan rica en diversidad cosmopolita se transformó en una sociedad relativamente homogénea y tradicional. Etnia, nacionalidad y religión dejaron de significar lo mismo que para los torreonenses de 1910.  Los grupos empresariales y sus intereses se diversificaron, en la práctica económica y política. 

La sociedad torreonense se convirtió con el tiempo en una sociedad dividida contra sí misma, incapaz de generar consensos a causa de la diversidad de intereses y lealtades. Su debilidad se hace más evidente con la mayor ingerencia que ha tomado Saltillo en los asuntos torreonenses. Vamos como el cangrejo:  para atrás.


Y para cambiar el tema, mencionamos que, por desgracia para la investigación genealógica, en nuestro país los documentos coloniales que hacen referencia a los ancestros, son vistos con enorme sospecha y de manera prejuiciosa. Padecemos un republicanismo trasnochado que ya no casa con la seriedad e imparcialidad que requiere el estudio científico de una familia de la era virreinal. 

Por lo general, el prejuicio radica en asimilar el concepto de “genealogía” con el de “búsqueda nobiliaria”. Este cronista oficial ha logrado recuperar muchas generaciones de viejos laguneros, ninguno de ellos aristócrata, pero eso sí, muy valiosos para la historia de las redes familiares que poblaron la Comarca Lagunera de Coahuila y Durango. 

Como investigadores, no podemos mirar esta clase de documentos coloniales de manera descontextualizada. Solamente con esa óptica estaremos en condiciones de entender su significación. La importancia que estos documentos poseen para los investigadores genealógicos (los registros parroquiales y testamentarios) consiste en que dan cuenta de los orígenes y cambios de nuestras sociedades actuales a partir de sus familias, las cuales se remontan al siglo XVI o el XVII en el norte novohispano.